Karma, la ley de causa y efecto usualmente está asociada con la doctrina de la reencarnación. Esto tiene sentido porque Karma, la segunda Joya de Sabiduría, nos abre los ojos a la lógica de tener otra oportunidad para reparar las cosas. Unida a la doctrina de la reencarnación, los límites de tener que hacer todo en una sola vida son removidos. Los efectos siempre siguen a las causas: a veces no pasa un segundo antes de que veamos las consecuencias de una acción; otras veces pasan largos períodos de tiempo incluso tan largos como varias vidas.
La Ley
del Karma es la ley que actúa para recuperar la armonía. Toda acción tiene
influencia sobre la Naturaleza y la Naturaleza responde acorde a ella.
La cadena de causa y consecuencia en la vida humana, puede explorarse más como
la concatenación de pensamientos y acciones, que llevan a consecuencias de
características similares. Debido a que pensamos y actuamos vida tras vida,
construimos nuestro carácter continuamente. Una manera antigua y muy útil de
ver esto, es la siguiente:
Siembra
un pensamiento, cosecha una acción
Siembra
una acción, cosecha un hábito
Siembra
un hábito, cosecha un carácter.
Karma es
la explicación práctica de la construcción de nuestro carácter. Karma nos
enseña a ser disciplinados, consecuentes y honestos con nosotros mismos. Karma
es por definición justa con todos, aunque a veces no nos damos cuenta
inmediatamente. Una causa pudo originarse en esta o en anteriores vidas. Una
consecuencia puede manifestarse ahora o en vidas posteriores. Así pues, tenemos
un remanente de karma de vidas pasadas que aún no ha sido equilibrado. Es
karma producido por nosotros por el pensamiento o acciones y también tenemos
karma que ha comenzado a generar consecuencias. Así, podemos decir que las
circunstancias de nuestra vida se originan de cosas que nosotros hicimos, de
nuestro propio carácter. Karma nos da precisamente lo que hemos construido, ni
más ni menos. Las arbitrariedades, la culpa o los castigos no tienen lugar con
el karma. Es una ley neutral, de naturaleza impersonal y justa. Alguien puede
nacer en pobreza extrema en un país no desarrollado y otro puede hacerlo como
niño rico en un país de grandes oportunidades. Alguien puede ser saludable por
toda su vida y disfrutar de una vejez de riqueza y otro puede morir joven y
enfermo.
Es la naturaleza del
karma, que determina toda la larga serie de vidas pasadas, presentes y futuras,
darnos la oportunidad de trabajar nuestras acciones y pensamientos. Esta es la
razón por la que a menudo pensamos que estamos en una posición menos que
positiva, cuando es exactamente lo que
Tomar el control de nuestras vidas
El mundo
occidental opera sobre una tradición cristiana que ha inculcado muchos
pensamientos dogmáticos y opresivos de culpa y temor al castigo, de los cuales
ha tenido dificultad para liberarse. La idea de que uno nace en pecado y que
será salvado por medio de la misericordia de una fuerza externa a uno ha
esclavizado por temor durante generaciones. La creencia de que tanto uno como
los demás humanos han de arder en el infierno por siempre, ha atormentado
nuestras vidas. Los cristianos fundamentalistas cuya denominación particular
enseña la predestinación, han tenido que confrontar la idea de si uno nace ya
predestinado para irse al cielo o al infierno. Aun cuando la gente dé la
espalda a la Iglesia, los oscuros pensamientos de culpa y de temor pueden
llegar a jugar un papel en la neurosis aún muchos años después.
Cuando
esas personas encuentran la Teosofía, una de las primeras cosas en desaparecer
es el miedo. Uno sabe que nunca más se sentirá perdido. La experiencia
de que es uno quien observa, supervisa y controla su vida y la idea de
un dios que juzga o de que otros poderes externos interfieren con uno, dejan de
tener sentido. De esta forma uno aprende a estar comprometido en la vida y a
ver los infortunios con confianza. Existen aún incontables oportunidades para
uno en subsecuentes encarnaciones. Se comienza a comprender que se será capaz
de realizar todos los ideales.
