EL DISCO
SOLAR DE ORO DE MU
El gigantesco Disco Solar de Oro estaba
sujeto por cuerdas del más puro oro en un santuario situado en el Templo más
importante de la Luz Divina de la Madre Patria de Mu.
Frente al Disco, sobre un altar, que era un pilar tallado en un
bloque de sólida piedra, resplandecía la eterna Luz blanca de la
cristalina Llama Maxin, la Divina Luz Ilimitada
de la Creación. Alrededor del año 30.000 A. de C. La Luz
Maxin se apagó en el Altar a causa de la maldad de algunos
sacerdotes-científicos del Gran Mu. El Disco Solar permaneció en su santuario,
empero, hasta el momento de la destrucción final y de su hundimiento en el mar
en 10-12.000 A.C.
Como hemos dicho anteriormente, ese Disco no
era usado meramente como objeto de adoración, ni tampoco como la representación
simbólica de nuestro Sol Solar. Era también un instrum
ento científico, y el
secreto de su poder provenía originalmente de las tinieblas del pasado en la
época de la Raza de los Mayores. En parte, era un objeto
de adoración porque se lo empleaba en los servicios ritualísticos del templo
como foco o punto de concentración para aquellos que meditaban. Servía asimismo
como representación simbólica del Gran Sol Central, o Sol
Cósmico, el que, a su vez, simboliza al Creador. Como instrumento
científico se lo usaba conectado con un complejo sistema de espejos de oro
puro, reflectores y lentes para producir la curación en los cuerpos de aquellos
que estaban dentro del Templo de la Luz. En verdad, esa era la razón por
la cual se lo llamaba el Templo de la Luz Divina. Además
de todas esas funciones, el Disco Solar era un punto focal para la
concentración de calidad dimensional. Cuando el disco era golpeado por un
sacerdote científico, que entendía su manera de operar, establecía ciertas
condiciones vibratorias que podían producir intensos terremotos y, si proseguían
por mucho tiempo, provocar una modificación en la rotación de la
Tierra misma. Cuando se lo hacía armonizar con el peculiar modelo de
frecuencia de una persona podía transportar a dicha persona a cualquier lugar
donde quisiera ir con sólo crear la imagen mental del viaje. Era, por
consiguiente, un objeto de transportación.
El Disco Solar de Oro de Mu no
estaba hecho de oro ordinario, sino de oro que había sufrido una transmutación,
y tan insólito en sus cualidades que era un metal translúcido similar, evidentemente,
al metal de los ovnis a cuyo través es casi posible mirar.
El Señor Muru trajo
ese Disco consigo cuando viajó al Lago Titicaca, y se lo
colocó en el templo subterráneo en el Monasterio de la
Hermandad de los Siete Rayos. Aquí, lo emplearon cotidianamente no
sólo dos discípulos de vida, sino también los Maestros y los Santos de las
Escuela de Misterio de todo el mundo para ser teletransportados a
la ida y a la vuelta y así asistir al Concilio o participar en alguna Ceremonia
de Transmisión.
Cuando los Incas arribaron al Perú, y en
verdad llegaron, porque no eran indios quichuas nativos, sino que provenían de
una tierra situada al otro lado del Pacífico, establecieron una sociedad
altamente espiritualizada encima de las ruinas de la gran cultura que había
pertenecido al Imperio Colonial de Lemuria. Los Sumos Sacerdotes del Sol de
Tawantinsuyo –nombre del Imperio Inca- construyeron su Coricancha o Templo del
Sol exactamente encima de la antigua estructura que se remontaba a una época
muy remota. En los antiguos archivos de su país natal situado al otro lado del
Pacífico se habían enterado de la existencia del Disco Solar de Oro de
Mu y sabían que lo habían sacado del continente condenado y llevado a
una nueva tierra donde el Señor Muru había fundado un Retiro Interior o
Santuario.
Una vez que estuvieron en el Perú, los Sumos
Sacerdotes incas buscaron empeñosamente y durante mucho tiempo el Disco pero
nunca fueron capaces de localizarlo. Empero, cuando llegaron al lugar
en la Senda Espiritual donde podían usar el Disco en beneficio de
todo su pueblo –los nativos, las tribus indígenas, que habían sido amalgamadas
en un imperio- como se acostumbraba en Mu, les fue ofrecido entonces para su
uso diario en su Templo del Sol en Cuzco.
