“A través de la Teosofía he llegado a ser consciente de que los habitantes de todos los planos de la naturaleza, son parte de un proceso eterno de evolución – con su subsecuente responsabilidad en aumento – en este asombroso campo de billones de sistemas solares, que forman parte de una enorme entidad viviente, en el infinito y eterno Espacio Universal. La vasta e interrelacionada cooperación a través de todo ese Espacio Universal, me permite darme cuenta de que no hay lugar para sentimientos de separatividad. Esto me ha transformado, convirtiéndome en un cooperador de la Naturaleza.” Estas palabras fueron escritas por un hombre de 85 años a los editores. Es un hermoso ejemplo de la doctrina de las jerarquías, la tercera Joya de Sabiduría.
La estructura
jerárquica del universo es la tercera Joya de Sabiduría. Es mucho menos
conocida que las dos precedentes: reencarnación y karma. Sin embargo, la
comprensión de esta ley natural es tan importante como las anteriores, como se
aprecia en la cita introductoria. Cuando uno entiende la doctrina de las
jerarquías, llega a comprender que todas las formas de consciencia están
ordenadas en una estructura jerárquica.
¿Qué es una
jerarquía? La palabra misma proviene del griego antiguo hieros (sagrado)
y archein (regir, dirigir, guiar). Al emplear la palabra sagrado
(hieros), los griegos mostraron que entonces la palabra jerarquía no estaba
asociada con la actual connotación negativa que tiene a menudo. En nuestra
sociedad la gente a menudo asocial jerarquía con una estructura de mando, donde
las órdenes “de arriba” deben ser cumplidas.
Un ser unitario con una (relativa) cúspide
Una jerarquía es una
organización de seres trabajando juntos bajo la autoridad suprema de uno de
ellos. Es, a través de este ser supremo, que la Vida fluye y se dispersa y se
transmite a todos los seres menos desarrollados. Comparemos esto con una
colonia de abejas. El supremo ser viene a ser la reina. Ella se encarga de
poner los huevos; ella transforma la vida hacia los demás planos inferiores. Y
sin embargo, la colonia sigue funcionando como una unidad.
El supremo ser de
una jerarquía – uno puede llamarlo el aspecto divino – tiene todo el
conocimiento de esa jerarquía. Es el punto focal de todos los otros seres. Pero
este no es el final absoluto pues más allá, – o más en lo interno – de esta
jerarquía, hay otras más y más desarrolladas y esto va así hasta el infinito.
Por tanto, siempre hay seres que saben más, y con una consciencia más desarrollada
que la nuestra. Y de la misma manera, siempre hay seres que saben menos y
tienen menos desarrollada su consciencia. En otras palabras, quienquiera que
seamos, dondequiera que nos encontremos y cualquiera que sea el estado de
nuestro desarrollo, seremos siempre un eslabón entre algo superior y algo
inferior.
Es esa la razón de
por qué la interconexión es la principal característica de la doctrina de las
jerarquías –esta interrelación cooperativa entre los seres de los diversos
planos del cosmos, es a lo que se refiere la cita de la introducción. Después
de todo, dentro de una jerarquía los seres de un plano superior solo pueden
funcionar por medio de los seres de un plano inferior. Y los seres inferiores
de una jerarquía no pueden funcionar sin la inspiración de todos los del plano
superior. Lo superior requiere de lo inferior y lo inferior de lo superior.
Esto se aplica al Universo así como a un ser humano, un estado a un estado y a
una compañía a todo. Todo lo que existe en lo Ilimitado tiene una estructura
jerárquica.
Se puede encontrar
una bella ilustración de la doctrina de las Jerarquías en la Sagrada Tetraktys,
un símbolo originado de la Escuela Esotérica del sabio griego Pitágoras. Este
triángulo representa una jerarquía. A partir del primer punto, que está a la
cabeza, aparecen dos puntos; desde estos dos vienen tres, estos dan origen a su
vez a cuatro puntos. Esto es, lo más elevado de una jerarquía, lo divino, crea
un “campo o atmósfera” en el que todos los demás seres inferiores pueden
manifestarse ellos mismos. Cada punto a su vez es en sí nuevamente un
triángulo, del cual uno puede derivar diez nuevos puntos. Lo que es arriba, es
también abajo. El Espacio infinito está compuesto de un infinito número de
jerarquías.
