Centro Holística Hayden

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25 de septiembre de 2022

El valor más profundo

La Era de Acuario elabora una concepción de la vida basada en una manera de ser y de evolucionar que trasciende nuestras nociones convencionales de libre albedrío y de determinismo. Donde todos los aspectos del mundo son percibidos dentro de un flujo, un movimiento constante entre las polaridades física, psicológica y mística del fuego y del agua, del Yin y el Yang: una visión creadora y orgánica.

De este concepto de resulta una visión del universo representado por un sistema de fibras gigantescas, una especie de monumental RED o tela de araña en tres dimensiones. Cuando se hace vibrar uno de los hilos de la tela, todo el conjunto entra en resonancia, como en un gran Campo Unificado, al estar ligados todos sus componentes. Esta imagen trasciende nuestro enfoque habitual de la ecología, que no obstante ya ha ampliado nuestro concepto de causa y de efecto a cadenas de influencia más prolongadas y más laterales.

La Era de Acuario propone un modelo que toma en cuenta tanto los acontecimientos de la vida individual como los fenómenos físicos y biológicos, tanto los acontecimientos inmateriales como los materiales, y que cuestiona nuestro propio concepto de causalidad. También implica la coexistencia de un mundo de espíritus dinámico y omnipresente y de un mundo material. Esos espíritus, manifestaciones de las fuerzas de la naturaleza, son invisibles para la mayoría de los humanos, pero no para el clarividente entrenado.

En la Era de Acuario es donde “el otro” ha de convertirse en tu hermano y tu amigo, todos los que participamos en este planeta debemos hacer lo mismo. Esta es una época maravillosa, uno de esos instantes que reúnen a todos los seres en una profunda comunión. Se trata de formar un alma espiritual única. En el ritual de la Nueva Era de Acuario ya no hay hombres ni mujeres, ya no hay razas ni diferencias religiosas, nada más que seres humanos unidos en un estado de comunicación perfecta, de gracia, en un mismo impulso espiritual.

El verdadero valor interior de un ser humano se revela cuando aquel tiene que enfrentarse con experiencias de insuficiencias, carencias, frustración o derrota. Ser discípulo de la Era de Acuario, cuando se le entiende adecuadamente, no sólo significa aprender una habilidad. Es someterse a ser afectado por el ejemplo de un individuo que no sólo tiene esa habilidad sino que es capaz de usarla plenamente en tiempos de crisis, como oportunidad de crecimiento.

El discípulo deberá desear cambiar y crecer antes de que pueda realmente recibir la fuerza para experimentar, la verdadera metamorfosis interior. Deberá estar listo para servir, pues el servicio se acepta con fidelidad y fervor, es lo único que cura el egocentrismo o el egoísmo.

Este cambio, exige que se de un nuevo paso hacia adelante, o si el movimiento es negativo, hacia atrás (a veces es necesario un paso hacia atrás para luego dar dos pasos hacia adelante). Crecimiento significa transformación o cambio de condición o estado de conciencia.

En cada nuevo paso que una persona da hay un momento durante el cual se desequilibra, tras haber abandonado su estado anterior de equilibrio (o comodidad), sin alcanzar aún el estado siguiente. Este estado de desequilibrio indica una crisis, todas las crisis son transiciones entre dos estados o condiciones de la existencia o de la conciencia.

Uno deberá confrontar las causas del fracaso o de la frustración (de las cosas que dijo y no hizo, y de las que no dijo), objetiva y desapasionadamente, como si lo hiciera desde una distancia pero con compasión, sin sentimiento de culpa... esto es, con desapego.

La distancia es esencial cuando se evalúa lo que ocurre u ocurrió. La curación completa (física, emocional y mental) fortalece la función perturbada; si es incompleta puede dejar debilitado y vulnerable al organismo dejando actuar el karma, por eso el trabajo debe ser integral y sintético. El valor más profundo de un individuo, se revela en su capacidad y su buena disposición para SERVIR.

El verdadero valor interior de un ser humano se revela cuando aquel tiene que enfrentarse con experiencias de insuficiencias, carencias, frustración o derrota. Ser discípulo de la Era de Acuario -cuando se le entiende adecuadamente-, no sólo significa aprender una habilidad. Es someterse a ser afectado por el ejemplo de un individuo que no sólo tiene esa habilidad sino que es capaz de usarla plenamente en tiempos de crisis, como oportunidad de crecimiento.

El discípulo deberá desear cambiar y crecer antes de que pueda realmente recibir la fuerza para experimentar, con la ayuda del maestro, la verdadera metamorfosis interior. Deberá estar listo para servir (y obedecer), pues el servicio se acepta con fidelidad y fervor, es lo único que cura el egocentrismo o el egoísmo.

Este cambio, exige que se dé un nuevo paso hacia adelante, o si la necesidad lo requiere, hacia atrás (a veces es necesario un paso hacia atrás para luego dar dos pasos hacia adelante). Crecimiento significa transformación o cambio de condición o estado de conciencia.

En cada nuevo paso que una persona da hay un momento durante el cual se desequilibra, tras haber abandonado su estado anterior de equilibrio (o comodidad), sin alcanzar aún el estado siguiente. Este estado de desequilibrio indica una crisis, todas las crisis son transiciones entre dos estados o condiciones de la existencia o de la conciencia.

Uno deberá confrontar las causas del fracaso o de la frustración (de las cosas que dijo y no hizo, y de las que no dijo u omitió), objetiva y desapasionadamente, como si lo hiciera desde una distancia pero con compasión, sin sentimiento de culpa, esto es. con desapego.

La distancia es esencial cuando se evalúa lo que ocurre u ocurrió. La curación completa (física, emocional y mental) fortalece la función perturbada: si es incompleta puede dejar debilitado y vulnerable al organismo dejando actuar el karma, por eso el trabajo debe ser integral y sintético. Recuerden, el valor más profundo de un individuo, se revela en su capacidad y su buena disposición para SERVIR, más y mejor.

La aceptación de las disciplinas: físicas, emocionales y mentales, envueltas en el entrenamiento prolongado, exteriorizan la sinceridad de su prosecución de la Verdad.

El Reino de Dios no es algo que descenderá sobre la Tierra cuando el humano sea suficientemente bueno. Es algo que ya está actuando eficientemente y demanda RECONOCIMIENTO. Lo descubriremos con una vida de ENTREGA Y SERVICIO.'

Algunas sugerencias:

       Ayuda a la naturaleza y con ella trabaja, y la naturaleza te considerará como uno de sus creadores y te prestará obediencia.

       No permitas que los hermanos (o tus 96 yoes), te destruyan en el trabajo o te apaguen en las esperanzas.

       No menosprecies el deber que la conciencia te impone.

       Si te equivocaste en algún trecho del camino, reajusta la propia visión y busca el rumbo cierto.

       No cuentes ventajas ni fracasos.

       Estudia buscando aprender a servir.

       No dramatices provocaciones o problemas.

       Ama siempre haciendo por los demás lo mejor que puedas realizar.

       Haz auxiliando.

       Sirve sin apegos, y así vencerás.

 

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