Cuando
la mayoría de las personas escucha por primera vez estas simples verdades de la
Teosofía, algo resuena profundamente en su interior y les parece ahora
estar, finalmente, en el verdadero camino. Una de las formas en que Karma nos
ayuda en la vida diaria es cuando nos damos cuenta que si bien hemos crecido
con ciertas ideas, éstas pueden abandonarse fácilmente, así como un niño que
crece deja sus ropas. Descubrimos que tenemos la habilidad de elevarnos por
encima de nuestro ambiente, porque nuestro pensamiento puede cambiar, hacerse
más noble.
En otras
palabras, somos capaces de reemplazar pensamientos negativos que no sirven de
nada, por pensamientos nobles e inspiradores útiles. Es el karma el que nos
impulsa a reflexionar. Nosotros mismos somos nuestro karma. Somos
nuestras propias causas y consecuencias. Esa es la razón de por qué podemos
conscientemente sembrar otras causas, cosechar otras consecuencias y así
cambiamos nosotros mismos y nuestro entorno. Vivir con la percepción del karma
tiene como resultado una inquebrantable actitud positiva hacia la vida. Las
antiguas doctrinas de karma y reencarnación muestran que nosotros somos capaces
eventualmente de hacer realidad nuestros ideales. Esto se da mediante el uso de
las oportunidades de la manera más óptima. Karma es una ley neutral; no tiene
favoritos y por lo tanto es sabio apreciar las oportunidades que creamos por
nosotros mismos.
Superar los sentimientos de odio
Otro
efecto positivo de vivir con conocimiento de esta ley de causa y efecto es que
uno es capaz de sobrepasar sentimientos de odio. Las personas con experiencias
traumáticas como aquellos hombres enfrentados cuerpo a cuerpo en una batalla
durante una guerra, o personas que han sido víctimas de violentos asaltos, o
quienes han perdido a un ser querido durante un ataque terrorista, pueden
encontrar la paz dentro de sí mismos al estudiar la ley de karma. Obtienen
respuestas a preguntas que no pueden explicarse satisfactoriamente sin este
conocimiento.
Algunas
personas que han sufrido atropellos como los señalados antes u otros aún peores
(sin previo conocimiento de karma) con frecuencia se hacen la pregunta
siguiente: ¿por qué razón tuve que nacer precisamente en ese período, en ese
país, con esos padres y en esas circunstancias? ¿Por qué estaba exactamente en
ese lugar donde ocurrió el accidente? ¿Por qué esos criminales me hicieron eso?
Gracias a la doctrina del karma las personas tienen la posibilidad de hacer
otras preguntas como: ¿Acaso solo los otros son los responsables de las cosas
que nos han pasado? ¿Acaso plantamos las semillas por las cuales esto nos
sucedió? Recordemos que karma es una ley neutral y que de ninguna manera
podemos verla como un castigo, sino como una respuesta impersonal de la
Naturaleza a nuestros pensamientos y acciones durante todas nuestras vidas.
Cada incidente que nos incomoda en nuestras vidas es una oportunidad en
el universo para restablecer el balance y la armonía. Karma no es castigo
nunca; es siempre una oportunidad para hacer las cosas de forma
correcta. Cuando uno encuentra respuesta a estos asuntos mediante karma, los
sentimientos de odio comienzan a desvanecerse y las experiencias traumáticas
pueden ser puestas en perspectiva.
Romper
cadenas negativas
Karma es
una parte esencial de nuestra filosofía de vida que puede ayudarnos a
sobreponernos a traumas personales. El conocimiento de que somos parte de la unidad
universal y también participantes en un mundo de causas y consecuencias no
va a dejar que sean menos horribles las crueldades, pero sí tendremos las
herramientas para dejar atrás esas experiencias. Podemos llegar a ver los
eventos como oportunidades de crecimiento en vez de bloquear nuestras
habilidades espirituales con sentimientos de ira y venganza. El estudio de
karma nos da la capacidad de crecer espiritualmente aprendiendo a construir
pensamientos positivos y a promover la comprensión necesaria para trabajar
positivamente a gran escala.