Un elemento indispensable
La persona que
escribió la carta mencionada en la introducción apunta en la dirección de otro
aspecto muy importante de la doctrina de las jerarquías. Es lógico que nuestro
papel en esta tierra sea muy modesto si vemos los millones de sistemas solares
que nos rodean. Pero al mismo tiempo, somos un elemento indispensable en la
totalidad jerárquica. Literalmente, significa lo siguiente: somos parte de una
totalidad; no existe algo así como una separación. Y es por eso que cualquier
cosa que hagamos, afecta a la totalidad. Y el ser humano, con su estado de
autoconsciencia en progreso, tiene una elección específica: vivir para sus
propios intereses o vivir para el beneficio de todos los seres.
En otras palabras un
humano cree que está separado de otros, o que es un eslabón inseparable en la
cadena de la vida, en cuyo caso, la cooperación es clave.
Esta cooperación
universal nos permite darnos cuenta de la inutilidad de la dominación, la
avaricia, el egoísmo y la discriminación. En nuestro desarmonizado mundo
actual, estamos continuamente trabajando en contra de la Naturaleza y dañando
el planeta. Si queremos un mundo mejor, entonces debemos trabajar activamente
por la restauración de la armonía. La Teosofía explica por qué es tan difícil
encontrar líderes mundiales que puedan restaurar la paz y la armonía. Carecemos
de una filosofía universal de vida que tenemos que desarrollar nosotros mismos
en nuestras mentes en vez de copiar ciegamente las ideas de los demás.
Características de una jerarquía
¿Cuáles son las
características de una jerarquía? Una jerarquía es una cooperación estrecha de
un número de seres que funciona como una unidad. Desde lo alto, la fuente de
inspiración, la misma vida (la misma energía), fluye a través de todo — en una
estructura jerárquica de seres aún no desarrollados en su totalidad,
organizados en esa unidad. Cada jerarquía posee sus propias características swabhāva:
llegar a ser (ver la cuarta Joya de Sabiduría). Los seres que están dentro de
una jerarquía, están en fases distintas de evolución de la consciencia. Cada
uno de estos seres es indispensable para el funcionamiento de la entidad total
(lo mismo que todos los órganos de un cuerpo son indispensables para el
funcionamiento de todo el cuerpo).
Dentro de los límites de una jerarquía, todos los seres tienen
su propia porción de libre albedrío; así puede darse el tono específico a la
característica dominante (swabhāva) de la jerarquía. Cada jerarquía es parte de otra
dominante.
Existen seres que saben más
La doctrina de las
jerarquías es muy inspiradora. Significa que en el Universo presente existe una
sabiduría superior y cada ser humano viene a ser un canal conectado a esa
sabiduría. Es un asunto de abrirse a la influencia de seres más elevados. Así
como hay seres con un menor desarrollo que el nuestro – animales, plantas y
minerales por ejemplo – también los hay más desarrollados. En las diferentes
tradiciones religiosas esta idea ha ido degenerándose y estos seres divinos son
descritos de una manera antropomórfica. Aparecen separados de los humanos. A
veces parecen ayudar a la humanidad removiendo obstáculos o derrotando a los
enemigos.
La Teosofía enseña
algo diferente. Existe unidad. Nosotros somos esa jerarquía. Es decir,
somos esa vida que fluye a través de todos los planos. Estos planos están
jerárquicamente estructurados. Esto quiere decir que los seres más
desarrollados transmiten vida a los seres menos desarrollados. Ellos sirven
como inspiradores que irradian sus consciencias sobre “sus hijos” a fin de
despertarlos, para que lleguen a ser “uno con los dioses”. Nosotros podemos
conectarnos con esa divina influencia. ¿Cómo? Despertando las características
correspondientes en nuestra propia consciencia y comenzando a vivir en ellas.
