Festival
de Sagitario 2017 - Londres
Christine Morgan
Buenas tardes y sean bienvenidos.
El signo de Sagitario, bajo cuya influencia estamos trabajando hoy, ofrece una
luz clarificadora mediante la cual podemos entrar en una nueva realidad. Antes
de entrar por el portal de la iniciación en Capricornio, el discípulo aplica
los fuegos de la aspiración, la transmutación y la transformación a fin de
destruir todas las barreras. Sagitario proporciona abundante oportunidad para reunir las fuerzas
y, con el arco tenso de la mente, redireccionar las poderosas flechas del
pensamiento hacia el próximo objetivo.
La flecha es un símbolo
bien conocido de Sagitario. Psicológicamente hablando, todo el tiempo estamos
disparando flechas de pensamiento, haciendo una pausa para descansar y reflexionar
y volver a lanzarlas a alturas cada vez mayores. Después de las pruebas de
Escorpio, este signo es
un signo de intervalo o de descanso, aunque no hay tal cosa como descanso
absoluto en un universo que está constantemente en movimiento. “Descanso” es un
término relativo, como señala el físico Max Born. En ‘El universo inquieto’ él
dice: “es extraño pensar que haya una palabra para algo que, estrictamente
hablando, no existe; es decir, ‘descansar’, porque
descanso o intervalo todavía contiene algún tipo de actividad, ya que incluso
aquello que está en reposo para los sentidos, continúa moviéndose a gran velocidad
en el espacio”. Quizás Emerson se
acerca más a la verdad cuando comenta: “El alma
en el hombre no puede dormir, sino vivir incesantemente. No por sus objetivos
sino por sus transiciones, el hombre es grande; y el más verdadero estado
mental que le sirve de fundamento, se vuelve falso. No hay ningún principio
permanente en el hombre, sólo el cambio”. Así
que lo que puede parecer un logro y descanso en Sagitario, lo es sólo desde la perspectiva
de la furiosa batalla en Escorpio. Lo que realmente ocurre aquí es un realineamiento,
un cambio del polo magnético de nuestro ser, una respuesta permanente a la nota
clave de Sagitario: “Veo
la meta, alcanzo esa meta y luego veo otra”.
A medida que nos
acercamos al final de un año un tanto oscuro psicológicamente, esto marca un
momento para reconocer los aspectos irredentos de nuestra naturaleza y comportamiento
y aplicando los fuegos de la transmutación, dejarlos atrás creando lo nuevo.
Vamos a hacer una pausa
y luego digamos juntos el Gayatri:
Oh
Tú, sustentador del Universo,
De
Quien todas las cosas proceden,
A
Quien todas las cosas retornan,
Revélanos
el rostro del verdadero Sol Espiritual,
Oculto
por un disco de luz dorada,
Para
que conozcamos la verdad,
y
cumplamos con todo nuestro deber,
Mientras
nos encaminamos hacia Tus sagrados pies.
OM
Para ver el objetivo
que hay adelante en Sagitario, tenemos que crear deliberadamente un santuario
de paz interior y silencio. Esto implica liberarnos de pensamientos ilusorios,
uno de los retos más difíciles porque de muchas maneras hemos construido
nuestro sentido de identidad a través de ellos. Habiéndose consolidado estos
pensamientos en nuestra aura durante un período de tiempo, estos patrones
mentales condicionan nuestro sentido de la realidad y, en consecuencia, no son
fáciles de romper. En lugar de luchar contra ellos o intentar lograr paz y
tranquilidad interior a través de la supresión de los viejos patrones, podemos
contrarrestarlos a través de la meditación. La técnica utiliza pensamientos
simiente que sostienen la visión de una nueva identidad, y de esta manera
reorienta nuestro pensamiento, activa nuestra aspiración y desvía nuestra
atención más y más hasta que se hace todo el día, todos los días.
Mientras esto ocurre,
las formas más antiguas de pensar comienzan a disminuir y a desaparecer, ya que
no son alimentadas por la sustentadora energía de la naturaleza mental y de
deseo. Los nuevos patrones mentales se fortalecen constantemente y se vuelven
portales a través de los cuales se presenta siempre a la vista, con más
claridad, una nueva meta. Esta realidad de la nueva meta a la que estamos
aspirando es vista y “sentida” – se siente el pensamiento simiente a través del
aspecto superior del cuerpo astral. Con el tiempo se desarrolla un punto de tensión
en nuestra conciencia: esta es la “puerta pequeña” a través de la cual podemos
pasar a contactar con los reinos de la verdad.
