Por Karen Berg
Las
palabras que salen del corazón no son meros sentimientos, sino una fuerza que
puede darnos el valor para superar cualquier desafío que pueda aparecer ante
nosotros.
Cuando
nuestros hijos van a la escuela por primera vez, no hay muchas cosas que
podamos hacer después de que se alejan de nuestro alcance. Son puestos en las
manos de sus maestros mientras que nuestras manos están muy alejadas de ellos.
Pero lo que
podemos hacer es mandarlos al mundo con la sabiduría que les
enseñamos y el amor que les damos. En lugar de tomarlos de la mano, tenemos el
poder de sostenerlos con nuestras palabras y pensamientos. En la mañana podemos
ver a nuestros hijos a los ojos y decirles: “Hoy será un gran día para ti.
Puedo sentirlo. Recuerda que te amo y que puedes lidiar con lo que sea que te
ocurra hoy. El Creador está contigo incluso cuando yo no esté”. Esta clase de
palabras se convierten en poderosos escudos protectores contra los miedos, las
dudas o los “hostigadores” del mundo. Aún más importante, son palabras que
sanan. Ante un espíritu quebrantado, palabras motivadoras pueden rejuvenecer y
completarnos nuevamente. Simples palabras de amor renuevan los corazones rotos
y las mentes exhaustas. Las palabras que salen del corazón son como brillantes
diamantes que podemos sostener cuando la noche se pone muy oscura, cuando el
mundo se vuelve muy frío o cuando olvidamos que hay gente en el mundo que nos
ama. Claro que dichas palabras no deben ser sólo para niños, sino para
todos.
Nosotros
internamente también somos como niños pequeños que aún necesitamos el poder de
las palabras como apoyo para sanar y reconstruir nuestra vida. Esta semana, el
universo nos ayuda a sanar nuestra mente, cuerpo y espíritu con el poder de los
pensamientos y las palabras que son creadas por ellos.
Nuestra
porción de la semana en realidad son dos. Las porciones de Tazría y Metsorá.
Ambas se leen juntas y están diseñadas para trabajar al unísono para provocar la
sanación del espíritu. La energía de Tauro, conocido como el mes de la
sanación, comienza a resplandecer en el universo esta semana junto a los
poderes sanadores de Tazría y Metsorá. Estas porciones hablan extensamente
sobre varias enfermedades del cuerpo y los métodos para sanar y eliminarlas.
Estas enfermedades tienen su origen en lo que pensamos y, a fin de cuentas, en
lo que decimos. Nuestras palabras tienen el poder de construir o destruir. Tal
y como aprendemos en la porción de la semana, cuando las palabras son usadas
para destruir pueden, Dios no lo quiera, provocar enfermedades. Sin embargo,
como en la naturaleza, el antídoto siempre está cerca del veneno. Esta semana
recibimos el invaluable regalo de la sanación de nuestras heridas y experimentamos
una restauración total.
A
veces en la vida sólo necesitamos un poco de motivación de un amigo para
superar momentos difíciles. Puedes sacar a alguien del estado de desesperación
con la fuerza de una palabra motivadora proveniente del corazón. En efecto, las
palabras tienen el poder para animarnos. Todos enfrentamos dificultades. Todos
tenemos miedo de enfrentar el mundo algunas veces. Todos nos asustamos. En esos
momentos es sumamente vital tener un amoroso amigo, padre o familiar que nos
susurre cariñosamente al oído: “Puedes hacerlo. Sé que puedes. Todo se
resolverá. Estarás bien. Yo estaré a tu lado si me necesitas. Te amo”. Estas
palabras no sólo son gentilezas, sino palabras que provienen del Creador mismo,
quien envía Su amor a través de la gente. Las palabras de amor y motivación no
son un lujo, sino una medicina vital que cada uno de nosotros necesita para
perseverar en este mundo. Si somos afortunados, nuestros padres habrán llenado
nuestro corazón y nuestra mente con palabras de amor. O quizá tengamos a ese
amigo verdadero que nos acompaña en los momentos más oscuros de nuestra vida.
Pero si no somos tan afortunados, dependerá de nosotros canalizar el amor del
Creador hacia nosotros mismos. Podemos hacerlo. Podemos sanar nuestra alma y
nuestro cuerpo con palabras de amor sin importar quiénes somos o en qué momento
de nuestra vida nos encontramos. Podemos descubrir que las palabras de amor son
nuestra herramienta más necesaria y fundamental.
Esta
semana en tus meditaciones, visualízate caminando por un frondoso y verde
bosque. El cálido césped que pisas es suave y amplio. Cálidos rayos de luz
atraviesan las ramas de los árboles. La luz y las sombras bailan sobre tu
rostro mientras recorres el camino. Sigue el camino que te lleva a un hermoso y
resplandeciente lago. Siéntate en la orilla y obsérvalo. Ve tu reflejo
moviéndose y agitándose en el agua. Ahora mírate profundamente a tus propios
ojos. Repítete estas palabras: “Hoy será un gran día. Puedo sentirlo. Recordaré
que el Creador me ama. Puedo lidiar con cualquier cosa que me toque enfrentar.
El Creador me acompaña incluso cuando me siento solo. Puedo lograr grandes
cosas y, con la ayuda del Creador, puedo superar cualquier desafío en mi
camino. Soy amado. Estoy aquí para dar ese amor a los demás. Tengo felicidad y
plenitud”.
Si
podemos iniciar cada día diciéndonos estas palabras amables y diciéndoselas a
nuestros hermanos y hermanas, sin duda lograremos crear un mundo de paz, amor y
la eliminación de todo sufrimiento y enfermedad. No es simplemente algo que
creo que ocurrirá; sé que así será.
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