En el primer
día de Sucot, la Columna Derecha de Zeir Anpín empieza a
moverse hacia Maljut para abrazarla. Éste es el significado
secreto del versículo: “…y su brazo derecho me abraza” (Cantar de los Cantares
2:6). Entonces todos se regocijan y todos los semblantes resplandecen.
Hay alegría en derramar agua sobre el altar, en Simjat Beit Hashoevá. Porque durante todo Sucot, la gente debe ser feliz regocijándose en muchas maneras diferentes. Esto es ocasionado por la Derecha, porque dondequiera que el lado derecho, a saber: los Jasadim, descansa, hay alegría en todas partes. Entonces hay gozo con el cual ser feliz— Zóhar, Pinjás
Sucot es el
tiempo de Jasadim, un tiempo de misericordia y alegría. Ahora que
hemos purificado el Deseo de Recibir para Sí Mismo mediante el trabajo que
realizamos en Rosh Hashaná, podemos comenzar la construcción de un deseo que no
sea “para Sí Mismo”, sino “para Compartir”, compartir el aspecto
de nosotros que está más cerca del atributo del Creador. Este es el propósito
de Sucot y es la razón de los abundantes aspectos de esta rica y alegre
festividad.
Los
instrumentos que usamos en Sucot: la Sucá, las cuatro especies que
crean la conexión con el Lulav y el Etrog, la
Ceremonia de Libación del Agua, forman parte del plan del Creador para
otorgarnos la capacidad de construir un futuro de armonía.
El Lulav representa
a Jésed, o misericordia. Se toma con la mano derecha, el lado
derecho es el lado de compartir, la Columna Derecha. El valor numérico de Lulav es
68, cuando sumamos los cuatro días de preparación, llegamos a 72, la plantilla
completa de los Nombres de Dios; eso significa que, al compartir, obtendremos
toda la fuerza de la Luz Divina. No acostamos al Lulav de
lado, siempre lo mantenemos erguido para atraer energía constantemente. Esto
nos recuerda que donde sea que haya misericordia, generosidad o bondad, en gran
o pequeña medida, hay un flujo constante de energía proveniente de los Mundos
Superiores hacia nuestro mundo.
El Etrog representa
un tipo diferente de energía. A menudo, la gente busca un Etrog bonito
porque este simboliza al mundo físico de Maljut. Es el nivel
del Reino; lo que es para mí. Es la vasija que contiene toda esa brillante Luz.
Cuando oramos
en la Sucá, juntamos el Lulav y el Etrog,
lo cual simboliza la unificación de estos dos aspectos y, después de todo,
dicha unión es el propósito de la Creación: el Lulav representa la cualidad
generosa del alma y el Etrog, el cuerpo, el receptor. No podemos hacer nuestro
trabajo en un cuerpo sin alma ni el alma puede hacer su trabajo sin un cuerpo;
juntos tenemos vida. Y no obstante, en el ámbito energético, el Lulav es
más fuerte que el Etrog, tal y como el deseo del Creador por
compartir con nosotros bondad infinita es más fuerte que nuestro deseo de
recibirla.
Sucot también
nos da la conexión de Libación del Agua conocida como Simjat Beit
Hashoevá en el sexto día. En la época del Templo, el agua era extraída
del pozo y vertida en el altar del Templo. Por lo tanto, la naturaleza de esta
conexión es extraer y verter agua. Esta conexión también continúa el tema de
traer a nosotros la fuerza de misericordia. Se dice que quien presencie esta
conexión debe hacerlo con gran regocijo, y que la simple observación proveerá
felicidad y protección de las aflicciones de la vida.
Al investigar
cada una de las acciones que realizamos en la Sucá, nos damos
cuenta de que esta ventana de tiempo, combinada con conciencia y tecnología,
nos ofrece la capacidad de atraer la parte más Divina de nosotros a la
configuración de nuestro ser, esto nos llena de la capacidad de cambiar con
respecto a cómo éramos en el pasado. Puede que quedemos vulnerables y sensibles
después de todo el trabajo de purificación de nuestra negatividad en las
festividades pasadas, y ahora es como si Dios dijera: “Te haré un lugar
junto a Mí en el que siempre te sentirás seguro”.
