En palabras simples, la visión teosófica sobre la vida podría describirse como “Unidad en la Diversidad”, la ilimitada Unidad descrita en el artículo sobre las tres proposiciones fundamentales se expresa igualmente a sí misma en una infinita variedad. La cuarta Joya de Sabiduría, el “llegar a ser por sí mismo”, se refiere al hecho de que cada ser es único. Y del mismo modo que en las anteriores tres Joyas, uno puede extraer, de esta cuarta, lecciones inspiradoras para nuestro diario vivir.
Todos somos diferentes. Todos observamos y experimentamos las cosas de forma particular. Vemos las cosas y situaciones desde un
punto de vista distinto y tenemos diferentes experiencias. Organizamos nuestra vida a nuestro propio modo, establecemos nuestras propias metas y hallamos la forma propia de alcanzarlas. No existen dos personas con el mismo carácter.Cuando vemos a
nuestro alrededor con una mente abierta, descubrimos que todo ser en el
Cosmos posee su propia característica única. Esas diferencias individuales son
más fáciles de reconocer entre los seres altamente evolucionados, como una
estrella, un planeta o el ser humano. Cada estrella posee su espectro único de
longitud de onda.
Pero la situación no
difiere en los Reinos inferiores de la Naturaleza. Cada perro o gato tiene su
propio carácter como bien sabemos y tampoco uno no puede encontrar dos hojas
idénticas en un bosque.
Y las moléculas
químicas de una clase, a veces muestran un comportamiento bastante diferente
de las otras. (1) De
hecho, si dos seres en el Cosmos fuesen completamente idénticos, no serían dos
sino uno.
El hecho fundamental
El hecho fundamental
de la Sabiduría Antigua o Teosofía, es que cada ser es único como se muestra en
la doctrina de swabhāva.
Swabhāva es un término sánscrito que significa: la característica
esencial o fundamental de toda entidad. Swa significa “sí mismo”, bhava
deriva del verbo bhū, que significa “convertirse en”. Juntos estos
dos términos quieren decir llegar a ser o convertirse en sí mismo: lo cual se
refiere a que lo que nosotros somos en esencia – nuestra 24 característica
esencial – es lo que vamos a desenvolver o lo que llegaremos a expresar.(2) La idea es tan simple, que es
fácil pasarla por alto sin que nos demos cuenta.
En la semilla de
manzana, en el trasfondo de ella, existe una fuerza característica o un impulso
mediante el cual esa semilla se llega a desarrollar en un manzano y no en un
peral o un cerezo.
Considerando el
ejemplo de gemelos idénticos, vemos que si bien su material genético es
idéntico en ambos, son claramente dos seres humanos distintos.
La doctrina nos da
también una clara comprensión del tema de los trasplantes de órganos. ¿Por qué
un cuerpo físico rechaza un órgano donado? La respuesta la podemos encontrar en
la doctrina de swabhāva. Todo órgano tiene su origen en un ser único y
solo se ajusta a la constitución de ese ser humano. Cuando se trasplanta a otro
cuerpo físico va a ser rechazado naturalmente (de allí la necesidad del
tratamiento inmunosupresor).
Somos nuestros propios creadores
El significado de
este llegar a ser por sí mismo, contiene dos aspectos o esferas de acción. El
primero y más fundamental se refiere al hecho de que cada ser es su propio
creador. Estamos siguiendo nuestro propio sendero único de evolución,
desenvolviendo todo el tiempo nuestros inherentes poderes y características, un
proceso que nunca se detiene (véase la quinta Joya). El motor o el impulso para
este proceso de desenvolvimiento está en nosotros mismos, en nuestro swabhāva.
Este proceso
continuará en un futuro sin final. Siempre llegaremos a ser lo que somos en
esencia. Nuestro carácter por tanto, no es una cosa permanente.
Como se explicó en
el artículo sobre la Joya del Karma, podemos cambiar nuestro carácter mediante
el proceso cíclico de pensamiento, acciones, hábitos y carácter.
Esto nos lleva a una
importante conclusión ética: nunca podemos pasar la responsabilidad por nuestro
carácter a un Dios que nos ha creado, o a un ciego destino, e incluso a una
clase de swabhāva fuera de nosotros mismos.
A menos que
aceptemos nuestra responsabilidad y cambiemos nuestra mente dando paso a
pensamientos más universales, nuestro carácter no va a cambiar y nos mantendremos
dando vueltas en círculo, enfrentando los mismos problemas una y otra vez. En
tanto estemos satisfechos con esto no vamos a ver el problema; pero una vez que
podamos ver en qué grado estamos conectados con todo lo demás y que compartimos
el mismo destino, instantáneamente despertará en nosotros el impulso hacia
ideales altruistas.
Expresamos lo que somos en nuestra naturaleza interna
El segundo
significado de swabhāva es el siguiente: lo que somos espiritualmente,
en nuestra naturaleza interna, eso es lo que seremos.
La cuarta Joya de la
Sabiduría explica perfectamente lo que queremos decir con “herencia”. Nuestros
padres no nos “crean” sino que son una puerta: ellos nos dan la oportunidad de
construir nuestro propio cuerpo físico. Aunque hay parecido entre padres e
hijos, es un hecho que cada ser humano es una combinación única de sus propios
atributos. Construimos nuestro cuerpo físico por nosotros mismos y somos
atraídos psíquicamente a padres con características similares. Existe también
otro factor: los lazos kármicos establecidos en vidas anteriores.