Alice Bailey se refirió
a Sagitario como “la pequeña puerta” – una entrada difícil de encontrar en
medio de las atestadas formas mentales que constantemente se arremolinan alrededor
del aura. Nuestras mentes están programadas por el hábito de producir formas mentales
relacionadas con los sentidos. Cuando funciona la memoria, por ejemplo, se
vuelve a experimentar la experiencia sensual que acompañó a un evento pasado,
ya sea la memoria del sabor de la comida, el sonido de una canción favorita, el
aroma de una flor.
Estos a su vez estimulan
la naturaleza de la sensación. Un estímulo similar, pero de los sentidos
superiores, ocurre en la meditación. Aquí la mente se dirige hacia el potencial
futuro y no al pasado. Se sostiene en la mente una forma mental de la meta que
tenemos por delante junto con un sentido de expectativa espiritual. A medida
que la visión se mantiene constante en el ojo de la mente, podemos ser
conscientes de los sentimientos o cualidades superiores de los reinos abstractos.
Estas correspondencias superiores de los sentidos inferiores nos acercan a lo
Real, a otra dimensión donde prevalecen unos sentidos diferentes pero
relacionados.
¿Cómo hablar acerca de
este reino superior del ser que es el custodio de nuestro verdadero yo? y ¿qué
es lo que nos hace identificar con algo que no somos, es decir, con nuestra
naturaleza mental, emocional y físico inferior combinada? La dualidad de la
batalla entre estos dos estados de identidad en todos los aspirantes tiene su
base en el hecho de que son dos reinos de la naturaleza que se encuentran
trabajando a lo largo de su propia línea de evolución particular dentro de cada
persona: los reinos humanos y dévico. Los constructores menores” del reino dévico rigen
el aspecto forma y material de todo lo que podemos ver y contactar en el mundo,
incluyendo nuestra constitución mental, emocional y física que buscamos
dominar. Estas vidas ardientes avanzan en el arco descendente en la
manifestación más densa. Por otra parte, a través de esta ola de movimiento
descendente, la evolución humana lucha por liberarse de su control a través de
la cooperación con los devas superiores que, como la humanidad, están en el
arco ascendente de evolución.
Por lo tanto, nuestra
línea de evolución y objetivo es fundamentalmente diferente al del reino dévico,
pero ambos son de igual importancia: uno no puede avanzar sin el otro. El ser humano
es el elemento creativo y positivo que debe permanecer separado de todos los trabajos
creativos, mientras que el reino dévico suministra el material que reviste la
creación planeada. Este proceso es dirigido por los devas superiores que transmiten
el sonido de la idea a los constructores menores. Los devas avanzan sintiendo y
experimentando a través de las formas que crean con nuestra cooperación.
También conocido como el reino angélico, esas vidas son la sustancia y las
fuerzas de la naturaleza y la supra-naturaleza, el tercer aspecto de la
divinidad. La siguiente cita de Un Tratado sobre fuego cósmico lo resume
así:
“...los grupos de devas
y elementales [pueden dividirse] en Constructores evolutivos e
involutivos – aquellos
que en sí mismos son fuerza positiva y los que son fuerza
negativa, los
trabajadores conscientes y los inconscientes... Los Constructores mayores
constituyen el aspecto
positivo de la sustancia o de los fenómenos eléctricos, mientras
que los constructores
menores son el aspecto negativo. Dos tipos de fuerza están
representados en las
actividades de estos dos grupos, y su interacción e intercambio
produce la Luz o el
sistema solar manifestado. En su totalidad constituyen toda
sustancia, la forma
activa inteligente construida con el propósito de proporcionar una
morada para la vida
central subjetiva”.
El trabajo creativo de
Dios, el mundo manifestado, surgió a través del sonido que inicialmente trajo
estas pequeñas vidas a la forma y, al hacerlo, proporcionó hábitats para que las
unidades de conciencia se desarrollaran y dieran expresión al propósito divino.