Por lo tanto, el trabajo no es realizado por otros. En ese caso no hay dios o
maestro del mundo que limpie nuestros desórdenes. No, tenemos que hacerlo
nosotros mismos. Y la Teosofía, la Sabiduría Antigua, nos da la clave.
¿Cómo conectar con la fuente de sabiduría?
En muchas de las
cartas que hemos recibido, los lectores mencionan que han desarrollado
cualidades elevadas en ellos que les facilitan resolver sus problemas. Uno se
conecta a la fuente de sabiduría y traduce la sabiduría que recibe en ideas
prácticas para la vida diaria.
Para conectar con
los planos más elevados de consciencia, se necesita despertar la compasión
dentro uno mismo. Cuando se practica el Amor impersonal y se comienza a vivir
de acuerdo a las Leyes de la Naturaleza, nuestra fortaleza para ayudar a otros
crece proporcionalmente. Es necesario que hagamos una elección consciente y que
nos pongamos a “tono”, en armonía, con las partes impersonales no egoístas de
nuestro ser.
La teosofía nos
enseña que todos somos iguales, pero también diferentes, y que nosotros
desarrollamos Amor por todo lo que vive. Incluso un niño entiende eso. Incluso
un niño se da cuenta de que cuando es tratado injustamente y él reacciona de la
misma manera, eso no resuelve la situación, más bien la empeora.
Líderes sabios
Una vez que la
doctrina de las jerarquías sea aceptada ampliamente en nuestra sociedad,
definitivamente vamos a elegir líderes diferentes a los actuales. Ya no
votaremos por el político más astuto, o por el de más suave hablar, o por el
que tiene opiniones más inteligentes en economía. No. Aquel que esté más
cercano a los mundos espirituales será entonces el líder, ya que vive más que
ningún otro en esos mundos espirituales. El más sabio entre los hombres es
aquel que comprende mejor las siete Joyas de Sabiduría y las ha hecho parte de
sus pensamientos y actos.
Una vez que
busquemos la guía de nuestra propia naturaleza divina más a menudo, de nuestro
Jerarca Supremo, alcanzaremos un liderazgo nacional o incluso mundial junto a
los hombres y mujeres más sabios. Platón describe un sistema tal como una
aristocracia en la cual el líder es el más sabio. Y Lao Tsu describe cómo un
líder sabio se mantiene detrás de las gentes a fin de liderar. El líder
estimula, inspira y muestra el camino siendo un ejemplo de compasión.
Proporciona líneas directivas y comprende que la represión, en cualquier forma,
no funciona.
Mediante nuestros
pensamientos y acciones creamos nuestro sitio en esa jerarquía. Y como parte
de toda la jerarquía, tenemos influencia en los planos que están por encima y
por debajo de nosotros. Nosotros determinamos nuestro propio destino, nadie
más. Nos desarrollamos a nosotros mismos. Y por eso, ese convertirnos por
nuestro propio esfuerzo, es la cuarta Joya de Sabiduría.
Con este
conocimiento somos capaces de hacer surgir y entrenar a ese líder en nosotros
mismos y mientras lo hacemos, contribuimos más armoniosamente a nuestra
sociedad; más aún, seremos más capaces de reconocer las verdaderas intenciones
de quienes nos lideran.
Jóvenes en desventaja
El presidente de una
pequeña fundación que está involucrado en un programa para jóvenes en
desventaja nos ha dicho que se siente inspirado en su trabajo concentrándose en
un ideal. “Por supuesto que uno tiene que construir ese ideal primero, y luego
seguir nutriéndolo. Pero una vez que está ahí, uno puede emplearlo”. “El éxito
de un proyecto 22 | Lucifer no. 1 | octubre 2017
depende totalmente
de la disposición de los jóvenes a pasar a otros lo que han aprendido. Es por
eso que muchas de nuestras actividades están enfocadas en elevar la solidaridad.
Y desarrollando la visión de: ¿cómo ha de emplear las habilidades que aprendió
para el beneficio de otros?”
