Como todos saben, siempre es mejor estar preparado para todas las posibilidades, tan a menudo como sea posible y de la mejor manera que puedas. Este es, por supuesto, el lema de los Boy Scouts, algo que me han taladrado miles de veces durante mi tiempo en esa organización cuando era niño y adolescente. En ese momento, estar preparado significaba tener todo el equipo adecuado para lo que sea que estuviéramos haciendo: acampar, cocinar, caminatas, etc. Aprendí buenas habilidades de supervivencia en las montañas, cómo vestirme para el clima, cómo hacer un fuego con palos y sin fósforos, cómo calcular la hora por el
sol y las sombras, y cómo orientarse con una brújula para no perderse, entre muchas otras cosas útiles. Pero, por supuesto, sabemos que estar preparado es mucho más que estas habilidades, o al menos debería serlo. Tomemos un momento y consideremos lo que realmente significa estar preparado o, mejor dicho, primero consideremos lo que no significa.
Estar preparado no significa tener el control total porque, de manera realista, la vida es una gran aventura e implica un misterio constante y, si queremos tener el control, nunca podríamos salir de casa. Incluso quedarse en casa puede ser arriesgado considerando cuántos accidentes ocurren en el entorno del hogar. Siempre pienso en la historia que mi amiga Pat Liles cuenta acerca de cómo determinó que su hija tenía un día astrológicamente muy difícil, por lo que decidieron pasar ese día en casa. Decidieron hacer un proyecto de costura y eso parecía lo suficientemente inocente, pero luego su hija Phoebe se metió una aguja entre los dientes para sostenerla por un momento y la aspiró. Se atoró en su garganta y terminaron con una carrera loca hacia la sala de emergencias donde fue removida. Los planes mejor elaborados......
¿No podemos controlar nuestras vidas? Lo que sucede es lo que sucede. Nos gusta hacer planes y eso no es una mala idea siempre que sepamos que cualquier plan está sujeto a cambios o alteraciones repentinas. Como dice el dicho de John Lennon: "La vida es lo que sucede mientras estamos haciendo planes". Por lo tanto, planificar no es controlar, sino que es parte del estar preparado. Si estoy planeando un viaje a las altas montañas, debo estar preparado para condiciones tales como tormentas repentinas, vientos y rocas resbaladizas. De esta manera puedo disminuir los riesgos, pero no puedo predecir exactamente qué sucederá.
Estar preparado tampoco viene desde un lugar de miedo. Puedo pensar "¿Qué pasa si esto sucede?" O "¿Qué pasa si sucede aquello?" y ponerme en un estado de ansiedad horrible, pero esto no tiene nada que ver con estar preparado. Simplemente me estoy entregando a mis miedos y esa es en realidad una forma desastrosa de preparación, porque hace que el desastre sea más probable.
¿Qué significa estar preparado y cuál es la mejor forma de preparación?
En breve vamos a entrar en lo que significa estar preparado, pero primero abordemos cuál es la mejor forma de preparación. La mejor forma de preparación para la mayoría de las cosas es tener experiencia. He estado en el norte helado y sé cuáles son las condiciones y sé qué traer y sé que tendré que ponerme en forma para un frío intenso. He estado en la jungla y sé cómo mantenerme bien y cómo vestirme para el calor y para los insectos. He estado en India y sé cómo son los trenes y autobuses y cómo lidiar con ese ambiente exótico. Esta es una estrategia básicamente buena, pero seamos sinceros. Esta vez puede ser totalmente diferente, como cuando hubo una ola de calor en el extremo norte o cuando llegó un frente frío a través del Amazonas desde la Antártida, o cuando estuve de gira en India y volamos a todas partes y nos alojamos en buenos hoteles.
