Cristina
Laird
Una
de las riquezas extraordinarias de la carta astral, y la Astrología, es que no
muestra con claridad las partes de nuestra psique que tendemos
"proyectar" afuera, es decir, ver en los demás.
Esa
conexión entre planetas que llamamos aspectos, ya sea unidos por ángulos de
180º, 90º, 150º particularmente, nos muestran con claridad que parte de
nosotros mismos nos cuesta asimilar como nuestra y tendemos a vivirlo a través
de otras personas
Los
planetas llamados maléficos, como por ejemplo: Marte, Saturno o Plutón, por
nombrar algunos, son los que más nos cuesta reconocer en nuestro interior y
tendemos a verlos en los ojos y las acciones de los demás. Pero
por supuesto
cualquier planeta puede ser proyectado al exterior o mejor dicho en otra
persona.
Marte,
el guerrero, se lee fuera de nosotros, como aquellos que siempre parecen
competir con nosotros, aquellos con quien siempre parecemos sentir la necesidad
de discutir. Saturno, el gran Crítico es el más común de las proyecciones, ya
que nuestra intensa inseguridad, baja autoestima y crítica interna, nos hace
sentir criticados por los demás. Un simple gesto, una palabra en los labios de
otro, puede desatar una serie de emociones y enviarnos a ese lugar en nuestra
psique, donde nos sentimos más vulnerables y más inadecuados. Plutón, el
señor de las tinieblas, es visto en los demás como aquel que nos quiere
dominar, que no nos deja ser quien realmente somos.
Como
es de imaginar, el "otro", usualmente aquellas personas más
cercanas a nosotros mismos y a quien nos liga algún tipo de emoción, se
convierte en el monstruo que nos condena, que no nos valora, el malvado
que nos critica, aquel que nos envidia, que nos persigue, que nos juzga y no
nos deja ser feliz. Son aquellos que deseamos que desaparezcan de la faz de la
Tierra.
Está
claro que nada de esto ocurre en el "otro" sino en nuestro interior.
Pero por supuesto, que todo esto se vuelve aún más interesante cuando se
comparan las cartas astrales de dos personas, lo que en Astrología, llamamos
Sinastría, y allí sí que podemos ver, como si de magia se tratase, que
los planetas en la carta astral de aquellas personas que de alguna manera, se
convierten en el recipiente de nuestras proyecciones, sobre todos los llamados
maléficos, parecen entrelazados con los nuestros. ¿Es esto lo que nos atrajo en
primer lugar a ellos? ¿Y si así fuese, por qué al principio parece unirnos
"algo especial" para luego terminar tan diferentemente?
Cuantas
veces hemos dicho: "Como es posible que esta persona me haga esto?",
"¿Cómo he podido enamorarme de esta persona?" Es justamente cuando
nos pasa esto que debemos recoger nuestras proyecciones y mirar en nuestro
interior. La pregunta correcta sería: "Qué es lo que toca en mi interior
la actitud de esta persona?" "Si me hace sentir fatal, qué es lo que
se mueve en mi interior?"
Estos
aparentes enemigos son al final nuestros grandes maestros, si sabemos
aprovechar la oportunidad. Si nos quedamos tranquilos, culpando al otro,
entonces nos estamos perdiendo la lección y es una cuestión de tiempo hasta que
"otro" nos apriete el mismo botón. Parte de nuestro proceso hacia el
ser adulto, es aprender las lecciones y poco a poco, dejar la victimación, para
convertirnos en los dueños de nuestro propio desarrollo y nuestras propias
experiencias.
Si te sientes víctima de otro, entonces no
estás aprendiendo la lección y estás estancado en un patrón que está pidiendo a
gritos que le atiendas y le pongas luz. A través de la carta astral, podemos
ver con claridad, cuales son esas cualidades que nos cuesta asimilar y que
vemos en los ojos de los demás. Sin toma de consciencia no hay felicidad
posible, aunque en la camino hacia ella, debamos pasar por el dolor. Sin dolor
no hay nacimiento ni transformación. No lo desperdicies.
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