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24 de agosto de 2022

El llegar a ser por sí mismo, la Cuarta Joya

En palabras simples, la visión teosófica sobre la vida podría describirse como “Unidad en la Diversidad”, la ilimitada Unidad descrita en el artí­culo sobre las tres proposiciones fundamentales se expresa igualmente a sí misma en una infinita variedad. La cuarta Joya de Sabiduría, el “lle­gar a ser por sí mismo”, se refiere al hecho de que cada ser es único. Y del mismo modo que en las anteriores tres Joyas, uno puede extraer, de esta cuarta, lecciones inspiradoras para nuestro diario vivir.

Todos somos diferentes. Todos obser­vamos y experimentamos las cosas de forma particular. Vemos las cosas y situaciones desde un

punto de vista distinto y tenemos diferentes experi­encias. Organizamos nuestra vida a nuestro propio modo, establecemos nuestras propias metas y hallamos la forma propia de alcanzarlas. No existen dos personas con el mismo carácter.

Cuando vemos a nuestro alrededor con una mente abierta, descubrimos que todo ser en el Cosmos posee su propia característica única. Esas dif­erencias individuales son más fáciles de reconocer entre los seres altamente evolucionados, como una estrella, un planeta o el ser humano. Cada estrella posee su espectro único de longitud de onda.

Pero la situación no difiere en los Re­inos inferiores de la Naturaleza. Cada perro o gato tiene su propio carácter como bien sabemos y tampoco uno no puede encontrar dos hojas idén­ticas en un bosque.

Y las moléculas químicas de una clase, a veces muestran un compor­tamiento bastante diferente de las otras. (1) De hecho, si dos seres en el Cosmos fuesen completamente idén­ticos, no serían dos sino uno.

El hecho fundamental

El hecho fundamental de la Sabiduría Antigua o Teosofía, es que cada ser es único como se muestra en la doctrina de swabhāva.

Swabhāva es un término sánscrito que significa: la característica esencial o fundamental de toda entidad. Swa significa “sí mismo”, bhava deriva del verbo bhū, que significa “convertirse en”. Juntos estos dos términos quieren decir llegar a ser o convertirse en sí mismo: lo cual se refiere a que lo que nosotros somos en esencia – nuestra 24 característica esencial – es lo que vamos a desenvolver o lo que llegaremos a expresar.(2) La idea es tan simple, que es fácil pasarla por alto sin que nos demos cuenta.

En la semilla de manzana, en el trasfondo de ella, existe una fuerza característica o un impulso mediante el cual esa semilla se llega a desarrollar en un manzano y no en un peral o un cerezo.

Considerando el ejemplo de gemelos idénticos, vemos que si bien su material genético es idéntico en ambos, son claramente dos seres humanos distintos.

La doctrina nos da también una clara comprensión del tema de los trasplantes de órganos. ¿Por qué un cuerpo físico rechaza un órgano donado? La respuesta la podemos encontrar en la doctrina de swabhāva. Todo órgano tiene su origen en un ser único y solo se ajusta a la constitución de ese ser humano. Cuando se trasplanta a otro cuerpo físico va a ser rechazado naturalmente (de allí la necesidad del tratamiento inmunosupresor).

Somos nuestros propios creadores

El significado de este llegar a ser por sí mismo, contiene dos aspectos o esferas de acción. El primero y más fun­damental se refiere al hecho de que cada ser es su propio creador. Estamos siguiendo nuestro propio sendero único de evolución, desenvolviendo todo el tiempo nuestros inherentes poderes y características, un proceso que nunca se detiene (véase la quinta Joya). El motor o el impulso para este proceso de desenvolvimiento está en nosotros mismos, en nuestro swabhāva.

Este proceso continuará en un futuro sin final. Siempre llegaremos a ser lo que somos en esencia. Nuestro carácter por tanto, no es una cosa permanente.

Como se explicó en el artículo sobre la Joya del Karma, podemos cambiar nuestro carácter mediante el proceso cíclico de pensamiento, acciones, hábitos y carácter.

Esto nos lleva a una importante conclusión ética: nunca podemos pasar la responsabilidad por nuestro carácter a un Dios que nos ha creado, o a un ciego destino, e incluso a una clase de swabhāva fuera de nosotros mismos.

A menos que aceptemos nuestra responsabilidad y cam­biemos nuestra mente dando paso a pensamientos más universales, nuestro carácter no va a cambiar y nos manten­dremos dando vueltas en círculo, enfrentando los mismos problemas una y otra vez. En tanto estemos satisfechos con esto no vamos a ver el problema; pero una vez que podamos ver en qué grado estamos conectados con todo lo demás y que compartimos el mismo destino, instantáneamente despertará en nosotros el impulso hacia ideales altruistas.

Expresamos lo que somos en nuestra naturaleza interna

El segundo significado de swabhāva es el siguiente: lo que somos espiritualmente, en nuestra naturaleza interna, eso es lo que seremos.

La cuarta Joya de la Sabiduría explica perfectamente lo que queremos decir con “herencia”. Nuestros padres no nos “crean” sino que son una puerta: ellos nos dan la oportunidad de construir nuestro propio cuerpo físico. Aunque hay parecido entre padres e hijos, es un hecho que cada ser humano es una combinación única de sus propios atributos. Construimos nuestro cuerpo físico por nosotros mismos y somos atraídos psíquicamente a padres con características similares. Existe también otro factor: los lazos kármicos establecidos en vidas anteriores.

