Centro Holística Hayden

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5 de abril de 2018

NUESTROS ERRORES SON PERFECTOS


Michael Berg

En la porción de Sheminí está escrito que después de la construcción física del Tabernáculo, Moshé hizo su trabajo dentro de éste por siete días, luego, al octavo día llamó a Aharón y le dijo que había sido elegido para realizar los sacrificios.
En una hermosa sección del Zóhar está escrita una cosa maravillosa. En el tiempo del Becerro de Oro, cuando Moshé fue a la cima del Monte Sinaí para recibir la Luz de la
Torá, Aharón se quedó abajo con los israelitas. Sabemos que ellos tuvieron miedo de que Moshé no regresara y le dijeron a Aharón que querían hacer el Becerro de Oro. Aharón pensó que si les decía que no, lo asesinarían, por eso les dijo que fueran a reunir oro con la esperanza de retrasarlos. Pensó que les tomaría tanto tiempo que, para el momento en el que regresaran, Moshé estaría de regreso. Sin embargo, como ya sabemos, eso no ocurrió. Cuando regresaron con el oro, Aharón les pidió el oro y les dijo que él comenzaría el proceso, con la esperanza, otra vez, de retrasarlos un poco más para que Moshé tuviese suficiente tiempo para descender. Pero también sabemos que eso no pasó.
En el Zóhar, cuando se dice que Aharón tomó el oro en sus manos, Rav Shimón bar Yojái comienza a llorar; cada vez que Rav Shimón llora en el Zóhar se trata de un momento poderoso. Él habla de Aharón, dice que Aharón era un alma elevada y que cuando sus manos tocaron el oro ellas le infundieron Luz al oro. Por lo tanto, el Becerro de Oro no se habría manifestado si Aharón no hubiese sostenido el oro con sus manos. Por ejemplo, si les hubiese dicho que pusieran el oro en el piso, no habría recibido Luz ni se habría convertido en el Becerro de Oro. Pero como Aharón tuvo el oro en sus manos, Rav Shimón dice en llanto que Aharón les permitió a los israelitas realizar el Becerro de Oro y que, cuando éste fue terminado, desapareció la Luz de Inmortalidad para ellos. El Zóhar nos dice que a partir de ese momento, sin importar hacia donde mirara, Aharón veía un Becerro de Oro; nunca pudo olvidarlo y siempre intentó purificarse y elevarse desde ese suceso.
Llegó el octavo día y Moshé se dirigió a su hermano Aharón y le dijo que ahora era su trabajo continuar el proceso de llevar a toda la humanidad y al mundo hacia una conexión directa con la Luz del Creador. No obstante, Aharón observa el Tabernáculo y el altar, y sólo ve el Becerro de Oro. Él dice: “No puedo hacerlo sabiendo lo que he hecho”. Pero Moshé le dice a Aharón que no sólo puede hacerlo, sino que el hecho de haber caído, el hecho de haber tomado el oro en sus manos y, de algún modo, haber facilitado la creación del Becerro de Oro, es en realidad la razón por la que es el indicado para el trabajo; ya que Aharón estaba en pedazos y la Luz del Creador reposa sobre lo más bajo. El Arí también nos revela que esta es la razón por la que Aharón fue elegido. De no haber estado en pedazos, no habría podido hacer este trabajo. Esta es una hermosa historia, pero tiene un nivel más profundo.
Hay un concepto que dice que la Luz del Creador protege a quienes se elevan a partir de los errores y las caídas. Pero si ese es el caso, ¿por qué el Creador permitió que Aharón tomara el oro y cayera? Los kabbalistas nos dicen que Aharón necesitaba tomar el oro porque tenía que estar en pedazos. La única manera en la que podía llegar a ese estado era cometiendo ese error. Por lo tanto, este error no fue realmente una caída; fue lo que lo preparó para ser el Sumo Sacerdote. Fue lo que lo preparó para traer la gran Luz de alegría a este mundo. Moshé le dijo: “Este ha sido un proceso perfecto para ti, Aharón. Esa caída te preparó para este trabajo”.
Por eso, cuando preguntamos por qué el Creador no evitó que Aharón cayera, debemos saber que esa caída, haber tomado el oro en sus manos y, de algún modo, haber facilitado la creación del Becerro de Oro, fue lo que Aharón necesitaba para estar en pedazos y, en consecuencia, convertirse en un canal para la gran Luz del Tabernáculo, para la gran Luz de alegría que es revelada en Shabat Sheminí.
Gracias a esto aprendemos una maravillosa lección: nuestros errores, las veces que caemos, son parte de nuestro proceso de elevación. Uno de los grandes errores que cometemos es pensar que hemos cometido errores. Si tenemos certeza en la Luz del Creador, ella estará involucrada en cada aspecto y en cada momento de nuestra vida, incluso en los errores que cometemos. ¿Cuántas veces pensamos en retrospectiva: “Si no hubiese cometido ese error, quizá determinada situación no habría ocurrido”? Cuando lo hacemos perdemos certeza. Por ende, de Aharón aprendemos que no debemos pensar que somos tan inteligentes como para haber cometido esos errores nosotros solos; cometimos esos errores con la ayuda de la Luz del Creador. Y dichos errores son perfectos para nosotros y nuestro proceso.

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