Sin esperar nada de nadie, se vive mejor
Fácil decirlo, pero un tanto complicado de hacerlo.
Cuando lo logramos, nos quitamos de encima una de las mayores fuentes de
frustración, de rabia, de decepción… Nos hacemos ligeros en cuanto a nuestro
trato con los demás y nuestras experiencias y relaciones se vuelven más
auténticas, menos interesadas, más honestas y mucho más relajadas.
Cuando no esperamos nada de nadie, nos dejamos
sorprender, no tenemos expectativas, solo le permitimos a los demás ser, ser
ellos mismos, entendiendo que ellos tienen un norte parecido al nuestro,
tratando de ubicar su felicidad, de alcanzar sus sueños, de lidiar con sus
miedos y sus egos… Nadie se salva, todos vamos por acá proyectando una imagen,
influenciando, siendo aceptados o rechazados…
Si dejamos de esperar que los demás hagan lo que
creemos que es mejor, de acuerdo a nuestro criterio personal, lo cual le da una
connotación bastante subjetiva, aligeramos energéticamente el ambiente, dejamos
de enviar pensamientos anticipándonos a los acontecimientos y a las reacciones
y nos damos más espacio a nosotros de dedicarnos al momento presente o a algo
diferente a armar escenarios con las variables que tenemos.
Si se nos hace imposible tener expectativas en
relación a alguien, al menos no nos saboteemos, porque es impresionante, muchas
veces le dedicamos mucho más tiempo pensando que el otro nos va a decepcionar
con sus acciones, que pensando que vamos a estar felices y conformes con lo que
el otro haga. Pensemos en todo caso que el resultado siempre va a ser el más
favorable para nosotros, que nuestras expectativas, de no poder eliminarlas,
nos saquen sonrisas y si no se dan, que no nos frustren.
Todo el mundo debe tener libertad de acción y de
decisión y eso incluye no coincidir con lo que los demás esperan. Si dejamos de
esperar la vida fluye mejor. Somos fáciles de decepcionar porque para cada uno
siempre hay una mejor manera de hacer las cosas, pero si practicamos liberarnos
de la necesidad de anticiparnos, vamos a tener mejores experiencias.
Quizás solo sea una percepción, pero si queremos
blanco y estamos esperando ese color y recibimos otro, nos decepcionamos, puede
que ese otro sea incluso más bello, sin embargo, la decepción no nos
permitirá apreciarlo. Así nos pasa a diario y en lugar de agradecer lo que
recibimos, nos lamentamos porque no fue lo que esperábamos.
¿Quieres crear tu vida como te gustaría? Comienza
a disfrutar de la vida tal y cómo es, comienza a enfocarte en lo que sí te
gusta, comienza a permitirte y a permitirle a los que te rodean ser lo que
quieren ser, ya verás que mientras menos esperas, la vida más te sorprenderá,
porque desearás con el alma y no con tu ego.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
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