Centro Holística Hayden

Escuela de Autoconocimiento personal y espiritual

Master Reiki Usui - Master Reiki Karuna - Master Reiki Egipcio Seichim - Terapeuta Holística - Facilitadora espiritual - Numeróloga Evolutiva Humanista.

A través de estas herramientas te encuentras con tu verdadero Ser...aqui estamos....esperando darte la mano.........

2 de agosto de 2022

Karma, la Segunda Joya

Karma, la ley de causa y efecto usualmente está asociada con la doctrina de la reencarnación. Esto tiene sentido porque Karma, la segunda Joya de Sabiduría, nos abre los ojos a la lógica de tener otra oportunidad para reparar las cosas. Unida a la doctrina de la reencarnación, los límites de tener que hacer todo en una sola vida son removidos. Los efectos siempre siguen a las causas: a veces no pasa un segundo antes de que veamos las consecuencias de una acción; otras veces pasan largos períodos de tiem­po incluso tan largos como varias vidas.

La Ley del Karma es la ley que actúa para recuperar la armonía. Toda acción tiene influencia sobre la Naturaleza y la Naturaleza re­sponde acorde a ella. La cadena de causa y consecuencia en la vida hu­mana, puede explorarse más como la concatenación de pensamientos y acciones, que llevan a consecuencias de características similares. Debido a que pensamos y actuamos vida tras vida, construimos nuestro carácter continuamente. Una manera antigua y muy útil de ver esto, es la siguiente:

Siembra un pensamiento, cosecha una acción

Siembra una acción, cosecha un hábito

Siembra un hábito, cosecha un carácter.

Karma es la explicación práctica de la construcción de nuestro carácter. Karma nos enseña a ser disciplinados, consecuentes y honestos con nosotros mismos. Karma es por definición jus­ta con todos, aunque a veces no nos damos cuenta inmediatamente. Una causa pudo originarse en esta o en anteriores vidas. Una consecuencia puede manifestarse ahora o en vidas posteriores. Así pues, tenemos un re­manente de karma de vidas pasadas que aún no ha sido equilibrado. Es karma producido por nosotros por el pensamiento o acciones y también tenemos karma que ha comenzado a generar consecuencias. Así, podemos decir que las circunstancias de nues­tra vida se originan de cosas que nosotros hicimos, de nuestro propio carácter. Karma nos da precisamente lo que hemos construido, ni más ni menos. Las arbitrariedades, la culpa o los castigos no tienen lugar con el karma. Es una ley neutral, de natu­raleza impersonal y justa. Alguien puede nacer en pobreza extrema en un país no desarrollado y otro puede hacerlo como niño rico en un país de grandes oportunidades. Alguien puede ser saludable por toda su vida y disfrutar de una vejez de riqueza y otro puede morir joven y enfermo.

Es la naturaleza del karma, que determina toda la larga serie de vidas pasadas, presentes y futuras, darnos la opor­tunidad de trabajar nuestras acciones y pensamientos. Esta es la razón por la que a menudo pensamos que estamos en una posición menos que positiva, cuando es exactamente lo que

Tomar el control de nuestras vidas

El mundo occidental opera sobre una tradición cristiana que ha inculcado muchos pensamientos dogmáticos y opresivos de culpa y temor al castigo, de los cuales ha tenido dificultad para liberarse. La idea de que uno nace en pecado y que será salvado por medio de la miseri­cordia de una fuerza externa a uno ha esclavizado por temor durante generaciones. La creencia de que tanto uno como los demás humanos han de arder en el infierno por siempre, ha atormentado nuestras vidas. Los cristianos fundamentalistas cuya denominación particular enseña la predestinación, han tenido que confrontar la idea de si uno nace ya predestinado para irse al cielo o al infierno. Aun cuando la gente dé la espalda a la Iglesia, los oscuros pensamientos de culpa y de temor pueden llegar a jugar un papel en la neurosis aún muchos años después.