Lo que he aprendido acerca de estar preparado es simpleza y eficacia. A finales de 1800, los viajeros eran en su mayoría ricos y viajaban con muchos baúles grandes en barcos de vapor y vagones de tren. Tanto los hombres como las mujeres vestían ropa pesada, en capas, con sombreros, etc., y esto requería una pesada cantidad de equipaje. Ahora hemos aprendido a viajar ligeros y podemos dar la vuelta al mundo con un mínimo de equipaje, a menudo con una sola maleta o mochila. Lo mismo entonces es estar preparado para lo que viene. No tenemos que prepararnos para cada eventualidad. La mejor preparación es tener la actitud correcta. Cuando Parahamsa Yogananda era un niño, convenció a su amigo para hacer un viaje por India sin literalmente dinero ni equipaje. Le dijo a su amigo que Dios los cuidaría y se aseguraría de que todo saliera bien. Su amigo accedió escépticamente, por lo que emprendieron una gran aventura, y totales extraños les dieron de comer y les dieron refugio y los cuidaron en cada paso del camino, hasta que fueron rastreados y llevados a casa por los furiosos padres. Por lo tanto, no necesitamos avanzar hacia el futuro con garajes llenos de productos enlatados, hordas de armas y municiones, combustible, generadores, etc. Todo lo que necesitamos es la actitud correcta, tener los pies ligeros y ser altamente adaptables.
¿De qué manera necesitamos estar preparados para los tiempos y eventos venideros? Hagamos un pequeño inventario aquí.
Necesitamos estar preparados psicológica, emocional y físicamente. Es decir, sería muy útil si estamos emocionalmente estables y con buen humor. Ser adicto a los opioides o a las metanfetaminas no es exactamente lo que yo pensaría que es estar bien preparado para el futuro. Estar profundamente deprimido o altamente ansioso por el futuro tampoco es una buena preparación. Necesitamos pensar en nosotros mismos como atletas entrenados. La mayoría de los atletas no necesitan cargar una gran cantidad de equipo. Su equipo es principalmente su cuerpo altamente preparado y su mente entrenada con quizás algunos esquíes o palos de golf, o una bicicleta. Esa es exactamente la forma en que cada uno de nosotros necesita estar. Necesitamos tener un sentido optimista pero realista y práctico de qué hacer. Avanzamos con un fuerte sentido de que aprovecharemos al máximo las condiciones adversas con las que nos encontremos. Al mismo tiempo, no corremos riesgos tontos y, si nieva demasiado, no entrenamos ese día. Lo principal es que hemos aprendido a manejar nuestras emociones, no entramos en pánico bajo estrés o condiciones adversas, sabemos que no rendimos nuestro mejor esfuerzo si proviene de la ira, la venganza, el miedo a perder, si tratamos de humillar a la competencia, u otras motivaciones de baja frecuencia. Competimos por el amor al deporte, por eso enfrentamos los desafíos de nuestra vida con un sentido de aventura y porque amamos nuestras vidas y lo que sucede cuando estamos completamente comprometidos, cuando nos apasiona nuestro servicio.
Necesitamos estar preparados espiritualmente. Estar preparado espiritualmente significa no ser un bebé respecto a nuestra relación con el Espíritu. Quejarse, rogar y enojarse con Dios o con el Espíritu cuando no sale todo como queremos o como nos gustaría, simplemente no lo frenará. Todos estos son signos de grave inmadurez, espiritualmente hablando. Esto no es una buena preparación para el futuro. Es muy útil darse cuenta de que somos seres multidimensionales que tomamos decisiones libres sobre nuestras acciones. Aceptarnos y amarnos a nosotros mismos, aunque parezca que no siempre sabemos lo que estamos haciendo, es un enfoque excelente. Saber que siempre estamos aprendiendo, incluso si la lección es "qué no hacer", es muy beneficioso. Darnos cuenta de que la ayuda está a nuestro alrededor y solo basta pedirla es fundamental para el éxito. Se nos ha provisto de un almacén de herramientas, medicinas y una universidad completa llena de asesores camuflados hábilmente como accesorios escénicos. La Tierra es una farmacia. El universo está cargado de recursos, medicinas y espíritus ayudantes. Tenemos un suministro interminable de compañeros de viaje en nuestro camino de la vida. Saber cómo pedir ayuda cuando realmente la necesitamos es vital. Nadie lo hace solo.
