Michael Berg
Hay una recopilación de varias enseñanzas de una gran alma que vivió y
fue asesinada durante el Holocausto. No contiene enseñanzas sobre cada una de
las porciones, así que no muy a menudo tengo la oportunidad de estudiar de
allí. Pero Vayishlaj es una de las porciones de la recopilación y me emociona
poder compartir su enseñanza con ustedes.
La mayoría de nosotros conoce la historia; Yaakov, tras haber vivido
muchos años con su suegro, Laván, recibe un mensaje del Creador: le dice que es
el momento de regresar a la casa de sus padres. Cuando iba en camino, descubrió
que su hermano, Esav, venía a hacerle daño y probablemente a asesinarlo a él y
a su familia. Por eso, Vayishlaj comienza con la frase que dice que Yaakov
“envió ángeles”. Esta terminología (la palabra “ángel”) no se ve a menudo en la
Torá. Hay una discusión entre comentaristas sobre si literalmente envió ángeles
o si simplemente quiere decir que Yaakov envió mensajeros o personas. Rashí, el
gran kabbalista y comentarista, dice que Yaakov en realidad llamó ángeles de
los Cielos para que fueran a hablar con los soldados de Esav que iban a
asesinarlo.
Sabemos que ninguno de estos relatos es histórico, sino más bien son
secretos y entendimientos que necesitamos hoy. Entonces, ¿cuál es el secreto en
esto? Esta enseñanza estipula que podemos entender este versículo y el secreto
del concepto del envío de ángeles por parte de Yaakov ya que tienen que ver con
nuestro trabajo espiritual. ¿Cuál es el deseo máximo y supremo del Creador para
nosotros? ¿Qué es lo que la Luz del Creador realmente desea para nosotros y de
nosotros? Algunos podríamos pensar que la respuesta es trabajo espiritual,
oraciones y conexiones… pero, esta enseñanza dice que no; lo principal, lo más
importante que el Creador desea para nosotros no es el trabajo espiritual que
vemos en la forma de acciones espirituales, estudio o conexiones. Más bien, se
trata de tener la capacidad de elevar la fisicalidad.
Los kabbalistas suelen hablar de esto. El alma no tiene que descender al
mundo físico para hacer el trabajo espiritual y las acciones de conexión
espiritual que pueden ocurrir en los Mundos Superiores, ya sea orar, estudiar o
incluso compartir. El enfoque principal de nuestro trabajo no deben ser las
acciones espirituales que pueden ser hechas en los Mundos Superiores también,
sino elevar lo físico; este es el beneficio de enviar el alma al cuerpo físico,
al mundo físico.
Entonces, primero, hace una afirmación muy importante para que la
entendamos todos nosotros: el enfoque central de nuestro trabajo no debe ser
sólo el trabajo espiritual como lo vemos en las conexiones, el estudio, la
oración o en las acciones de compartir, sino con el objetivo de elevar lo
físico. ¿Cómo lo hacemos? Inyectando la Luz del Creador en toda la fisicalidad
de este mundo.
Por ejemplo, cuando una persona come, la pregunta es: ¿por qué está
comiendo? Si come simplemente porque quiere disfrutar la fisicalidad de comer,
ese es un tipo de conciencia. El otro tipo de conciencia es: “Estoy comiendo
esto, estoy bebiendo esto o estoy disfrutando esto del mundo físico para poder
tener una capacidad y habilidad más grande para conectar con la Luz del
Creador”. Cuando una persona vive su vida de este modo —lo cual significa que
en todo lo físico que participa entiende e inyecta la conciencia de que la
razón por la que está disfrutando esta comida, bebida o espacio físico es
porque pidió que todo eso le diera una mayor fortaleza y felicidad para poder
conectarse con la Luz del Creador—, entonces ese es el propósito principal de
su trabajo espiritual.
Este entendimiento de que el propósito del trabajo espiritual en realidad
no es lo espiritual, sino que consiste en la capacidad de inyectarle la Luz del
Creador a toda la fisicalidad, podría ser un vuelco para algunos de nosotros.
Por eso estamos en este mundo porque, de lo contrario —y es importante entender
esto—, no tendríamos un propósito para estar aquí, ya que el trabajo espiritual
puede hacerse en el mundo espiritual. El propósito de ser enviados a este mundo
es que podamos inyectar la Luz del Creador en lo físico. Lo hacemos a través de
la conciencia. Lo hacemos a través del uso y la recepción conscientes de lo
físico.
Hay una enseñanza del estudiante del Baal Shem Tov, el Maguid de
Metzritch. Algunas veces encontramos en el Zóhar una sección poética, pero muy
difícil de entender. Una de esas secciones está al inicio de la porción
Mishpatim en el Zóhar, específicamente en el párrafo 15.