Un
ejemplo de esta posibilidad es la instalación de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación en Sudáfrica después del fin del Apartheid. Aunque lejos de ser
un modelo de paz y armonía, este país ha sido capaz de hacer un gran esfuerzo
en un corto período, debido en parte a esta Comisión. Perseverar en el rencor e
insistir en la retribución, por otra parte, solo puede atraer consecuencias
catastróficas.
Un
ejemplo contrario se dio en Alemania después de la Primera Guerra Mundial,
donde las limitaciones impuestas por los vencedores causaron la ira y la
frustración a los alemanes y la llevaron al desastre económico: una causa
directa para la vulnerabilidad del pueblo alemán ante la retórica del
ascendente Tercer Reich. Tratemos de imaginar cómo sería el mundo en que
vivimos si las personas pudieran emplear la doctrina del karma como una
hipótesis de trabajo en sus vidas. Esto influiría sobre los gobiernos y
culturas enteras. Si las personas fuesen libres de invertir sus energías y
recursos seriamente para afrontar y negociar la guerra y la represión sin dejar
de apuntar primero a la paz dentro de ellos mismos, la cadena de la violencia
podría romperse.
La
polarización de la gente y la hostilidad entre países ya no tendría sentido.
Las consecuencias, entonces, serían la paz y la cooperación entre países y
grupos de gente.
Abandonar los apegos
Gracias
a Karma las personas se sienten atraídas unas a otras. Necesitamos percatarnos
que la fuerza de atracción tiene dos polos: amor y odio. Somos atraídos unos a
otros debido a simpatía o amor; pero también a antipatía u odio.
La
atracción causada por estas dos fuerzas opuestas une a las personas a través de
vidas. A pesar de que las relaciones creadas por el amor tienen características
diferentes a las establecidas por el odio, ambas fuerzas son igualmente poderosas.
Debido a este fenómeno, los individuos que son atraídos por sentimientos de
simpatía (a veces confundidos con amor) pueden desenvolverse al mismo tiempo en
diferentes direcciones en la misma vida. Uno de ellos puede estancarse por un
tiempo y el otro puede seguir adelante en un esfuerzo de crecimiento. Sus
intereses comunes pueden cambiar y el lazo de “amor” se va haciendo más débil.
Cuando esto ocurre la reacción a menudo es de odio y animadversión. Pero cuando
comprendemos el karma, este tipo de crecimiento separado no incluye el rencor
ni los sentimientos de rechazo. Esta es la lógica consecuencia del hecho de que
los individuos se desarrollan a diferente velocidad. Cuando uno se da cuenta de
que abrigar sentimientos de odio por alguien nos asegura el tener que
enfrentarse de nuevo con ese enemigo en otra vida (o incluso sentir esto una y
otra vez durante la presente vida) entonces aprendemos que la idea del perdón
toma una nueva perspectiva. Ya no significa una reunión emocional, por el
contrario una persona puede lograr sentimientos de completa neutralidad.
Perdonar a alguien no siempre significa reunirse con esa persona.
En
nuestros corazones siempre estamos conectados unos con otros. Pero por nuestros
pensamientos, alimentados por simpatía y también en ocasiones e
infortunadamente por antipatía, escogemos a las personas con las que vamos a
relacionarnos, padres y familiares, en el trabajo o entorno. Somos responsables
por esas escogencias, aunque puede que no recordemos haberlo hecho.
Cuando
la gente parece abandonarnos porque toman otra dirección en la vida, somos
capaces de aceptarlo más fácilmente debido al conocimiento de la doctrina del
karma. Aprendemos a ver nuestras circunstancias de una manera impersonal aun
cuando lo que sucede nos hiera en lo personal. Esto nos da la libertad de
soltar y respetar los deseos del otro.
Hermandad
Se
requiere una manera de pensar que trascienda los deseos y necesidades
personales; es una habilidad esencial para el estudio de las doctrinas de karma
y reencarnación. Esta disciplina nos prepara además para un futuro que se
extiende en subsecuentes vidas.