Esto último es, sin
duda, un bello ejemplo de cómo desarrollar la consciencia. Alguien tiene un
talento y lo emplea en beneficio de la totalidad. En un mundo como este, la
jerarquía completa tiene la posibilidad de crecer en la base así como en la
cúspide. Este ejemplo también muestra que nosotros, sin importar el estado de
nuestro desarrollo espiritual o social, somos siempre maestros y estudiantes a
la vez. Un maestro para todos a quienes podemos dar un positivo ejemplo en una
u otra forma (y eso es potencialmente cualquiera); un estudiante para
quienes son un ejemplo positivo para nosotros (y eso es potencialmente
cualquiera).
Nuestro papel hacia los animales y las plantas
Nosotros humanos, no
solo tenemos una responsabilidad hacia los planos superiores de la jerarquía de
la que formamos parte. Nuestra responsabilidad alcanza también a los seres que
no están aún tan desarrollados como nosotros. De la misma forma en la que los
dioses resultan en una fuente inspiradora para nosotros, somos los que inspiramos
a los animales y plantas. Pero cualquiera que tenga siquiera un asomo de cómo
tratamos a los reinos inferiores de la naturaleza sabe que no siempre
respondemos a esa responsabilidad que se supone debemos ejercer.
Una vez que
reconozcamos la estructura jerárquica del universo, seremos capaces de hallar
la solución a ese problema. La posición del ser humano en la escala de la vida
incluye, como seres auto-conscientes, una responsabilidad especial hacia los
demás reinos de la vida, tanto hacia arriba como hacia abajo, tanto dentro como
fuera de nosotros. Dejar de comer carne, o acercarnos a la naturaleza con más
respeto, son la consecuencia de aceptar como verdad la jerarquía de la vida.
Somos los maestros de los animales. Somos un punto focal natural para ellos.
Está surgiendo cada vez más percepción sobre esto en la sociedad. En la actualidad
se está llevando a cabo un importante debate por los derechos de los animales.
Un creciente número de personas quiere incluir estos derechos en nuestras leyes
humanas.
Ser Maestro
Hemos visto en la
doctrina de las jerarquías dos cosas esenciales. Que todos somos al mismo
tiempo estudiantes y maestros. Si no funcionamos apropiadamente en ambos roles,
esto traerá consecuencias sobre los demás. Si no nos abrimos a la sabiduría de
quienes saben más que nosotros entonces no podremos ser una buena ayuda para
los que saben menos que nosotros. Y siempre hay quien sabe menos. H.P.
Blavatsky dice en La Voz del Silencio: “busca a aquel que sabe aún menos
que tú y déjale escuchar la Ley”.(1)
Es así como también
somos automáticamente maestros, si queremos sinceramente tratar de vivir una
vida teosófica de acuerdo con las enseñanzas teosóficas. En una situación
difícil – como una crisis económica por ejemplo, alguien que ha hecho de la
Teosofía un poder viviente en su vida será un faro de tranquilidad. Sus compañeros
de viaje vendrán a verlo para pedir consejo. Tal persona les da confianza.
Sea que lo queramos
o no, debido al conocimiento de la Teosofía, nos hemos convertido en
maestros para muchos otros. El asunto es si estamos también preparados para
actuar de acuerdo con eso. Cuando nuestros motivos sean predominantemente co
pasivos, aceptaremos con amor este papel. No con la actitud de “yo sé más”,
sino con el deseo de ayudar a otros.
Llegaremos a ser más
suaves en juzgar a otros. Después de todo, al interpretar la doctrina de las
jerarquías de una manera espiritual, nos daremos cuenta de que todos, sin
importar su estado evolutivo, tienen un papel que jugar. Nuestra propia actitud
será la del servicio. Ayudaremos a la gente a ayudarse a sí misma. Les podremos
mostrar el camino hacia su propio Maestro interno. Cuando percibamos que
podemos confiar en nuestra esencia espiritual, en nuestro propio líder interno,
ya no habrá espacio para pensamientos de separatividad. Cuando vivamos en la
luz de nuestra esencia espiritual, nos uniremos a los auxiliares de la
humanidad.
Referencia
H.P.
Blavatsky, The Voice of the Silence. Chapter: ‘The Two Paths’. Varias
ediciones, entre notas 27 y 28.
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