Cuando esas personas encuentran la Teosofía, una de las primeras cosas en desaparecer es el miedo. Uno sabe que nunca más se sentirá perdido. La experiencia de que es uno quien observa, supervisa y controla su vida y la idea de un dios que juzga o de que otros poderes externos interfieren con uno, dejan de tener sentido. De esta forma uno aprende a estar comprometido en la vida y a ver los infortunios con confianza. Existen aún incontables oportunidades para uno en subsecuentes encarnaciones. Se comienza a comprender que se será capaz de realizar todos los ideales.

Cuando la mayoría de las personas escucha por primera vez estas simples verdades de la Teosofía, algo resuena profundamente en su interior y les parece ahora estar, finalmente, en el verdadero camino. Una de las formas en que Karma nos ayuda en la vida diaria es cuando nos damos cuenta que si bien hemos crecido con ciertas ideas, éstas pueden abandonarse fácilmente, así como un niño que crece deja sus ropas. Descubrimos que tenemos la habilidad de elevarnos por encima de nuestro ambiente, porque nuestro pensamiento puede cambiar, hacerse más noble.

En otras palabras, somos capaces de reemplazar pensamien­tos negativos que no sirven de nada, por pensamientos no­bles e inspiradores útiles. Es el karma el que nos impulsa a reflexionar. Nosotros mismos somos nuestro karma. Somos nuestras propias causas y consecuencias. Esa es la razón de por qué podemos conscientemente sembrar otras causas, cosechar otras consecuencias y así cambiamos nosotros mismos y nuestro entorno. Vivir con la percepción del karma tiene como resultado una inquebrantable actitud positiva hacia la vida. Las antiguas doctrinas de karma y reencarnación muestran que nosotros somos capaces eventualmente de hacer realidad nuestros ideales. Esto se da mediante el uso de las oportunidades de la manera más óptima. Karma es una ley neutral; no tiene favoritos y por lo tanto es sabio apreciar las oportunidades que creamos por nosotros mismos.

Superar los sentimientos de odio

Otro efecto positivo de vivir con conocimiento de esta ley de causa y efecto es que uno es capaz de sobrepas­ar sentimientos de odio. Las personas con experiencias traumáticas como aquellos hombres enfrentados cuerpo a cuerpo en una batalla durante una guerra, o personas que han sido víctimas de violentos asaltos, o quienes han perdido a un ser querido durante un ataque terrorista, pueden encontrar la paz dentro de sí mismos al estudiar la ley de karma. Obtienen respuestas a preguntas que no pueden explicarse satisfactoriamente sin este conocimiento.

Algunas personas que han sufrido atropellos como los señalados antes u otros aún peores (sin previo conocimiento de karma) con frecuencia se hacen la pregunta siguiente: ¿por qué razón tuve que nacer precisamente en ese perío­do, en ese país, con esos padres y en esas circunstancias? ¿Por qué estaba exactamente en ese lugar donde ocurrió el accidente? ¿Por qué esos criminales me hicieron eso? Gracias a la doctrina del karma las personas tienen la posibilidad de hacer otras preguntas como: ¿Acaso solo los otros son los responsables de las cosas que nos han pasado? ¿Acaso plantamos las semillas por las cuales esto nos sucedió? Recordemos que karma es una ley neutral y que de ninguna manera podemos verla como un castigo, sino como una respuesta impersonal de la Naturaleza a nuestros pensamientos y acciones durante todas nuestras vidas. Cada incidente que nos incomoda en nuestras vi­das es una oportunidad en el universo para restablecer el balance y la armonía. Karma no es castigo nunca; es siempre una oportunidad para hacer las cosas de forma correcta. Cuando uno encuentra respuesta a estos asuntos mediante karma, los sentimientos de odio comienzan a desvanecerse y las experiencias traumáticas pueden ser puestas en perspectiva.

Romper cadenas negativas

Karma es una parte esencial de nuestra filosofía de vida que puede ayudarnos a sobreponernos a traumas perso­nales. El conocimiento de que somos parte de la unidad universal y también participantes en un mundo de causas y consecuencias no va a dejar que sean menos horribles las crueldades, pero sí tendremos las herramientas para dejar atrás esas experiencias. Podemos llegar a ver los eventos como oportunidades de crecimiento en vez de bloquear nuestras habilidades espirituales con sentimientos de ira y venganza. El estudio de karma nos da la capacidad de crecer espiritualmente aprendiendo a construir pensamien­tos positivos y a promover la comprensión necesaria para trabajar positivamente a gran escala.

