Por Michael Berg
Estamos celebrando Janucá y estamos por celebrar la Luna Nueva de
Capricornio o Tevet. Y por supuesto, tal y como enseña la Kabbalah, las
coincidencias no existen. Por lo tanto, el hecho de que el inicio del mes de
Capricornio siempre ocurra al final de Janucá no es casualidad. Durante Janucá
tenemos una gran oportunidad para elevarnos y conectarnos con los milagros. Al
entrar en el nuevo mes de Capricornio, podemos pedir mantener con nosotros esa
Luz y esos regalos con los que nos conectamos durante Janucá, incluso después
de esta festividad.
Una de mis historias favoritas relacionada con los ocho días de Janucá y
los regalos que podemos recibir a lo largo de estos habla sobre un kabbalista
conocido como el Vidente de Lublin, el Jozé de Lublin. Si alguien le daba un
pedazo de papel con el nombre de una persona escrito en éste, él podía ver todo
sobre dicha persona, incluyendo cuán conectada estaba con la Luz del Creador. A
menudo, la gente que no podía viajar hasta Lublin para verlo enviaba a un amigo
o a alguien con su nombre escrito en un pedazo de papel.
Una vez, un mensajero se acercó al Vidente de Lublin y le dio un pedazo
de papel con el nombre de una persona en éste. El Vidente de Lublin lo vio y le
dijo: “Vaya, ¡esta persona brilla como los cielos! Es muy pura y elevada”.
Luego le dio una bendición a esa persona. Tres o cuatro meses después, la misma
persona le pidió al mensajero que volviera a llevar su nombre al Vidente de
Lublin para obtener otra bendición. Cuando el Vidente de Lublin vio el papel,
dijo: “¡Aleja de mí ese papel! Esta es una persona tan tremendamente negativa
que ni siquiera quiero ver su nombre”. El mensajero, por supuesto, quedó
estupefacto porque hacía pocos meses el Vidente le había dicho lo maravilloso
que era ese individuo y cuánto brillaba su alma, pero ahora dice que es
terrible.
Así pues, le dijo al Vidente: “No entiendo. Hace unos meses estuve aquí
y le di el mismo nombre, y usted me dijo que era un alma brillante y elevada.
¿Ahora me dice que es una persona terrible?”. El Vidente se detuvo por un
segundo, hizo memoria y le preguntó al mensajero cuándo había ido la última
vez, a lo cual el mensajero respondió que había sido en pleno Janucá. El
Vidente de Lublin luego dijo: “Lo que ocurrió es que en ese momento la persona
cuyo nombre estaba escrito en el papel estaba encendiendo la Janukiyá y
conectándose. Toda persona, cuando está haciendo esa conexión, se eleva y su
alma brilla intensamente; eso fue lo que vi en aquel momento. Ahora, que ya no
estamos en Janucá, regresó a su estado previo. Esa es la persona que veo
ahora”.
En resumen, lo que nos interesa obtener de esta historia es que, al
hacer la conexión a través del encendido de la Janukiyá y entrar al mes de
Capricornio, una de las cosas más importantes por hacer es conocer el poder de
lo que está disponible para nosotros y pedir mantenernos en el estado elevado
que alcanzamos en Janucá; incluso después de que termine. ¿Por qué?
Porque, como nos muestra esta historia, no queremos volver a ser la
misma persona que éramos antes de Janucá. Queremos que la Luz, los regalos y la
elevación que recibimos durante estos grandes días de Luz nos cambien y
permanezcan con nosotros.
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