(De las Leyes sobre Relaciones Correctas)
Experiencia
Nuestra vida está dedicada a la adquisición y uso de experiencia
y conocimiento. Buscamos escuchar, tocar, ver, aplicar y saber. La experiencia
controla nuestras acciones. A través de la habilidad de recordar experiencias pasadas,
nos preparamos para el presente y el futuro. Las revelaciones que nos ofrece la
experiencia se convierten en parte de nuestro equipamiento; resultan en una
expansión de conciencia, en un campo más amplio de realización, consciencia,
sensibilidad, expresión y contacto. Enriquece nuestras vidas, intensifica
nuestra percepción y permite el desarrollo de características, capacidades,
madurez e inteligencia.
Cuando un individuo llega a una comprensión a través de la
experiencia directa, nunca puede surgir ningún cuestionamiento. Las
afirmaciones de los demás no son más que meros conceptos hasta que no se
verifican experimentalmente. Sabemos mucho teóricamente pero ejercitamos
relativamente poco. La teoría no debe preceder a la experiencia, ya que
solamente aquello que se conoce en la práctica se convierte en algo
verdaderamente conocido. Aprendemos a través del viejo y comprobado método de
prueba y error. Cuanto menos experimentada es la persona, más grande es el
número de pruebas y mayor es el número de errores. A medida que se obtiene experiencia
y que las interpretaciones de la experiencia se hacen más y más correctas y
adecuadas, uno se libera de los peligros y las dificultades.
El alma, a través del cuerpo, se somete a la experiencia en la
escuela de la vida. Despierta al propósito y a las lecciones de la experiencia
y extrae de los acontecimientos de la vida alguna ganancia espiritual. La lucha
con la naturaleza inferior y la purificación de ésta, la incorporación de las
cualidades necesarias y el campo de servicio son las esferas normales de la
experiencia de la vida. A través del experimento y de la experiencia, el hombre
aprende mucho y sufre mucho. Todas las experiencias son necesarias; las
profundidades que se alcanzan con las experiencias individuales penetran
verdaderamente la conciencia y dan fruto. Lo que aprendemos a través de la
experiencia es nuestro para siempre y no desaparece como lo hacen los pensamientos
que entran a través del ojo que ve la página impresa o a través de lo que se
oye de los labios de los demás.
Un discípulo
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