Por
Karen Berg
Según
el Talmud, cada hoja de hierba tiene su propio ángel resguardándola y que le
susurra: “Crece, crece”. Así también nos ocurre a nosotros. Esta semana
obtenemos esta hermosa enseñanza.
A medida
que las noches se hacen más
largas y oscuras, somos inclinados más que en
cualquier otro momento del año a hacer introspección para reflexionar, meditar
y crecer espiritualmente. A menudo, cuando las cosas son más difíciles y más
oscuras, somos capaces de cambiar verdaderamente y ser personas diferentes a
las que éramos antes.
La
meditación y la oración han sido usadas por miles de años por nuestros sabios,
patriarcas y matriarcas como un modo de acceder a una fuente de energía más
elevada. Del mismo modo que la llama de una vela arde y busca ascender, cuando
meditamos u oramos accedemos a los mundos superiores, donde una reserva de
energía espiritual espera nuestra intervención.
Nuestro
Patriarca Yaakov sabía esto. En la parashá de esta semana, Vayishlaj, Yaakov
enfrentaba su propia batalla. Su hermano, Esav, planeaba ir a la guerra contra
él. Pero la noche antes de la batalla, Yaakov hizo introspección en lugar de
fijarse en lo exterior para resolver sus problemas. Él meditó y observó el
papel que desempañaba en sus problemas. No tenía miedo de ver su propia
negatividad. ¿En qué aspectos le faltaba amor, dignidad humana y atención al
prójimo? ¿Cuáles eran sus miedos? ¿Qué parte de él no conocía aún al Creador?
Una vez hecho este trabajo, Yaakov cambió. Esav no seguía teniendo poder ni
influencia sobre él, tampoco representaba más un peligro. Ya que Esav era, y
es, sólo un reflejo de los miedos internos, el ego y las limitaciones que todos
poseemos.
Gary
Zukav escribe en El asiento del alma que la compasión es lo que hace a un
individuo más evolucionado que otro. El verdadero crecimiento no consiste en el
trabajo externo, sino en el trabajo interno. Es cuando aprendemos que lo que
más nos conviene es amar más y odiar menos. Esav quería asesinar a su hermano,
pero no sabía cómo hacerlo. Muy a su pesar, amaba a Yaakov. El cambio ocurrió
cuando Esav sintió la Luz que fluía hacia el mundo físico a través de Yaakov.
Él aceptó a Yaakov y lo amó, realmente lo amó. Su odio se convirtió en amor.
Este es el poder del amor.
A
veces podemos no estar dispuestos a trabajar en nosotros mismos, ¡pero el
universo se asegurará de tener otro plan para nosotros! Podemos encontrarnos
presionados a enfrentar nuestros miedos, lo queramos o no. Tal y como siempre
digo, no podemos esperar que nuestros músculos crezcan si no vamos al gimnasio
a ejercitarlos.
Esta
semana, atiende el llamado. Tómate el tiempo para sentarte tranquilo, sin
distracciones y escuchar tus pensamientos. Escucha tus latidos. Respira. Ve qué
respuestas puedes escuchar cuando el mundo no es tan ruidoso. Enciende una vela
y, mientras lo haces, concéntrate en encender tu llama interior. Recuerda que
puedes esperar ver grandes maravillas en tu vida.
“Crece.
Crece”. Sé que podemos hacerlo. Sé que con el poder del amor podemos encender
nuestra propia llama interior y, juntos, todos podemos iluminar el mundo.
Recibe
todo mi amor y que Dios te bendiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario