Centro Holística Hayden

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19 de febrero de 2020

AMAR COMO AMA DIOS


Fueron muchos los que pensaron que este nuevo tiempo iba a ser la culminación de la civilización que nos ha traído hasta aquí, pero este nuevo tiempo es nuevo y requiere una nueva conciencia, un nuevo pensamiento y una nueva dirección. Este nuevo tiempo, que muchos llaman la Edad Dorada, verá la transformación más grande que la humanidad ha tenido desde su aparición en el planeta. El Maestro Djwahl Khul cuenta que, en la antigua Lemuria, con la llegada de los ángeles solares, el hombre animal fue fecundado con el principio pensante que produjo al individuo que reconociéndose a sí mismo pudo decir “yo soy”. Llegará el momento – dice – en que el Ángel Solar, el Alma, vuelva a fecundar al ser humano, pero esta vez no será con el principio mente sino con el principio amor y entonces aparecerá esa nueva conciencia que él llamó “Conciencia Grupal”.

Creo que estamos viviendo ese tiempo. Un tiempo de profundos cambios que hacen estremecer las bases mismas de nuestra civilización basada en la conciencia individual.  Pienso que el Maestro Jesús nos vino a preparar, nos dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” y al enseñarnos a orar nos dio la clave: “Padre Nuestro” – todos somos hijos de Dios y añadió – “venga a nosotros tu Reino” – que se manifieste, aquí en esta Tierra, para todos.  
Nuestra alma es una partículas del Alma Universal que se gestó cuando, en el principio de los tiempos, el Padre (el Espíritu) miró a la Madre (la Sustancia) y la amó; la Madre miró al Padre y lo amó y entre los dos se gestó un espacio magnético, producto de ese amor. Ese Espacio de profunda neutralidad, lleno de significado, de conciencia, es el Alma Universal, el Hijo que hereda la Voluntad de su Padre y la Inteligencia de su Madre, pero su Naturaleza es el Amor. Por medio de ese Amor se hizo todo cuanto existe. Ese Amor expresa la Síntesis de la Vida y es el trasfondo de todo lo que existe en nuestro Universo.
Para que se produzca el nacimiento de esta nueva conciencia en cada uno de nosotros busquemos crear en nuestra conciencia individual un espacio como el que se formó entre el Padre y la Madre, de profunda neutralidad capaz de unir los grandes opuestos de la Creación. Eso es amar como ama Dios, sin discriminar, como el sol que da su luz y su calor a todos por igual. Porque solo reconociendo lo que somos, una partícula del Alma Universal, podemos entrar gloriosos al Nuevo Tiempo. De lo contrario, tratando de buscar soluciones ahondamos cada día más en la conciencia individual y toda su problemática y el nuevo tiempo requiere que iniciemos el sendero de la fraternidad, de la conciencia colectiva, del amor – uniendo, sintetizando, amando, sintiendo a cada ser humano como un hermano porque todos somos gotas de una misma fuente, y en la fuente somos Uno.
Ante los conflictos que vemos día a día busquemos crear un espacio de profunda neutralidad en nuestra conciencia capaz de sintetizar por sola presencia. No es luchar en contra de nada, es hacer el bien. El Amor es así. El de los verdaderos amadores, como el Cristo, es así. “Ama a tu enemigo” nos dijo el Maestro del Amor y recién me doy cuenta de que solo amando al enemigo lo puedo transformar. Un enemigo solo se elimina cuando lo convierto en un amigo. Si lo mato, si busco eliminarlo, produzco muchos más. Cuando respondo con más de lo mismo, termino agrandando el mal. Por eso es por lo que las guerras nunca han solucionado nada, las soluciones, cuando aparecieron, siempre surgieron en la mesa de negociaciones, siempre.
Pero no sólo hablo de las guerras que en este momento se libran en varios lugares del planeta. Te hablo de la actitud de todos los días, de los juicios, las intenciones, de cómo nos tratamos los unos a los otros. La aparición de esta nueva conciencia es una cuestión de supervivencia, porque ya el modelo de civilización que ahora tenemos se agotó, ya dio sus frutos y ha comensado su fase destructora o de muerte. El mal de hoy es el bien de ayer, que a su tiempo nos sirvió y hoy nos está matando. Ya no podemos seguir con el individualismo, el materialismo, el consumismo, la búsqueda de la satisfacción personal, las guerras, el triunfo del más fuerte. Ya no. No es el tiempo. Ve a tu interior, la puerta está abierta, busca al Hijo Divino dentro de ti, al Ungido, al Salvador, al Amador. Búscalo, llámalo, invócalo. Y reconócete en su Luz, en su Paz, en su Amor.
Busquemos la fuerza en la oración y digamos juntos: “OH Señor Maitreya, Señor de Vida y Amor, conmueve una vez más mi corazón con tu amor, para que yo también pueda amar y dar.”

Que el amor reine en nuestras vidas,

Carmen Santiago G. - fdnpcaracas@yahoo.es

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