POR DRUNVALO MELCHIZEDEK
Estoy por compartir con ustedes mis propias
experiencias sobre cobrar por una enseñanza espiritual. Esto que comparto es mi
regalo, en un nivel práctico, para aquellos de ustedes que están enseñando y
dando información espiritual ahora, o especialmente para aquellos que están a
punto de enseñar. Si eres un buscador, tal vez esto te ayude a comprender el
balance precario que los maestros espirituales deben encontrar, si quieren
permanecer en integridad con lo que te cobran para asistir a sus cursos.
Cómo comencé a Enseñar
La petición también me causó un impacto. Tanto, que
al principio dije que no. No quería hacer pública mi vida. Sólo estaba pensando
en mí mismo. Pero durante un periodo de casi dos semanas, mis guías me dejaron
clara la Ley Espiritual que dice, que cuando recibes un regalo espiritual, no
lo puedes guardar sólo para ti. Debe ser compartido con otros. Cuando vi la
verdad de lo que me estaban diciendo, con renuencia acepté enseñar lo que había
aprendido.
Conforme me dispuse a prepararme para enseñar un
curso sobre la meditación MerKaBa de ascensión y la Geometría Sagrada – las
formas sagradas y las proporciones que generan la Creación en la que vivimos -,
me encontré con un problema ordinario y cotidiano: ¿Debía cobrar dinero por
este conocimiento espiritual, o debía darse gratuitamente?
Esta era una pregunta que nunca había entrado a mi
mente hasta ese momento. Realmente no sabía qué hacer.
Las Tradiciones Espirituales Difieren
Mi primer pensamiento, debido a que yo asistí a
escuelas católicas cuando estaba creciendo, fue que las enseñanzas debían
otorgarse libremente. Muchos cristianos creen que porque Jesús regaló sus
enseñanzas, los maestros espirituales de hoy también deben hacerlo.
Pero durante los doce años anteriores, mis guías me
habían estado mandando a todo el mundo, aprendiendo de diferentes fuentes y los
maestros espirituales y tradiciones con las que me encontré, todas plantean
diferentes ideas sobre cobrar por el conocimiento espiritual.
Durante varios de los doce años, por ejemplo, fui
un sufí y la tradición sufí dice exactamente lo opuesto a la tradición
cristiana. Los sufís me enseñaron a no regalar nunca el conocimiento
espiritual. Los maestros sufíes con los que estudié, creían que debía existir
un intercambio. Este no tenía que ser dinero, pero tenía que haber un
intercambio o el alumno se perdería la lección.
Desde estos dos polos opuestos, comencé a
contemplar qué hacer.
¿Qué haría Jesús?
Entonces pensé en Jesús. Si él estuviera vivo
ahora, ¿podría predicar de la misma forma que lo hizo hace 2000 años? Y vi
inmediatamente que la respuesta era no. Para empezar, reunir a miles o incluso
cientos de personas en las ciudades, es ilegal en estos días. Si lo intentara,
Jesús sería arrestado inmediatamente y multado. Y si continuara haciéndolo, lo
meterían a prisión. Para reunir personas en forma legal, tendría que haber
contratado gerentes para obtener licencias de asamblea, o rentar locales dentro
de las ciudades, lo que es muy caro. Si viajara fuera del país en donde
viviera, tendría que tener pasaporte y boletos aéreos.
En otras palabras, si Jesús hubiera desarrollado su
ministerio bajo condiciones del siglo XXI, se hubiera enfrentado con los mismos
problemas de “dinero” con los que se enfrentan todos los maestros espirituales
de hoy. Así que, por razones simples y prácticas, los maestros espirituales
deben cobrar algo o encontrar a alguien que pague los gastos por ellos. De
cualquier forma, los gastos son un hecho de la vida.
La primera realidad con la que me enfrenté, fue el
hecho innegable de que si yo iba a reunir a cientos de personas bajo un techo,
tendría que pagar por el espacio. Yo no tenía nada de dinero, así que, ¿cómo
iba a pagar por este local? Se volvió terriblemente claro que tendría que
cobrar algo o no podría ni siquiera comenzar a enseñar.
Entre más me daba cuenta de los costos para
organizar un seminario – cuentas de teléfono, costos de correo, equipo
electrónico y audiovisual, sistemas PA, boletos de avión para varias
localidades y todo lo demás – se volvió absolutamente claro que iba a costar
dinero enseñar, me gustara o no.
Más aún, si un maestro espiritual va a dedicar su
vida entera a la enseñanza, como se me pidió que yo lo hiciera, tenía que haber
suficiente dinero extra para pagar las necesidades simples de la vida – renta,
comida, etc. Y tomando todas estas cosas en consideración, me di cuenta que lo
que era importante en el mundo de hoy, era que el intercambio del que hablaban
los sufís fuera “justo.”
Existen organizaciones espirituales que requieren
que les dones todo lo que posees antes de enseñarte y algunos que te piden
precios tan altos, que sólo pocas personas podrían pagar por su conocimiento
espiritual. Una, que no identificaré, les pedía a los estudiantes que pagaran
más de $100,000 dólares por la información. Estos son ejemplos extremos y en mi
mente están equivocados. No son justos.
