Todas las religiones enseñan la importancia del perdón, ya sea en la forma de poner la otra mejilla en el cristianismo o en la práctica budista de enviar amorosa bondad a todos los seres. Sin embargo, es muy difícil decidir simplemente perdonar a alguien que te ha hecho daño y hacer que las emociones de ira o el sentimiento de traición desaparezcan. Es igualmente difícil perdonarse a uno mismo y hacer que el sentimiento de vergüenza o decepción se disuelva y deje de afectarnos.
A veces nos aferramos tan firmemente a nuestros resentimientos
que los llevamos con nosotros hasta nuestro lecho de muerte. Cuando nos
perdonamos a nosotros mismos y a los demás, podemos reprogramar las redes
neuronales tóxicas de nuestro cerebro límbico. Para perdonarnos de verdad
a nosotros mismos y a los demás, debemos actualizar la programación que es la
fuente de nuestras creencias limitantes. Pero descubrimos que hay una
trampa neurológica; es muy difícil crear nuevas redes neuronales hasta que
practicamos el perdón.
Este ejercicio fue especialmente útil para los chamanes
después de la conquista española de las Américas en los siglos XV y XVI.
Con él, pudieron perdonar a los conquistadores que causaron estragos en sus
tradiciones y esclavizaron a su pueblo. En algunas partes de los Andes,
esta práctica se conoce como “enterrar la espada de la conquista”.
Funciona reimprimiendo la imagen de un ser querido sobre la imagen de alguien
que te ha perjudicado. Esto puede ayudarte a anular la programación de tu
cerebro prehistórico. No es una práctica fácil, porque la mente se
resistirá a mantener esta imagen de un ser querido junto con la de un enemigo.
La práctica del perdón radical funciona mejor cuando estás
relajado. Siéntate cómodamente y respira profunda y relajadamente.
Llama a tu mente la imagen de un ser querido y siente los sentimientos de
cariño y afecto. Mantén esta imagen durante tres
respiraciones.
Ahora, recuerda la imagen de alguien que crees que te ha hecho
daño: un antiguo amante o socio, o alguien que te ha maltratado física o
emocionalmente. Durante una larga respiración, siente cómo la ira o el
resentimiento que sientes hacia esa persona se agolpa en tu interior. Ahora,
durante cinco largas respiraciones, sobrepone la imagen de tu ser querido a
esta persona, e imagina cómo se desvanecen y se funden hasta que sólo queda la
imagen de tu ser querido, y sólo perduran los sentimientos de amor y
cariño.
Este ejercicio debe repetirse con frecuencia para que limpies
las emociones tóxicas y borres las redes neuronales del cerebro límbico.
Notarás que la intensidad de tus sentimientos de ira o resentimiento
disminuirán gradualmente, hasta que un día descubras que se han extinguido.
Entonces podrás extraer la lección que aún tienes que aprender de esa relación
y no tendrás que perder tiempo y energía en emociones tóxicas. Una vez
que aprendemos las lecciones que nuestros enemigos tienen que enseñarnos, ya no
necesitamos seguir aprendiendo de esa manera.
Asegúrate de practicar el Perdón Radical en los proximos dias
antes de la siguiente entrega de la serie de este mes Regalos para ayudarte a
encontrar tu Propósito Sagrado.
En Munay, Alberto Villoldo
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