Fortalecer
pensamientos centrados en nosotros mismos podría intensificar nuestros
obstáculos internos. Tanto los pensamientos de auto engrandecimiento como los
de auto compasión son ejemplos primarios de vivir en la ilusión de que estamos
separados del resto de las demás personas. La herejía de la separatividad a la
que la mayoría de las personas todavía está adscrita, es la creencia de que
nuestra vida está desconectada de las otras vidas. Parte de la ilusión es el
que los problemas y necesidades de los demás no son problema nuestro y que
nuestras vidas están, o siempre podrían estar, separadas de la totalidad.
Los
principios de la Teosofía que son directamente perceptibles en la doctrina del
karma, nos muestran claramente que la Hermandad es un hecho de la
Naturaleza. Estamos inextricablemente ligados porque todos somos en esencia la vida,
el principio.
Actuar éticamente
La
Teosofía continúa aportando su valor una y otra vez cuando se trata de tomar
consciencia del hecho de un buen comportamiento. Aún en las más difíciles
circunstancias, la comprensión del karma nos da la sabiduría para actuar
éticamente.
Así lo
enseña Krishna en el Bhagavad Gītā:
Aquel que
lleva a cabo las acciones necesarias
Sin
apegarse a sus consecuencias y sin amar ni odiar
Tiene en
su naturaleza la cualidad de la verdad – sattva*
Más
adelante en ese mismo capítulo, dice:
El poder
del discernimiento que sabe cómo comenzar y renunciar,
qué debe
y qué no debe hacerse,
*Sattva es una de las tres gunas (o características): Sattva,
Rajas y Tamas. Sattva consiste en verdad, bondad, pureza y realidad. Rajas
representa la urgencia de la actividad. Tamas es pasividad e ignorancia.a qué
temerle y a qué no, lo que nos apresa rápidamente
y lo que deja al alma en libertad, es de la cualidad de sattva(1)
Todos
sabemos de situaciones en las que las personas deben tomar decisiones
difíciles, como qué acciones tomar en el caso de sospechas de abuso infantil.
Cuando alguien se adhiere a la doctrina del karma es capaz de actuar tranquila
y deliberadamente, buscando siempre una solución a largo plazo y nunca actuando
emocionalmente o sin juicio. Imagine usted lo siguiente: si la doctrina del karma
fuese practicada por los banqueros, nunca habría sucedido la crisis mundial de
los bancos. Los banqueros que están solo enfocados en sus propios intereses
cortoplacistas, causaron dicha crisis mundial. Si hubiesen comprendido un poco
la ley del karma, entonces habrían tenido una visión de largo alcance. El mundo
ciertamente se habría librado de la miseria que ese comportamiento egoísta
causó.
El libre albedrío
Las doctrinas de
karma y reencarnación nos muestran, como antes se dijo, el hecho innegable de
que nosotros mismos somos los arquitectos y diseñadores de esta vida y
la siguiente. No somos alimentados pasivamente por algún mecanismo sobre el
cual no tenemos influencia. Por el contrario, somos ese mismo mecanismo
en todo sentido. El ser humano tiene auto-consciencia que no está del todo
desarrollada. Sin embargo, esta auto-consciencia humana está suficientemente
desarrollada para vivir esta vida conscientemente y enfocar los pensamientos
en el bienestar general de nuestra familia y nuestros amigos, así como en los
conocidos y todos los demás hermanos nuestros, los vecinos de nuestro barrio,
de nuestro medio ambiente y el mundo del que somos parte esencial e inseparable.
Así, somos capaces de concentrarnos en el permanente y continuo desarrollo de
nuestras más elevadas facultades espirituales. De esta manera, hacemos de
nosotros seres aptos, inquebrantables y valiosos en el ejército de colaboradores
de la Humanidad.
La Teosofía nos
ofrece el conocimiento para construir una filosofía de vida para tal propósito.
Nosotros, con nuestros propios y auto-gobernados recursos de inspiración y
poder para el bien, podemos entrenarnos en la sabiduría para poner en práctica
ese conocimiento cada día en cada una de nuestras vidas.
Referencia
The
Bhagavad-Gītā. Ch. 18:
‘Devotion as regards renunciation and final liberation.’ Verses 26 and 30.
Traducido por William Q. Judge. Online:
www.theosociety.org/pasadena/gita/bg18.htm.
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