Regalarlo
Después, cuando comencé realmente a enseñar,
descubrí que no importa qué precio le pongas a la clase o seminario que estés
enseñando, para algunas personas será demasiado caro. Hay personas que son tan
pobres – especialmente en otros países – que cualquiera que sea el precio es
imposible para ellos.
Mi primera solución a esto, fue permitir lugares
gratis para aquellos que no podían pagar.
Y fue allí cuando comencé a experimentar
directamente la razón del entendimiento sufí, de que nunca debes regalar el
conocimiento espiritual. Yo realmente no sabía por qué los sufís creían en esta
idea, pero la respuesta se desplegaba ahora justo ante mis ojos.
Curso tras curso, conforme daba lugares gratis a
aquellos que decían que de otra forma no podían asistir, experimenté que eran
estas personas – a las que se les permitió entrar gratis – las que nunca comprendieron
lo que se estaba enseñando. Incluso descubrí que si otra persona le pagaba la
clase a alguien, había el mismo problema. Los estudiantes gratuitos casi
siempre eran los que llegaban tarde y se iban a la mitad. Eran los que se
quedaban dormidos o hablaban durante la clase. E incluso más importante, eran
los que no practicaban realmente la meditación después de terminado el curso.
Las razones de los sufís para no regalar nunca el conocimiento espiritual, eran
evidentemente aparentes.
Un Intercambio Justo
Entonces, ¿cuál es la respuesta? Decidí que el
intercambio era sumamente importante. Si los alumnos recibían la enseñanza
gratis, no tendría significado para ellos, pero el intercambio no tenía que ser
dinero. En lugar de dinero, podían dar tiempo y energía. Al hacerlo así,
involucrarían su deseo por aprender y tendría significado para ellos.
Por lo que les propuse a aquellos que decían que no
podían pagar, que si donaban su tiempo como voluntarios en una institución de
beneficencia como la Cruz Roja – suficiente tiempo, basado en 10 dólares por
hora, para pagar por el taller – entonces podían asistir gratis. Les pedí una
carta de la institución para verificar su tiempo.
Todavía hago eso actualmente. Y lo que es
verdaderamente fascinante, es que sólo una persona de cada cincuenta,
¡realmente me toma la oferta! Aunque no estén trabajando y pudieran donar
fácilmente su tiempo, resulta que la mayoría de los que piden venir a mis
talleres sin pagar, no lo están haciendo por un profundo deseo espiritual, sino
simplemente porque quieren obtener “algo por nada.”
Cómo Afectan las Creencias en los Resultados
Otra parte de la ecuación de pagar por el
conocimiento espiritual, es que lo que sea que creamos que es verdad sobre el
dinero, afecta el resultado. Cuando recién comencé a enseñar, decidí que lo
justo eran $222 dólares por tres días. Apenas podía pagar todos los gastos,
pero esa cantidad me parecía justa a mí.
Sin embargo, mi secretaria, que arreglaba los
cursos y que hablaba con los estudiantes potenciales, pensaba que esta cantidad
era excesivamente alta. Incluso cuando podía ver en los libros que realmente
estábamos perdiendo dinero, ella todavía creía que el taller era demasiado
caro. Y así, cada vez que alguien llamaba para registrarse para un curso, sus
creencias se transferían a la persona que se estaba registrando.
Inevitablemente, pedían un plan de pagos. Terminé con cientos de personas
haciendo pagos, lo que nos estaba enviando lentamente hacia la bancarrota.
Después mi secretaria se cambió a otro estado y la
reemplacé con una mujer que creía lo opuesto a su predecesora. Ella creía que
lo que estaba cobrando era definitivamente muy poco. Así que me convenció para
subir el monto a $333 dólares. Y debido a que ella pensaba que este importe era
justo, desde que ella llegó, ni una sola persona sintió que necesitaba un plan
de pagos. ¡Ni una sola!
Esta historia muestra claramente que lo que tú
crees afecta el resultado – incluso con el dinero. (Incidentalmente, esto es
igualmente verdadero si tienes una práctica de curación, no aplica sólo a la
enseñanza.)
El Éxito Financiero es Importante
Hoy, después de casi veinte años de experiencia
sobre el tema de pagar por el conocimiento espiritual, creo más que nunca que
necesita haber un intercambio. Este necesita ser justo, pero no cobrar por una
enseñanza espiritual no funciona, ni para el maestro, ni para el alumno.
Y lo que tú creas personalmente sobre el dinero,
afectará el resultado. Tus creencias sobre el dinero determinarán finalmente si
tienes o no, éxito económico.
Y tener éxito económico es importante, porque
mientras no lo tengas, estarás limitado en tu habilidad para compartir con
otros las enseñanzas espirituales que Dios te ha otorgado.
En amor y servicio, Drunvalo.
Sedona, Arizona, USA
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