El día 23 se produce el equinoccio de Libra y dos días después, el 25, tenemos la Luna nueva en el mismo signo.
El símbolo sabiano del Novilunio a 3 grados de Libra dice así:
El amanecer de un nuevo día revela todo cambiado, apunta a la posibilidad,
siempre presente, de comenzar de nuevo sobre una nueva base de valores.
Piénsalo de esta forma, como la configuración celeste que nos invitara a reconocer el trabajo realizado para armonizarlo con el momento actual antes de dar el próximo paso.
El mensaje es claro, aquello que fue se enfrenta con un mundo
totalmente nuevo, pero estamos preparados para ello, para desempeñar el papel
de una forma innovadora, distinta, acorde a nuestro dharma.
Al observar la carta, vemos la unión de los signos Virgo y
Libra, a través de Mercurio, Venus, el Sol y la Luna, en una figura lineal que
busca abrir nuevos horizontes.
Se proyectan así nuevas ideas con la esperanza de abrir nuevos
caminos a nivel práctico.
Pero en este caso no hay desamparo ante lo desconocido y
tenemos apoyo gracias a la figura de aprendizaje formada por Saturno, Urano, el
Nodo y Marte, la misma que nos ayudará a desarrollar justamente las habilidades
necesarias para la organización y estructuración de esos caminos al cambio.
Por otra parte, sin olvidar que los equinoccios nos preparan
siempre a reestablecer el equilibrio, ten presente que el día 23 nos ofrecerá
un buen momento para parar nuestra actividad y reflexionar; para dejar fluir la
percepción interna de quiénes somos y dónde estamos.
Y es aquí donde recuperamos el grado sabiano de este
Novilunio, que nos susurra que hay que confiar en la vida y que, finalmente, se
dan los cambios anhelados.
Es un momento que guía y marca la dirección hacia lo nuevo,
pero que también requiere descanso y confianza en nuestra parte más sabia,
aquella que lidiará con retos inesperados sin separarse del camino.
Este Novilunio estimula el estar en armonía con la naturaleza
(terrenal y celestial) y, celebrando sus ciclos, nosotros también entramos en
armonía.
Quizá estaría bien preguntarnos estos días hasta qué punto
confiamos en nuestra capacidad de aceptar lo nuevo... ¿Lo haces? ¿Fluyes con
ello? ¿Escuchas esa parte de ti que quiere cambiar?
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