La Biblia nos
dice que cuando los hijos de Israel se fueron de Egipto, viajaron de la ciudad
de Ramesés a Sucot. Algunas personas dicen que Dios le dio Su protección al
pueblo con cabañas físicas, por eso Sucot es llamado el festival de las
cabañas, mientras que otras personas dicen que el pueblo estaba rodeado de
Nubes de Gloria: una bajo sus pies, una sobre su cabeza, cuatro a los lados y
una que los guiaba. Sabemos que, kabbalísticamente, es muy probable que ambas
sean ciertas, ya que una representa lo que ocurrió en el plano espiritual y la
otra es su manifestación física.
El 15º día del
mes de Tishrei, la nación comenzó la construcción del Mishkán.
El Mishkán iba a ser el lugar en el que Dios se comprometiera
a morar aquí en la Tierra, unirse a la humanidad. En Sucot, nosotros también
hacemos este compromiso de morar con Dios, dejar nuestra casa, las comodidades
físicas que nos atraen, el Faraón que busca hacernos regresar a Ramesés.
La Sucá es el lugar que nos nutrirá y nos llevará a un lugar
de energía para todo el año. Es como el estómago del leviatán, la
ballena en la que Yoná (Jonás) estuvo cuidadosamente resguardado por tres días
y tres noches para ser llevado a su destino. En la Sucá somos
bañados en Luz para emerger más fuertes y conectados con nuestra esencia
divina. La sombra que produce una Sucá cualquiera no protege
al cuerpo del sol, pero es la sombra que protege al alma.
La sabiduría
relacionada con la festividad de Sucot es una tecnología muy
detallada; podríamos pasar todo un año estudiando y preparándonos para ella y,
aun así, nos faltaría mucho por aprender. Por eso, para
quienes no somos grandes estudiosos y queremos conectarnos con la más pura
esencia de la festividad, creo que esta hermosa y conmovedora historia puede
ayudarnos a recordar lo que es realmente importante.
Había una vez
un hombre muy pobre y sencillo que tenía un gran deseo de tener una poderosa
conexión con Sucot. Él quería comprar el Etrog más hermoso
posible, uno que se pareciera a su amor y apreciación por el Creador y todos
los regalos que le había otorgado a él y a su familia.
La única
posesión valiosa que tenía era el Tefilín que le había dejado
su difunto padre. Como la festividad apenas estaba comenzando, sabía que no
necesitaría su Tefilín en los próximos nueve días, estaba
seguro de que todo se resolvería y que cuando llegara el momento encontraría la
manera de recuperar el Tefilín que tanto necesitaba. Así pues,
vendió su Tefilín y compró el Etrog más
hermoso que pudo.
Cuando le contó
a su esposa sobre su nueva y sagrada adquisición, ella se enfureció y le dijo:
“¿¡Cómo pudiste hacerle esto a nuestra familia!? ¿Tenemos tan poco para
alimentar a nuestros hijos y tú gastaste el dinero de la venta del Tefilín para
comprar un Etrog?”. Al decir esto, ella arrojó el Etrog al
suelo, eso rompió su perfecta e inmaculada corteza, y lo dejó irreparablemente
dañado.
El hombre, abatido
al ver su Etrog, pensó profundamente en el tema. “No tengo Tefilín”,
pensó. “No tengo Etrog, pero aún tengo el amor del Creador, y lo
más importante que puedo hacer para celebrar este amor es comportarme como el
Creador y mostrar amor en lugar de ira a mi esposa”.
Dentro de
la Sucá física y la Sucá espiritual que rodea nuestra alma en
este momento, lo más importante que debemos recordar es tener una conciencia
amorosa, ya que cuando la tengamos, recibiremos la armonía con nuestro prójimo,
aumentaremos la capacidad de nuestro corazón para amar a la gente y llevaremos
a toda la humanidad bajo la protección de las Nubes de Gloria.
Mientras
entramos a la Sucá cósmica, la cual nos resguarda a todos
durante los próximos ocho días, podemos pedir: “Mi Creador, sé que he hecho
tantas cosas sólo para mí que no merezco misericordia. He tropezado y caído; me
parezco más al Etrog que al Lulav. Sin embargo, sé
que a través de Tu Sucá me has dado un gran regalo, así pues,
por favor otórgame esta energía para poder ser un canal más fuerte de Tu Luz y
preocuparme por los demás como Tú lo haces por mí, ahora y durante todo el año
entrante”.
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