Un ejemplo de esta posibilidad es la instalación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en Sudáfrica después del fin del Apartheid. Aunque lejos de ser un modelo de paz y armonía, este país ha sido capaz de hacer un gran esfuerzo en un corto período, debido en parte a esta Comisión. Perseverar en el rencor e insistir en la retribución, por otra parte, solo puede atraer consecuencias catastróficas.

Un ejemplo contrario se dio en Alemania después de la Primera Guerra Mundial, donde las limitaciones impues­tas por los vencedores causaron la ira y la frustración a los alemanes y la llevaron al desastre económico: una causa directa para la vulnerabilidad del pueblo alemán ante la retórica del ascendente Tercer Reich. Tratemos de imaginar cómo sería el mundo en que vivimos si las personas pudieran emplear la doctrina del karma como una hipótesis de trabajo en sus vidas. Esto influiría sobre los gobiernos y culturas enteras. Si las personas fuesen libres de invertir sus energías y recursos seriamente para afrontar y negociar la guerra y la represión sin dejar de apuntar primero a la paz dentro de ellos mismos, la cadena de la violencia podría romperse.

La polarización de la gente y la hostilidad entre países ya no tendría sentido. Las consecuencias, entonces, serían la paz y la cooperación entre países y grupos de gente.

Abandonar los apegos

Gracias a Karma las personas se sienten atraídas unas a otras. Necesitamos percatarnos que la fuerza de atracción tiene dos polos: amor y odio. Somos atraídos unos a otros debido a simpatía o amor; pero también a antipatía u odio.

La atracción causada por estas dos fuerzas opuestas une a las personas a través de vidas. A pesar de que las relaciones creadas por el amor tienen características diferentes a las establecidas por el odio, ambas fuerzas son igualmente poderosas. Debido a este fenómeno, los individuos que son atraídos por sentimientos de simpatía (a veces confundidos con amor) pueden desenvolverse al mismo tiempo en dif­erentes direcciones en la misma vida. Uno de ellos puede estancarse por un tiempo y el otro puede seguir adelante en un esfuerzo de crecimiento. Sus intereses comunes pueden cambiar y el lazo de “amor” se va haciendo más débil. Cuando esto ocurre la reacción a menudo es de odio y animadversión. Pero cuando comprendemos el karma, este tipo de crecimiento separado no incluye el rencor ni los sentimientos de rechazo. Esta es la lógica consecuencia del hecho de que los individuos se desarrollan a diferente velocidad. Cuando uno se da cuenta de que abrigar sentimientos de odio por alguien nos asegura el tener que enfrentarse de nuevo con ese enemigo en otra vida (o incluso sentir esto una y otra vez durante la presente vida) entonces aprendemos que la idea del perdón toma una nueva perspectiva. Ya no significa una reunión emocional, por el contrario una persona puede lograr sentimientos de completa neutralidad. Perdonar a alguien no siempre significa reunirse con esa persona.

En nuestros corazones siempre estamos conectados unos con otros. Pero por nuestros pensamientos, alimentados por simpatía y también en ocasiones e infortunadamente por antipatía, escogemos a las personas con las que vamos a relacionarnos, padres y familiares, en el trabajo o entorno. Somos responsables por esas escogencias, aunque puede que no recordemos haberlo hecho.

Cuando la gente parece abandonarnos porque toman otra dirección en la vida, somos capaces de aceptarlo más fácilmente debido al conocimiento de la doctrina del karma. Aprendemos a ver nuestras circunstancias de una manera impersonal aun cuando lo que sucede nos hiera en lo personal. Esto nos da la libertad de soltar y respetar los deseos del otro.

Hermandad

Se requiere una manera de pensar que trascienda los deseos y necesidades personales; es una habilidad esencial para el estudio de las doctrinas de karma y reencarnación. Esta disciplina nos prepara además para un futuro que se extiende en subsecuentes vidas.