Las vidas elementales actúan como “fuerzas ciegas”, trabajando bajo una guía y
sin ninguna voluntad propia. Como seres humanos somos naturalmente creativos;
continuamente estamos manipulando sustancia dévica cuando pensamos, soñamos e
imaginamos. Por supuesto, la mayoría no es consciente de esto; pero al
desarrollar una comprensión de las leyes del pensamiento creativo y de la
vivencia de la sustancia en la cual pensamos, empezamos a ser vigilantes y a
tener cuidado de no ser atrapados por lo que creamos. La conocida práctica del desapego
tiene aquí particular importancia.
Cuando fantaseamos o
construimos imágenes mentales egoístas, es porque somos impulsados por la
sensación que produce la interacción con la sustancia dévica. Pero a medida que
construimos en línea con el Plan divino, permanecemos desapegados de nuestras creaciones
y ayudamos a evolucionar estas pequeñas vidas dévicas en su camino paralelo.
Cuando se trabaja sin
desapego, los sentimientos y deseos que surgen del contacto con nuestra
naturaleza emocional y mental nutre un falso sentido de identidad que luego proyectamos
a través de nuestras creaciones, sean ellas deseos y ambiciones básicos, pobres
teorías sobre la vida o incluso ideales del servicio. Es sólo cuando
comprendemos que tenemos una responsabilidad de convertirnos en partícipes
conscientes en un Plan divino, que nos negamos a ser esclavizados por la
sustancia dévica de bajo grado que está en el camino involutivo y volvemos a
participar con sus contrapartes superiores en la trayectoria evolutiva, trabajando
desde una posición de dirección y control.
Los devas sólo pueden
ser contactados sin peligro en el nivel búdico donde mora el reino de las
almas, la Jerarquía espiritual de seres iluminados. El Tibetano dice que una función
importante de la Jerarquía espiritual es “proporcionar un santuario” para
aquellos que han tenido éxito en liberarse del océano de energías dévicas en el
que nuestros cuerpos de expresión mental, emocional y físico, viven y se mueven
y tienen su ser. Sin embargo, mientras nos encontremos en la forma todo avance,
por sutil que sea, es el reino dévico el que lo proporciona. A medida que
avanzamos de un nivel de expresión a otro, nuestra conciencia siempre encuentra
un refugio temporal antes de avanzar otra vez en busca de mayores objetivos y
santuarios de pensamiento en los cuales morar. El mayor reto de la humanidad gira
en torno al hecho de que ha superado ciertos marcos de pensamiento, ciertos
modos de creatividad con los devas y debe reunir la voluntad para elevarse a
una nueva esfera de creatividad – a una nueva morada.
Cuando dejamos de avanzar
en conciencia, la mente pierde su independencia del reino dévico y comienza a
mezclarse y a caer bajo la influencia de las fuerzas involutivas. La sustancia
dévica es ardiente y produce fricción, y las chispas que emanan de ella son la
causa de la sensación; pero, como todos sabemos, podemos ser quemados por la
sensación si nos volvemos esclavos del deseo. Para evitar esta trampa, es
importante seguir revisando nuestro pensamiento con desapego y mantener una
mente flexible y ajustada a una meta espiritual. A medida que construimos una
casa iluminada en la conciencia en Cáncer, también la flecha de la dirección
con propósito en Sagitario debe avanzar a niveles más elevados en el plano de
la mente. Tenemos que aprender a construir casas nuevas para la conciencia en
estos niveles.
Cuando podamos
construir en el nivel búdico, será lícito hacer contacto consciente con los devas
que allí moran. Ahí las evoluciones humanas y dévica se acercan mucho. Desde
este gran plano de amor y de fusión, el ser humano iluminado puede dirigir las
fuerzas de la evolución de los reinos inferiores con la ayuda de los devas de
equivalente desarrollo al suyo.
La unión de la
evolución dévica o angélica con la humana “es un misterio que se solucionará a
medida que el hombre adquiera la conciencia de su propio Ángel solar”; porque cada
uno de nosotros tiene un gran deva, el ángel solar, que fusiona su conciencia
con el alma en el nivel mental hasta que el alma haya evolucionado hasta el
punto en que ya no lo necesita. Hasta ese momento en la cuarta iniciación,
trabajan juntos con la luz que el aspecto encarnado del alma – la personalidad
– logre generar a partir de sus experiencias en la tierra.
