El Movimiento Doble
La sabiduría eterna habla de las leyes universales del
tiempo y de la naturaleza. Uno de las leyes más importantes que tenemos
que entender es la ley de la pulsación. Funciona en cada plano de actividad,
tanto en el desarrollo de las galaxias como dentro de una célula. El espacio
pulsa, y pulsa también dentro de nosotros. El sol, pulsando, mantiene a los
planetas en el equilibrio de un movimiento rítmico. La pulsación expresa vida,
luz y movimiento. La pulsación es un movimiento doble de dos clases de fuerzas,
el movimiento centrípeto y el centrífugo.
La expansión y la contracción hacen que pulsen los nervios y los
músculos dentro de nosotros. Esto genera la respiración, la peristalsis de los órganos, la circulación sanguínea y el latido del corazón. Hace que los tejidos de los nervios respondan a la mente y al ambiente. El Ayurveda llama a este principio de la pulsación en el cuerpo, Vaata. Si Vaata se altera, esto da lugar a diversas formas de debilidades tales, como perturbaciones en la digestión y pérdida de equilibrio. A la pulsación también se llama Vayu, a veces traducido como aire; no obstante, representa el principio del movimiento en el espacio que hace que el aire circule.A través de la pulsación de la “burbuja” del alma
individual emerge a la conciencia universal. El alma entra en el cuerpo
con su pulsación rítmica, y toma su asiento en el corazón. A la pulsación en
nosotros también es le llama, el hilo de la vida, lo que hace que el corazón
lata y los pulmones respiren. Este, está conectado con el hilo de la
conciencia, que tiene su asiento en el centro Ajna en la frente. La pulsación
precede el latido del corazón. Mientras el corazón lata, el cuerpo vive. En el
momento de la muerte, la pulsación desaparece de los planos físicos. Por el
contrario, aunque el cuerpo es enterrado en un sepulcro y se descompone, la
pulsación continúa existiendo. Nosotros también continuamos existiendo cuando
nos conectamos con la pulsación.
Mente y Respiración
La pulsación es más sutil que la mente objetiva, ésta
continúa trabajando incluso cuando estamos durmiendo. Al anochecer,
nuestra conciencia es absorbida por el principio pulsante y surge otra vez al
despertar. La respiración, la circulación, y la digestión ocurren en nosotros
sin que sean percibidas conscientemente. La mente no contribuye para nada a su
funcionamiento, excepto perturbando su ritmo, a través de una manera incorrecta
de vivir y entonces causa enfermedades.
Esto nos demuestra que la mente es más un producto
externo. Cuando es locuaz y agitada, la respiración es acrecentada. Alineando
conscientemente la mente con la respiración, el ritmo de la respiración se
reduce. Mientras más se reduzca la respiración, más se desacelera la mente.
Finalmente ésta, es absorbida por la respiración y quedamos cabalmente, como el
principio pulsante. Cuando la mente y la respiración se absorben con la
pulsación, sólo queda el silencio de la existencia. La respiración e incluso el
latido del corazón cesan por un rato. Muchos yoguis y maestros, han repetido
este estado de ser e incluso lo han demostrado durante un largo tiempo.
Para llegar al estado de la pulsación se recomienda
observar la respiración dos a tres veces al día, por 27 respiraciones. No
tenemos que hacer ejercicios de respiración especiales, se trata sólo de
prestar atención a cómo usted respira. La respiración es un suceso interior, y
no una actividad. Tenemos que observar cómo la inhalación se transforma en la
exhalación en cierto punto, y cómo la exhalación se transforma en la inhalación.
Allí se detienen los pensamientos. Cuando nos mantenemos en contemplación
repetidamente sobre este punto a lo largo de años, y escuchamos el sonido de la
pulsación, SO-HAM, somos atraídos al interior de la pulsación. Entonces el
sonido doble se transforma en el sonido monosilábico OM, y el estado sin
pensamientos se expande de la pausa de la respiración dentro del tiempo de la
respiración.
En este estado de la meditación estamos sin conciencia
del cuerpo y sólo conscientes de la pulsación. Con el tiempo, y con una
observación alerta, nos damos cuenta que la resonancia de la pulsación tiene la
capacidad de moverse hacia arriba en la espina dorsal. Al principio,
experimentamos la resonancia en el corazón, luego en la pequeña cavidad en el
centro de la garganta y más adelante en el centro Ajna. En esta contemplación
tan avanzada, la conciencia puede moverse por medio del centro Ajna fuera del
cuerpo y experimentar la existencia etérica. En épocas antiguas, hubo personas
que abandonaron el cuerpo conscientemente durante la transición.
