La Era de Acuario elabora una concepción de la vida basada en una manera de ser y de evolucionar que trasciende nuestras nociones convencionales de libre albedrío y de determinismo. Donde todos los aspectos del mundo son percibidos dentro de un flujo, un movimiento constante entre las polaridades física, psicológica y mística del fuego y del agua, del Yin y el Yang: una visión creadora y orgánica.
De este concepto resulta una
visión del universo representado por un sistema de fibras gigantescas, una
especie de monumental RED o tela de araña en tres dimensiones. Cuando se hace
vibrar uno de los hilos de la tela, todo el conjunto entra en resonancia, como
en un gran Campo Unificado, al estar ligados todos sus componentes. Esta imagen
trasciende nuestro enfoque habitual de la ecología, que no obstante ya ha
ampliado nuestro concepto de causa y de efecto a cadenas de influencia más
prolongadas y más laterales.
La Era de Acuario propone un
modelo que toma en cuenta tanto los acontecimientos de la vida individual como
los fenómenos físicos y biológicos, tanto los acontecimientos inmateriales como
los materiales, y que cuestiona nuestro propio concepto de causalidad. También
implica la coexistencia de un mundo de espíritus dinámico y omnipresente y de
un mundo material. Esos espíritus, manifestaciones de las fuerzas de la
naturaleza, son invisibles para la mayoría de los humanos, pero no para el
clarividente entrenado.
En la Era de Acuario es donde
“el otro” ha de convertirse en tu hermano y tu amigo, todos los que participan
en este planeta deben hacer lo mismo. Esta es una época maravillosa, uno de
esos instantes que reúnen a todos los seres en una profunda comunión. Se trata
de formar un alma espiritual única. En el ritual de la Nueva Era de Acuario ya
no hay hombres ni mujeres, ya no hay razas ni diferencias religiosas, nada más
que seres humanos unidos en un estado de comunicación perfecta, de gracia, en
un mismo impulso espiritual
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