Rompiendo trabas con el pasado.

Cada vez más y más gente está comenzando a comprender que algunos de sus problemas tienen un origen genético; es decir, producto de rasgos o características heredadas de sus ancestros; de la misma forma, cada día aumenta el número de personas que reconocen que algunas de sus dificultades emanan de actitudes, hechos o circunstancias ocurridas en sus propias vidas pasadas. Esto hace que se esté desarrollando un nuevo campo terapéutico. Todo nacimiento no es un “accidente” ni es un hecho “aislado”. Todos nosotros arrastramos “actitudes” y “estilos de vida” de una existencia a otra, repitiendo pasados errores y reviviendo temores, hasta que tomamos conciencia de estos esquemas perniciosos y adoptamos una acción positiva para cambiar. El proceso de la reencarnación presenta una maravillosa oportunidad de expandir los conocimientos propios, de madurar álmicamente, de forma de adquirir una perspectiva mucho más amplia (síntesis) sobre quiénes somos y cómo podemos concretar nuestro potencial de vida (Dharma). El alma, a lo largo de las diferentes vidas, ha adoptado diversas formas de ser y hacer, ha estado involucrada en muchas disciplinas y maneras de expresarse diferentes, y ha vivido en distintas regiones del mundo. A través de esta pluralidad de existencias, habrá tenido también la oportunidad de profesar numerosas tradiciones religiosas que, a su vez, habrán servido para llenar la necesidad de creer y venerar algo que está por encima de ella misma, descubrir una forma de Ser Superior.