Fortalecer pensamientos centrados en nosotros mismos podría intensificar nuestros obstáculos internos. Tanto los pensamientos de auto engrandecimiento como los de auto compasión son ejemplos primarios de vivir en la ilusión de que estamos separados del resto de las demás personas. La herejía de la separatividad a la que la mayoría de las personas todavía está adscrita, es la creencia de que nuestra vida está desconectada de las otras vidas. Parte de la ilusión es el que los problemas y necesidades de los demás no son problema nuestro y que nuestras vidas están, o siempre podrían estar, separadas de la totalidad.

Los principios de la Teosofía que son directamente percep­tibles en la doctrina del karma, nos muestran claramente que la Hermandad es un hecho de la Naturaleza. Estamos inextricablemente ligados porque todos somos en esencia la vida, el principio.

Actuar éticamente

La Teosofía continúa aportando su valor una y otra vez cuando se trata de tomar consciencia del hecho de un buen comportamiento. Aún en las más difíciles circunstancias, la comprensión del karma nos da la sabiduría para actuar éticamente.

Así lo enseña Krishna en el Bhagavad Gītā:

Aquel que lleva a cabo las acciones necesarias

Sin apegarse a sus consecuencias y sin amar ni odiar

Tiene en su naturaleza la cualidad de la verdad – sattva*

Más adelante en ese mismo capítulo, dice:

El poder del discernimiento que sabe cómo comenzar y renunciar,

qué debe y qué no debe hacerse,

 

*Sattva es una de las tres gunas (o características): Sattva, Rajas y Tamas. Sattva consiste en verdad, bondad, pureza y realidad. Rajas representa la urgencia de la actividad. Tamas es pasividad e ignorancia.a qué temerle y a qué no, lo que nos apresa rápidamente

y lo que deja al alma en libertad, es de la cualidad de sattva(1)

 

Todos sabemos de situaciones en las que las personas deben tomar decisiones difíciles, como qué acciones tomar en el caso de sospechas de abuso infantil. Cuando alguien se adhiere a la doctrina del karma es capaz de actuar tranquila y deliberadamente, buscando siempre una solución a largo plazo y nunca actuando emocionalmente o sin juicio. Imagine usted lo siguiente: si la doctrina del karma fuese practicada por los banqueros, nunca habría sucedido la crisis mundial de los bancos. Los banqueros que están solo enfocados en sus propios intereses cortoplacistas, causaron dicha crisis mundial. Si hubiesen comprendido un poco la ley del karma, entonces habrían tenido una visión de largo alcance. El mundo ciertamente se habría librado de la miseria que ese comportamiento egoísta causó.

El libre albedrío


Las doctrinas de karma y reencarnación nos muestran, como antes se dijo, el hecho innegable de que nosotros mismos somos los arquitectos y diseñadores de esta vida y la siguiente. No somos alimentados pasivamente por algún mecanismo sobre el cual no tenemos influencia. Por el contrario, somos ese mismo mecanismo en todo sentido. El ser humano tiene auto-consciencia que no está del todo desarrollada. Sin embargo, esta auto-consciencia humana está suficientemente desarrollada para vivir esta vida con­scientemente y enfocar los pensamientos en el bienestar general de nuestra familia y nuestros amigos, así como en los conocidos y todos los demás hermanos nuestros, los vecinos de nuestro barrio, de nuestro medio ambiente y el mundo del que somos parte esencial e inseparable. Así, somos capaces de concentrarnos en el permanente y continuo desarrollo de nuestras más elevadas facultades espirituales. De esta manera, hacemos de nosotros seres aptos, inquebrantables y valiosos en el ejército de colab­oradores de la Humanidad.

La Teosofía nos ofrece el conocimiento para construir una filosofía de vida para tal propósito. Nosotros, con nuestros propios y auto-gobernados recursos de inspiración y poder para el bien, podemos entrenarnos en la sabiduría para poner en práctica ese conocimiento cada día en cada una de nuestras vidas.

Referencia

The Bhagavad-Gītā. Ch. 18: ‘Devotion as regards renunciation and final liberation.’ Verses 26 and 30. Traducido por William Q. Judge. Online: www.theosociety.org/pasadena/gita/bg18.htm.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario