Los grandes sueños pueden traer grandes recompensas,
pero no hay recompensa más grande que el viaje en sí. Del mismo modo que no hay
recompensa sin viaje, no hay viaje sin recompensa.
"LO IMPORTANTE NO ES LO
QUE ESTÁ AL FINAL DEL VIAJE, SINO EL CAMINO QUE NOS LLEVA ALLÍ".
Había una vez un hombre para quien todos los días eran
iguales. Se despertaba muy temprano cada mañana y se ponía su traje y corbata.
Iba a trabajar, regresaba a casa, cenaba y luego iba a dormir. Día tras día, su
vida no cambiaba. Diariamente se decía: “Cuando tenga 60 años me jubilaré.
Luego, tendré mi casa en la playa”. Así pues, para eso vivía. Pasó toda su vida
centrado en su meta.
La historia tiene dos finales. En algunas versiones,
el hombre muere a los 59 años. En las puertas del Cielo se da cuenta
repentinamente de la manera terrible en la que malgastó su vida. En otra
versión de la historia, se jubila y obtiene su soñada casa en la playa. Entra,
mira el interior de su casa y la belleza del lugar lo asombra. Se sienta y
observa la vista. Pasa un minuto. Luego dos. Finalmente pasa una hora, y
después un día. Al día siguiente, se levanta muy temprano, se pone su traje y
corbata, vuelve a sentarse en su silla y observa la vista. Todas las palabras
eluden al hombre en la casa de ensueño. Es decir, todas menos dos…“¿Ahora
qué?”.
"RECORDEMOS QUE NUESTRA
RECOMPENSA ES EL CAMINO".
En cualquiera de los dos finales, el mensaje es el
mismo: lo importante no es lo que está al final del viaje, sino el camino que
nos lleva allí.
Todos tenemos nuestra propia “casa de ensueño”; una
meta (o metas) por alcanzar, cuya ausencia evita que vivamos al máximo en el
presente. Para algunos de nosotros, quizá nuestro sueño es encontrar el amor
verdadero y casarnos, mientras que para otros es no tener deudas, o superar una
adicción. ¡Es bueno tener un deseo saludable e incluso un impulso ambicioso por
todas estas cosas y más! Es el combustible necesario para levantarnos en la
mañana. El único problema es cuando nos concentramos tanto en el final que
olvidamos el aquí y el ahora.
Es muy conveniente que la porción bíblica de esta
semana sea Shemot. Aunque este sea el primer capítulo del libro de Éxodo, el
éxodo en sí no ocurre sino después de varias semanas. En algún punto, los
israelitas saldrán de Egipto y aquello que los esclaviza. Probarán la leche y
la miel, en efecto, verán la tierra prometida. Sin embargo, si esta fuese la
parte más importante de la historia, el libro de Éxodo comenzaría allí. Pero
no, el libro de Éxodo —del mismo modo que nuestra vida— consiste en la expedición,
no en la tierra prometida.
Esta semana, hay una energía en el cosmos que puede
ayudarnos a aprender a apreciar el viaje. Durante los siguientes siete días, me
gustaría motivar a cada uno de ustedes a intentar vivir verdaderamente
el momento; ver alrededor y estimar la belleza que nos rodea en cada
circunstancia y a vivir la alegría de compartir con los demás en su camino. Aún
más importante, sé paciente contigo en tu proceso y ámate tal y como eres en
este momento. Debido a que eres exactamente como debes ser en tu camino hacia
la Luz.
Mientras nos esforzamos por nuestra meta, escalando y
buscando constantemente, recordemos que nuestra recompensa es el camino. Ya que
en el transcurso encontramos el más grande regalo: nuestro verdadero
ser
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