La Puerta a la Subjetividad
El principio pulsante, es la experiencia de una
expansión amorfa del azul y el elevarse, es como el vuelo de un pájaro. En
los Puranas, al pájaro de la respiración cósmica se le llama el águila Garuda.
El águila, pulsando con sus alas doradas, se eleva y el sol entra en ella.
Cuando nos elevamos, el sol, la conciencia divina, puede entrar en nosotros.
Por lo tanto a un iniciado se le considera que es un águila, y se dice que
muchos iniciados, existiendo más allá de forma, prefieren vivir en la forma de
un águila.
Quisiéramos ocuparnos de estos estados avanzados sin
dar los pasos preparatorios. Pero mientras el cuerpo, las emociones y los
pensamientos estén en desorden, no podemos entrar en la existencia sutil.
Nuestra vida se regula sólo si aplicamos la información sobre la pulsación en
nosotros y la practicamos por largos años. Entonces podemos ir de la
objetividad a la subjetividad. Un discípulo organiza su vida de una manera
rítmica para poder trabajar fácilmente en el mundo externo y retirarse al
interno. Entonces él expresa la vida pulsante del alma en el plano físico. Por
mucho que leamos acerca de ello, no servirá de nada sin la práctica. Sin
embargo, si comenzamos a trabajar con la respiración y permanecemos más y más
con el principio pulsante, nos llega a gustar y la puerta a la subjetividad se
abre lentamente, la puerta de entrada del ashram.
Las Cinco Pulsaciones
La pulsación trabaja en el cuerpo de cinco formas, y
debemos entender estas cinco pulsaciones para poder entender a la respiración. En
Sánscrito reciben también el nombre de los cinco Pranas o Vayus.
La primera pulsación, Prana, es el impulso desde la
circunferencia hacia el centro. Esta inicia el proceso de la inhalación e
introduce oxígeno. Se relaciona con la boca y el habla, el corazón y los
pulmones. Funciona desde la raíz de la nariz al corazón, y permite la recepción
de la energía de vida.
El proceso de la combustión en el cuerpo genera
carbón, y éste se expele a través del movimiento opuesto, el impulso del centro
a la circunferencia llamado Apana. Apana dirige el área desde el plexo
solar a las plantas de los pies y controla los procesos excretorios así como
los órganos de la procreación. Los desequilibrios de Prana tienen un efecto
negativo sobre la respiración, así como en el desarrollo de los centros
superiores. Los disturbios de Apana están vinculados con problemas digestivos y
un uso incorrecto de la sexualidad.
La brecha entre Prana y Apana, entre el plexo solar y
el corazón, está cubierta por Samana, la energía de balance. Samana emerge
cuando Prana y Apana están equilibradas. Es el interludio, donde no hay ni
inhalación ni exhalación y donde podemos sentir la pulsación sutil en el latido
del corazón. Samana tiene una relación particular con el estómago, con la
dieta, que debe ser bien balanceada. Samana causa un cambio de enfoque, del
egocentrismo a una actitud no egoísta, y conduce a Udana, el movimiento
ascendente.
Udana se mueve en el área del cerebro, entre la nariz
y el extremo más alto de la cabeza. Esta pulsación se experimenta en el
tercer ojo que lleva a la conciencia humana dentro de los reinos divinos. La
conexión de Samana y Udana quita la separación entre el hombre interno y el
externo, y la unidad emerge.
La quinta pulsación llamada Vyana permanece como el
trasfondo de las otros cuatro, impregna el cuerpo entero por medio de los
canales sutiles de energía y la corriente sanguínea. Por medio de Vyana el
hombre se experimenta como una encarnación de luz y percibe al cuerpo luminoso,
dentro del cuerpo material.
Estas cinco pulsaciones tienen que ser sintetizadas
para poder ascender a los planos superiores de nuestro ser. Esta
regulación se llama Pranayama, Prana regulado, el cuarto paso del Yoga. Esto no
significa ejercicios respiratorios, sino que es el resultado de los ejercicios,
por medio del cual, se pueden fácilmente alcanzar los pasos que le siguen. Si
permanecemos conscientemente en el principio sutil pulsante, se alcanza la meta
del yoga, Samadhi, ser uno con el Señor.
K.P. Kumar: Escuchar al Maestro Invisible / notas de
seminarios / E. Krishnamacharya: Psicología Espiritual. The World Teacher Trust
/ Ediciónes Dhanishta España.
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