Hay un pasaje llamado Saba de Mishpatim, en el que un sabio
anciano revela los secretos de la reencarnación. Habla del trabajo de este
mundo y termina con una frase que dice que nuestro trabajo es cubrir la Shejiná o
lo que llamamos nuestra madre, nuestra protectora, con cosas hermosas
“inexistentes” o que “no tienen existencia”. Ese es el propósito de nuestro
trabajo, el Saba de Mishpatim, el anciano sabio revela:
cubrir, despertar y preparar las cosas hermosas que no tienen existencia.
Así pues, el Maguid de Metzritch explica el secreto de esa sección en el
Zóhar al decirnos que el trabajo espiritual tiene una existencia, Luz y una
esencia; el Zóhar tiene una esencia, ya sea que la toquemos o no. Las oraciones
tienen una existencia y tienen Luz, ya sea que las digamos o no. Incluso las
acciones de compartir, por el hecho de estar conectadas con la Luz del Creador,
tienen una existencia separada de lo que hagamos con ellas.
Pero lo que no tiene Luz o existencia espiritual, sin nuestra inyección,
es lo que pertenece al mundo físico. Por lo tanto, el propósito de nuestro
trabajo espiritual en este mundo no son las acciones espirituales sino, a
través de esa conciencia, inyectar la Luz del Creador en el aspecto físico de
este mundo. Entonces, cuando entendemos eso, entendemos otra vez un cambio en
la manera en la que concentramos nuestro día.
No podemos pensar que bastó con estudiar, conectarnos, orar, meditar o
hasta haber hecho acciones de compartir; la pregunta que debemos hacernos es:
“¿Cuánta fisicalidad elevé hoy? ¿Cuánta fisicalidad invertí e inyecté con la
Luz del Creador?”. Siguiendo las enseñanzas de Saba de Mishpatim,
el anciano sabio, ¿cuántas cosas físicas que no tuvieron una gran inversión de
la Luz del Creador tomamos e invertimos en ellas, a través de nuestra
conciencia, una gran cantidad de Luz del Creador y las elevamos? Ese debería
ser el verdadero enfoque de nuestro trabajo espiritual.
Cuando hacemos esto, ocurre algo hermoso. Una persona concentrada en
este trabajo, que en la mayor parte del tiempo cuando come, bebe o participa en
este mundo físico, eleva la fisicalidad a través de su conciencia a una
conexión con la Luz del Creador, se eleva al nivel de una persona justa.
La gente suele cometer el error de pensar que ser una persona espiritual
y estar conectado con el Creador ocurre cuando haces el trabajo espiritual,
pero como acabamos de aprender, ese no es el propósito porque para hacer el
trabajo espiritual no tenemos que estar en este mundo físico. Podemos hacer
todo el trabajo espiritual en los Mundos Superiores. Sólo hay una razón por la
que estamos en este mundo físico y el propósito principal de nuestro trabajo es
elevar todo lo que pertenece a este mundo físico (comida, bebidas, placer,
etc.). Si hacemos eso continuamente, al final nos elevaremos al estado de una
persona justa.
Este es el secreto de la frase inicial de la porción Vayishlaj, “Yaakov
envió ángeles”. Yaakov vivió su vida con este entendimiento, conciencia y
objetivo; cada vez que comía, bebía o disfrutaba algo físico, tenía la
conciencia de: “Estoy invirtiendo la Luz del Creador en esto y quiero que este
placer, esta comida, esta fisicalidad me dé la capacidad de conectarme aún más
intensamente con la Luz del Creador”. Por lo tanto, él elevó esas cosas físicas
al nivel de los llamados “ángeles” o entidades espirituales, seres
espirituales. Por medio de este trabajo, los ángeles reales, la energía
espiritual real, fue invertida y creada en toda la fisicalidad de Yaakov.
Yaakov vivió siempre invirtiendo en lo físico. No tenemos que invertir
Luz en lo espiritual porque dicho plano ya la tiene, el Zóhar tiene Luz, las
oraciones tienen Luz, incluso las acciones de compartir tienen su esencia y
Luz. El plano físico es el que no tiene Luz y necesita una inyección de la Luz
del Creador para obtener existencia y elevarse. Debemos tomar lo físico y
elevarlo a una conexión con la Luz del Creador con la conciencia de la que
hemos hablado aquí. Mashíaj, el final del dolor, el sufrimiento y
la muerte no vendrá cuando más gente ore, estudie o realice acciones de
compartir. Ocurrirá cuando cada vez más personas vivan con esta conciencia y
eleven lo físico.
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