Centro Holística Hayden

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27 de diciembre de 2013

El terreno del saber

por Prem Rawat

Me gustaría hablar de algo muy bonito: estás vivo. Eso es increíblemente precioso. Y cuando hablamos del ser, hablamos de reconocer, de comprender quién eres. Cuando piensas: “Soy australiano, neozelandés, inglés, escocés, irlandés”, estás olvidando quién eres. Eres un ser humano. Oímos hablar de superhéroes que han alcanzado el estado supremo del ser. ¿Qué pasa si digo que tú has alcanzado ese estado? Estás vivo. Ése es el estado supremo del ser. No hay ningún estado superior a estar vivo. Eso es todo.

La gente va al cine para entretenerse, para ver un poco de acción, algún drama. Pasan por todo el ritual de comprar sus palomitas de maíz, sus dulces, sus refrescos. ¡Eso sí que es planific
ar! El ejército podría aprender un par de cosas de esas personas en cuanto a disciplina. Saben exactamente qué y cuánto comprar. Luego se acomodan en el asiento elegido. Empieza la película, y la línea divisoria entre la realidad y la ficción se difumina. Algunos incluso empiezan a llorar. Si pudieran ver la filmación se reirían, porque lo que están viendo es quizá la toma número quince de la misma escena Creemos. Vamos a creer por un momento que hay una vaca frente a nosotros, y que está mugiendo. Puede que no haya nada malo en creer eso, pero cuando necesites leche, recuerda algo: si esa vaca da leche, es sólo leche imaginaria. No es real. No podrás beberla. Puedes imaginártela, puedes simular que te la estás bebiendo, pero no satisfará tu sed. Todo lo relacionado con ella tiene que ser imaginario, porque sólo es una fantasía.

En el terreno del saber no hay fantasía. Uno siente. De eso es de lo que hablo. No es una tierra imaginaria. En el ser humano hay un anhelo tan profundo que te deja seco y, al mismo tiempo, te llena. Es la danza mágica de saciar la sed interior.

¿Alguna vez has bebido agua cuando tenías mucha, mucha sed? El agua se vuelve dulce. Tu concentración está sólo en tomar esa agua y beber, beber, beber. Y cuando acabas, dices: “¡Ah!”. Estás satisfecho.

¿Qué es el agua? Algo que no tiene identidad. No es cuadrada ni redonda. Toma la forma del recipiente que la contenga. No tiene color. Brota del suelo, a veces de las rocas, de lugares asombrosos. Si intentaras describir su aspecto físico, no podrías hacerlo bien, porque siempre sonaría insignificante. Pero su poder es tan increíble que no hay nada que pueda ponerse en su camino, ni siquiera montañas o rocas. Con el tiempo, el agua tallará lo que pensamos que nunca se podría tallar. No obstante, tiene ternura, delicadeza, suavidad. Es lo más suave al tacto, pero puede destruir montañas.

La falta de agua ha aniquilado civilizaciones. Sin embargo, el agua tiene una comprensión y una determinación muy claras. Viene del mar y viaja por todas partes, pero tiene muy claro cuál es su destino. Sabe que tiene una cita, una aventura amorosa con el mar. Cuando se funde con él, su identidad desaparece. Queda despojada de todo lo que fue. Está en casa de nuevo. ¿De qué te va a servir todo esto? ¿Por qué te lo cuento? Porque puede enseñarte algo acerca de la pasión, del deseo, de ese anhelo que hay en tu vida. En ti hay una sed. La sed de sentirte satisfecho, pero muchos no lo reconocen porque tienen miedo. ¿Por qué? Porque no saben qué les ocurrirá. Tienen el concepto de que si reconocieran realmente esa sed en su vida, podrían convertirse en vegetales, volverse irresponsables o no ser capaces de conservar un trabajo.

En este mundo, haces lo que haces. No tiene nada que ver con la pasión que hay dentro de ti, porque lo que haces en el mundo nunca podrá satisfacer esa pasión interior. Son dos cosas distintas. Estoy aquí para decirte que escuches a esa sed tan dulce. ¿Cómo podrías no desear verdadera paz en tu vida? Comprende esa pasión por la paz y la satisfacción. Has estado sediento. Echa tu balde al pozo. Y cuando esté lleno, sácalo y tendrás un premio. Tu premio será la satisfacción.


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