Esto realmente nos lleva a la parte de estar preparados socialmente. Necesitamos hablar y pedir ayuda y debemos ofrecer nuestros servicios con frecuencia y a quienes puedan usarlos. Todo es recíproco. No estamos aquí sólo para recibir y tampoco estamos sólo para proveer. Estamos aquí para hacer ambas cosas consistentemente, porque la vida es más como un río y no tanto como un lago sin salida al mar. Siempre hay algo entrando y saliendo. De lo contrario, hay un desequilibrio.
Finalmente necesitamos estar preparados para morir. Esto no es una broma. Todos vamos a morir físicamente algún día y quizás más temprano que tarde. ¿Cuál es la mejor preparación para la muerte? Aprender a producir rápidamente un estado de gratitud y amor que en verdad no requiere de pensar. La práctica de esto es pensar en las cosas por las que estás agradecido hasta que tu cuerpo y tu Espíritu conozcan el sentimiento de memoria y puedan reproducirlo en cualquier momento, en cualquier lugar, en un instante, mientras tu auto se precipita por un acantilado, mientras esquivas balas en un tiroteo, cuando te enfrentas a un pelotón de fusilamiento, mientras la fiebre te consume, mientras el cáncer vence a tu cuerpo. Cuando nos enfrentamos a una muerte inminente, necesitamos saber cómo decir: “Gracias Espíritu por todo. Gracias por mi vida". Esto solo sucederá si lo practicas.
Y luego, lo que viene una fracción de segundo después de esta gratitud es la capacidad de volverte totalmente silencioso por dentro, en cualquier momento. En lugar de gritar "¡Oh no! ¡Oh, no, voy a morir!" una y otra vez, te calmas con una leve sonrisa y te quedas en silencio, sin pensar. Este es el mejor escenario posible según los maestros despiertos, los yoguis y los yoginis, los Lamas Budistas iluminados. Ellos dicen que si puedes mantener este estado de vacío durante el tiempo que lleva agitar la manga de tu túnica de un lado al otro por tres veces, tendrás un excelente pasaje hacia el otro lado y estarás en un estado verdaderamente preparado para pasar a través del bardo con facilidad y gracia. Esto es estar preparado. Morir con tus últimos pensamientos puestos en preocuparte por lo que sucederá con tu testamento o con las personas que dejas atrás no es de mucha ayuda.
Lo más parecido a morir que hacemos todos los días es dormirnos y soñar. Esto nos rejuvenece, pero también es lo más cercano a morir que podemos alcanzar, porque perdemos la identificación con nuestros cuerpos temporalmente y descubrimos que podemos viajar y tener experiencias independientes de nuestros cuerpos. Por lo tanto, tiene sentido practicar la preparación para nuestros últimos momentos justo antes de conciliar el sueño. Quedarse dormido con gratitud es una excelente manera de entrar en el estado de sueño. Dormirse calmando la mente y experimentando la inteligencia suprema de una conciencia vacía es una forma increíble de conciliar el sueño. Y cuando nos despertamos de dormir y de los sueños, la mejor manera de hacerlo es estando quietos, callados, vacíos y luego hacer la transición hacia la gratitud por un nuevo día, por las nuevas opciones, nuevas perspectivas, nuevas acciones.
Si siempre estás preparado para la muerte porque has practicado con frecuencia, entonces siempre estás adecuadamente preparado para tu vida, pase lo que pase. Prepararse para la muerte es prepararse para la vida. ¡Qué propuesta tan interesante!
Traducción: Marcela Borean
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
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