Los caracteres se complementan entre sí

Los caracteres se complementan. Cada ser humano es un eslabón único e indispensable o un hilo del enorme tejido de la Vida. Cada ser se comunica con sus seres compañeros de acuerdo con su propio carácter. Al entender esto, los hombres instantáneamente comprenden su propia cualidad única y la de los demás humanos que viven y se relacionan, así como que todos merecen espacio y respeto.

No debemos confundirnos pensando que nuestra cualidad única es razón para sentirnos en libertad de decir: “así es como yo soy”. No, también tenemos libre albedrío y la posibilidad de mejorarnos a nosotros mismos. En este respecto es de suma importancia mantener siempre el ideal de la Hermandad Universal en nuestras mentes, basados en la estructura de la Naturaleza, en la que cada cosa está interconectada y entretejida con todo lo demás.

Mientras más comprensión logremos de la Unidad, más universal será nuestro carácter. Esto no implica que hay­amos perdido nuestro carácter propio individual – pues incluso los dioses más elevados que podamos imaginar poseen el suyo individual, su nota única – pero implica que hemos desarrollado tal visión universal de la Vida, que somos ya capaces de trabajar en armonía con la Naturaleza y dar apoyo a otros seres (ver la sétima Joya).

La conquista de los celos

Cuando cada órgano en nuestro cuerpo funciona en ar­monía con los demás órganos, el cuerpo funciona mejor. Cuando en nuestra sociedad humana el cartero o el sabio lleven a cabo su trabajo de la mejor manera y no se envidien uno al otro ni compitan entre sí, estaremos en una sociedad perfecta. El valor práctico de estas ideas se aclara en la historia que nos relató un trabajador de una guardería:

“En una ocasión observaba a algunos niños peleando unos con otros mientras jugaban en una caja de arena; les pedí entonces que formáramos un círculo y les hice saber que pelear unos con otros no era correcto, lo correcto era que fuesen amigos. Les pedí que, siempre en el círculo, nos viéramos las caras unos a otros, fijándonos en la nariz, lo que los pequeños disfrutaron mucho. Juntos llegamos a la conclusión de que una nariz diferente no era razón para pegar a otros. Este hallazgo lo seguimos aplicando a diversas situaciones sobre las diferencias. Cada niño mencionó cuál era su árbol favorito y hablamos sobre sus hojas, flores y frutos. Y también acerca de la importancia de ser un buen roble, un manzano o un peral. Durante el proceso imaginamos varias combinaciones, sin embargo, los niños encontraron extraño que por ejemplo, al ver un manzano, quisiéramos peras o viceversa. Eventualmente usamos ejemplos del diario vivir y hablamos sobre nuestra propia cualidad única.

De esta manera, apliqué la enseñanza teosófica como guía para despertar en ellos el amor impersonal y las varias cualidades que nos hacen humanos.”

La mejor sociedad es una sociedad dinámica

Como consecuencia de la doctrina de convertirnos en lo que somos, nuestra visión de una sociedad ideal cambia. Intentar construir una sociedad y una sola manera de actuar, siempre falla. Es en el “choque de ideas”, puntos de vista e ideales en nuestra sociedad que aprendemos más. Podemos estar de acuerdo con las ideas teosóficas medulares, ya que estas han probado ser de aplicación universal. Pero cada ser humano debe encontrar su propia manera de expresar los principios universales de la Unidad. Mantener las apariencias, no funciona. Como encontramos en el capítulo 3, verso 35 del Bhagavad Gītā:

Más vale cumplir el propio deber, aún sin ser excelente, que llevar a cabo el deber ajeno de mejor manera. Preferible es morir en el cumplimiento del propio deber, porque el ajeno está lleno de peligros.(3)

Todos podemos desarrollar los aspectos universales de nuestro carácter

Aprendemos de la doctrina del llegar a ser por nuestro es­fuerzo que somos de nuestra propia hechura. Hemos creado y coloreado nuestro carácter mediante las elecciones que hicimos en el pasado. Y lo que pensamos hoy determina nuestro carácter futuro. Siempre existen dos caminos que podemos escoger: ¿Queremos desarrollar los aspectos universales de nuestro carácter o los aspectos egoístas? (ver la quinta Joya) y ¿por qué motivo desenvolveremos nuestros poderes dormidos? ¿Por un propósito egoísta o para apoyar e inspirar con nuestras mejores habilidades a la sociedad y a todo lo que nos rodea, siendo como somos una parte inseparable de este cosmos? (ver la sexta Joya).

En los artículos que siguen se discute más sobre el tema.

Referencias

Erik M.H.P. van Dijk, Jordi Hernando, Juan-José García-López, Mercedes Crego-Calama, David N. Reinhoudt, Laurens Kuipers, María F. García-Parajó, and Niek F. van Hulst, ‘Single-Molecule Pump-Probe Detection Resolves Ultrafast Pathways in Individual and Coupled Quantum Systems’. Article in Physical Review Letters, 2005 February 25; 94(7):078302.

J. Tyberg, Sanskrit Keys to the Wisdom Religion. Point Loma Publications, San Diego 1976, p. 102.

Bhagavad-Gītā, cap. 3, verso 35; traducido por W.Q. Judge.

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