Los caracteres se complementan entre sí
Los caracteres se
complementan. Cada ser humano es un eslabón único e indispensable o un hilo del
enorme tejido de la Vida. Cada ser se comunica con sus seres compañeros de
acuerdo con su propio carácter. Al entender esto, los hombres instantáneamente
comprenden su propia cualidad única y la de los demás humanos que viven y se
relacionan, así como que todos merecen espacio y respeto.
No debemos
confundirnos pensando que nuestra cualidad única es razón para sentirnos en
libertad de decir: “así es como yo soy”. No, también tenemos libre albedrío y
la posibilidad de mejorarnos a nosotros mismos. En este respecto es de suma importancia
mantener siempre el ideal de la Hermandad Universal en nuestras mentes, basados
en la estructura de la Naturaleza, en la que cada cosa está interconectada y
entretejida con todo lo demás.
Mientras más
comprensión logremos de la Unidad, más universal será nuestro carácter. Esto no
implica que hayamos perdido nuestro carácter propio individual – pues incluso
los dioses más elevados que podamos imaginar poseen el suyo individual, su nota
única – pero implica que hemos desarrollado tal visión universal de la Vida,
que somos ya capaces de trabajar en armonía con la Naturaleza y dar apoyo a
otros seres (ver la sétima Joya).
La conquista de los celos
Cuando cada órgano
en nuestro cuerpo funciona en armonía con los demás órganos, el cuerpo
funciona mejor. Cuando en nuestra sociedad humana el cartero o el sabio lleven
a cabo su trabajo de la mejor manera y no se envidien uno al otro ni compitan
entre sí, estaremos en una sociedad perfecta. El valor práctico de estas ideas
se aclara en la historia que nos relató un trabajador de una guardería:
“En una ocasión
observaba a algunos niños peleando unos con otros mientras jugaban en una caja
de arena; les pedí entonces que formáramos un círculo y les hice saber que
pelear unos con otros no era correcto, lo correcto era que fuesen amigos. Les
pedí que, siempre en el círculo, nos viéramos las caras unos a otros,
fijándonos en la nariz, lo que los pequeños disfrutaron mucho. Juntos llegamos
a la conclusión de que una nariz diferente no era razón para pegar a otros.
Este hallazgo lo seguimos aplicando a diversas situaciones sobre las
diferencias. Cada niño mencionó cuál era su árbol favorito y hablamos sobre sus
hojas, flores y frutos. Y también acerca de la importancia de ser un buen
roble, un manzano o un peral. Durante el proceso imaginamos varias combinaciones,
sin embargo, los niños encontraron extraño que por ejemplo, al ver un manzano,
quisiéramos peras o viceversa. Eventualmente usamos ejemplos del diario vivir y
hablamos sobre nuestra propia cualidad única.
De esta manera,
apliqué la enseñanza teosófica como guía para despertar en ellos el amor
impersonal y las varias cualidades que nos hacen humanos.”
La mejor sociedad es una sociedad dinámica
Como consecuencia de
la doctrina de convertirnos en lo que somos, nuestra visión de una sociedad
ideal cambia. Intentar construir una sociedad y una sola manera de actuar,
siempre falla. Es en el “choque de ideas”, puntos de vista e ideales en nuestra
sociedad que aprendemos más. Podemos estar de acuerdo con las ideas teosóficas
medulares, ya que estas han probado ser de aplicación universal. Pero cada ser
humano debe encontrar su propia manera de expresar los principios universales
de la Unidad. Mantener las apariencias, no funciona. Como encontramos en el
capítulo 3, verso 35 del Bhagavad Gītā:
Más vale cumplir el
propio deber, aún sin ser excelente, que llevar a cabo el deber ajeno de mejor
manera. Preferible es morir en el cumplimiento del propio deber, porque el
ajeno está lleno de peligros.(3)
Todos podemos desarrollar los aspectos universales de nuestro carácter
Aprendemos de la
doctrina del llegar a ser por nuestro esfuerzo que somos de nuestra propia
hechura. Hemos creado y coloreado nuestro carácter mediante las elecciones que
hicimos en el pasado. Y lo que pensamos hoy determina nuestro carácter futuro.
Siempre existen dos caminos que podemos escoger: ¿Queremos desarrollar los
aspectos universales de nuestro carácter o los aspectos egoístas? (ver la
quinta Joya) y ¿por qué motivo desenvolveremos nuestros poderes dormidos? ¿Por
un propósito egoísta o para apoyar e inspirar con nuestras mejores habilidades
a la sociedad y a todo lo que nos rodea, siendo como somos una parte
inseparable de este cosmos? (ver la sexta Joya).
En los artículos que
siguen se discute más sobre el tema.
Referencias
Erik M.H.P. van
Dijk, Jordi Hernando, Juan-José García-López, Mercedes Crego-Calama, David N.
Reinhoudt, Laurens Kuipers, María F. García-Parajó, and Niek F. van Hulst,
‘Single-Molecule Pump-Probe Detection Resolves Ultrafast Pathways in Individual
and Coupled Quantum Systems’. Article in Physical Review Letters, 2005 February 25;
94(7):078302.
J. Tyberg, Sanskrit
Keys to the Wisdom Religion. Point Loma Publications, San Diego 1976, p.
102.
Bhagavad-Gītā, cap. 3, verso 35; traducido por W.Q. Judge.
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