La luz viviente de la
experiencia y la expresión humana se desarrolla en cualidad y atributos en el
plano del alma, es forjada en el vehículo del alma hasta que se desarrolla completamente
y alcanza un estado de radiante gloria. Mientras estamos en encarnación, nuestra
tarea es enfocarnos en la luz espiritual, hacer del “Ángel solar la única
luminaria en nuestro cielo microcósmico” y rehusarnos a dejar que la luz menor
de la esencia elemental distraiga y limite nuestro pensamiento.
Para crear con el
pensamiento de una manera positiva y poderosa en este mundo de ruido, quizás la
necesidad más urgente es cultivar el silencio oculto. Esto implica el silenciamiento
de las emanaciones de la personalidad – el pensamiento incontrolado, el rugido
del deseo, las palabras innecesarias. Esto permite la circulación de la energía
en el cuerpo etérico, lo que a su vez nos eleva a la vida de la creatividad
espiritual. Tal vez podemos concluir que, en lugar de una falta de actividad, el
silencio oculto es una intensificación de la Voluntad en preparación para crear
con el sonido. La atención es una flecha dirigida –alejada de
las distracciones inferiores y llevada hacia el alma; el objetivo es llevar una
carga espiritual a lo profundo del corazón de la manifestación, implementando algún
aspecto del Plan. El silencio creado con este fin se cultiva en los tres
cuerpos; es uno donde la lengua está en silencio y los oídos abiertos, al
tiempo que la naturaleza de deseos está tranquila y la mente serena. En ese
estado uno vive constantemente en un campo de energía potencial, energía que
puede utilizarse en el servicio en general, pero también más específicamente,
para aliviar el sufrimiento de otros, despertándolos y elevándolos para que tengan
un atisbo a la conciencia del corazón donde están las soluciones a sus
problemas.
Puede involucrar la
vibración a través de la palabra hablada o de la silenciosa comunicación de
corazón a corazón. El punto es que la vida entera está dedicada al correcto uso
de la creatividad a través del sonido y el silencio, es una preparación para
trabajar con este poder creativo.
Entonces, esta es la
meta y la oportunidad que tenemos ante nosotros, la conversión del ruido en “el
silencio elocuente”, pero cómo llegar a esta etapa de calma es un problema para
quienes vivimos vidas difusas y distraídas. Tal vez podemos entender el vigía
silencioso más claramente si vinculamos el silencio a la práctica de la
inofensividad. Como sabemos, la inofensividad fue la gran lección del Buda cuyo
Noble Sendero del Medio demostró su práctica y que aún ilustra el camino a
través de la conciencia construida por una redirección de la energía de la vida
de la forma hacia el alma.
El discípulo tiene la
necesidad constante de ampliar su conciencia, y además de seguir el camino
hacia la cima de la montaña que se estrecha cada vez más. La estrechez del camino,
que nos recuerda la flecha única de la aspiración ardiente y una intención
dirigida, proporciona el impulso. A menos que el enfoque sea seguro y firme,
podemos caer de vez en cuando; pero si perseveramos en el camino de la verdad y
lo correcto, en determinado punto del viaje Sagitario nos llevará directamente
al portal de la iniciación, la entrada iluminada al quinto reino, la Jerarquía
espiritual.
El objetivo, ahora y
después, es la fusión total con la luz del Ángel solar, y para nosotros ahora,
como se mencionó anteriormente, Sagitario presenta el intervalo que nos ayuda a
lograrlo. Proporciona un espacio interior para retirarse y recapitular, reunir
nuestras fuerzas en tensión espiritual y alistarse para avanzar siempre
adelante y más cerca de este objetivo.
Mantener estas
meditaciones en el momento de la luna llena en medio de todas las diversiones y
distracciones de nuestros tiempos, aumenta la energía espiritual disponible
para afrontar los retos de hoy. Construye una “Torre de Silencio” para el yo
inferior, así como un lugar de entrada en “El lugar secreto del Altísimo”. Y lo
más importante, sin embargo, forma parte del santuario espiritual que el grupo
de discipulado mundial está construyendo para abrazar a la humanidad con amor y
traer luz en la oscuridad donde por el contrario, el aislamiento y la
desesperación podrían prevalecer.
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