"Cuando tengas dudas, no hagas nada. Deja que la situación se desarrolle."
Esto era algo que mi esposo, Rav Berg, decía a menudo. Vemos este concepto ilustrado en muchos momentos cruciales en la Biblia, incluyendo la porción de Beshalaj de esta semana; famosa, quizá, por la división del Mar Rojo. En el Centro de Kabbalah, consideramos que esta es una de las
conexiones de Shabat más importantes del año debido a que contiene los 72 Nombres de Dios, la herramienta con la que Moshé pudo partir el agua para que el pueblo pudiera escapar sano y salvo del ejército del Faraón.
En el momento en el que los israelitas estaban frente al mar y tenían al Faraón y su ejército detrás de ellos, la nación tuvo que tomar una decisión. El Zóhar revela que en el pueblo hubo cuatro reacciones. El primer grupo dijo: “Lancémonos al mar. ¡De todas formas ya estamos perdidos!”. El segundo grupo dijo: “¡Retrocedamos y rindámonos!”. El tercer grupo dijo: “¡Debemos luchar!”. La cuarta opción fue propuesta por el mismísimo Moshé, quien dijo: “Dejemos que el Creador manifieste Sus milagros”.
Las primeras tres reacciones son las más comunes que se presentan cuando nos enfrentamos a nuestro propio Mar Rojo, un desafío que parece ser insuperable. Nuestro primer impulso suele ser rendirnos, regresar, ¡o ceder por completo! Lo que los israelitas vivían era algo mejor conocido hoy en día como: respuesta de defensa o huida. En realidad, es parte de la naturaleza humana. Tenemos un instinto primitivo de supervivencia y este nos dice que debemos controlar a la gente o el resultado de las cosas. Dicha respuesta puede tomar distintas formas, puede manifestarse como rabia, violencia, culpa, rendición, retraimiento o sumisión, solo por nombrar unos ejemplos. Sin embargo, hay una tercera opción, una que trasciende la respuesta de defensa o huida: la certeza.
Necesitamos nuestros instintos de supervivencia, nos son muy útiles. No estamos destinados a ser pasivos, pero en los momentos más difíciles de nuestra vida hay una gran diferencia entre quedarnos quietos y no hacer nada. Quedarnos quietos, pero con certeza y paz en medio del caos y la confusión, y permitir que las circunstancias se desarrollen para que inevitablemente veamos un panorama más claro, es lo opuesto a no hacer nada. Las situaciones imposibles que se presentan a veces pueden ser una oportunidad para soltar consciente e intencionalmente, en lugar de intentar controlarlas. Es muy fácil hacerse películas a la primera señal de problemas, pensamos: “¡Esto es terrible! ¡Tengo que buscar una salida! ¡Tengo que ganar! ¡Tengo que controlar esta situación!”. No obstante, si tenemos certeza en que cada circunstancia es puesta ante nosotros por el Creador, y en consecuencia no puede ser mala, entonces debe haber una razón. Debe haber una lección por aprender. Y quizá la lección es simplemente confiar.
La conciencia de certeza es el poder que los 72 Nombres de Dios pueden darnos en esos momentos oscuros, a fin de que podamos trascender nuestros instintos primitivos. A través de la lectura de la porción de esta semana y la meditación con estas hermosas secuencias de tres letras, podemos conseguir quietud aun en nuestra lucha para atravesar tranquilamente nuestro propio Mar Rojo, lo que permite que el Creador realice Sus milagros en nuestra vida.
En toda situación difícil, se nos pide tomar una decisión: elegir el camino espiritual de tener certeza en lugar del camino terrenal de querer tener el control.
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