En aquella época el Emperador Inca era un
Místico Divino o Santo, y realizó un peregrinaje al Monasterio del Lago
Titicaca, y allí Aramu-Muru, como Jefe Espiritual o Abate de la
Hermandad entregó el Disco al Emperador. Se impartieron órdenes para que
varios Hermanos del Lago lo acompañaran en su viaje a la capital del
imperio, Cuzco. Allí el Disco fue colocado en un santuario que
habían preparado, y se lo mantenía sujeto con cuerdas de oro tal como se hacía
en la antigua Lemuria. Aún hoy, los orificios por los cuales pasaban las cuerdas
pueden verse en el Convento de Santo de Domingo de Cuzco que fue erigido sobre
el Templo del Sol pre-inca e inca.
Los incas llamaban a su Templo del Sol Coricancha,
que significa Lugar de Oro o Jardín de Oro. Esto
se debía a las magníficas figuras de tamaño natural de hombres, animales,
plantas y flores hechas de oro que estaban en un verdadero Jardín de Oro
adyacente al Templo del Sol. Pero los científicos-sacerdotes llamaban al
Templo Amarucancha. En algunas de las piedras de Santo Domingo aún
se ven serpientes talladas (amarus) y debido a esta razón,
dicen, algunos llamaban a ese Templo Amarucancha o Lugar
de las Serpientes. Sin embargo, esta no es la verdadera razón. Aramu es una
forma de Amaru, que es uno de los nombres del Señor Maru. En los Andes hay
grandes serpientes que todavía se llaman amarus. El nombre del Señor Maru tiene
que ver con la serpiente porque su título es similar al de otro maestro mundial, Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada del
Imperio Azteca en México. Por lo tanto el Templo del Sol en Cuzco recibió su
nombre deAmaru-Muru, jefe del Monasterio del Lago Titicaca, porque fue
él quien les permitió por último tener el Disco de Oro en su Templo del Sol.
Dentro del Templo mayor había templos menores o santuarios consagrados
a la Luna, los Doce Planetas (Estrellas), y a los Siete Rayos.
La Hermandad de los Siete Rayos llegó
a ser la fuerza rectora en la vida espiritual de los incas, y así aprendieron
el uso del Disco en los antiguos códices dejados por los sabios pre-incas que
eran colonos lémures. El Disco permaneció en el Coricancha en Cuzco hasta que
los sacerdotes supieron que Don Francisco Pizarro había
desembarcado en el Perú. Sabiendo muy bien lo que iba a ocurrir, sacaron
tristemente el Disco de su santuario en el Cuzco y lo devolvieron a su lugar
en el templo subterráneo del Monasterio. Los conquistadores
españoles nunca lo descubrieron.
En 21 de enero de 1956, el Bienamado
Arcángel Miguel del Sol pronunció una conferencia en Su Retiro de
Banff, en las montañas Rocosas del Canadá. Lo que sigue a continuación es un
extracto de dicha conferencia:
“Muchos de
los Templos usados en Atlantis y Lemuria han sido levantados en los reinos
etéricos. Algún día, cuando el hombre esté pronto para recibirlos descenderán
suavemente. Una o más de las preciosas piedras empleadas en la construcción de
esos Templos se depositaron en las manos de un Sumo Sacerdote o del Jefe de una
Orden Espiritual con la cual se ponen en conexión con la Jerarquía
Celestial. Hay varias docenas de piedras de Mi Templo en posesión de
individuos que están hoy día en varios puntos de la superficie de la
Tierra…”
El Disco Solar de Oro de Mu es
una de las preciosas piedras a que se refiere el Señor Miguel. Y
fue puesto en las manos del Jefe de la Hermandad de los Siete Rayos, Aramu-Muru. El
Disco permanecerá en el Lago Titicaca hasta el día en que el hombre esté
espiritualmente pronto para recibirlo y emplearlo nuevamente. En ese día el
Disco de Oro será sacado de su cámara subterránea y se lo colocará en lo alto
del Monasterio de la Hermandad. Los peregrinos de la Nueva
Aurora lo verán desde muchos kilómetros de distancia reflejando los
gloriosos rayos del Sol. Provendrá del Disco un innegable sonido de la más pura
armonía que llevará a los muchos seguidores de la luz en el hollado sendero
hasta la antigua puerta de la Hermandad de los Siete Rayos, y
entrarán en el Valle de la Luna Azul para reunirse en la
confraternidad del Padre.
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