“Lo primero que
tenemos que saber es que, cuando tratamos con asuntos espirituales, que están
completamente separados del tiempo, el espacio y el movimiento, no contamos con
palabras en ningún idioma que verdaderamente puedan transmitir su significado”.
~ Rav Ashlag
Todos los
idiomas provienen de nuestro entendimiento humano básico del mundo.
Tenemos
palabras que describen las cosas que percibimos a través de la vista, la
audición, el gusto, el olfato y el tacto. Tenemos palabras que describen la
sensación física de las cosas, como el dolor o el agrado. Pero cuando se trata
de describir el mundo espiritual, las cosas se tornan un poco más complejas.
Como sabemos, nuestra experiencia física de este mundo es limitada. Entonces,
¿cómo podemos usar palabras del plano de los sentidos para discutir algo que
está completamente lejos del ámbito de los sentidos?
Intentar
describir el mundo espiritual es como intentar describirle el amor a alguien
que nunca lo ha sentido. Puedes describir las mariposas en el estómago o la
felicidad que te trae, pero eso apenas roza la superficie de lo que
verdaderamente es el amor. Es imposible explicarlo a completitud.
Es el mismo
caso con el mundo espiritual. Por ejemplo, la palabra: Luz. Cuando usamos la
palabra Luz, la usamos con relación a la luz del sol, que usualmente se refiere
a los rayos de luz que emanan del sol. También podemos relacionarla con las
sensaciones que nos da la Luz del Creador, usamos palabras como tranquilidad,
dicha y calidez. Pero todos esos términos siguen estando basados en la
materialidad, describen cómo la Luz se ve o se siente. Podemos usar nuestras
palabras para aproximarnos a los asuntos espirituales de la misma manera que
podemos intentar aproximarnos a describir lo que es el amor, pero las
limitaciones de nuestras palabras no nos permiten encapsular toda la esencia de
la sabiduría.
"EL IDIOMA
DE LAS RAMAS ES UNA ESPECIE DE CÓDIGO."
Esto representa
un desafío en nuestro estudio de la Kabbalah. Rav Áshlag nos enseña que no
basta con aproximarnos a la sabiduría; debemos entenderla completa y
perfectamente para poder conectarnos con ella. Es por ello que la Kabbalah es
mencionada como La Sabiduría de la Verdad. Uno no puede hacer aproximaciones
cuando describimos esta sabiduría, debemos ser completamente fieles. Por lo
tanto, hay un problema inherente al usar cualquier idioma en general para
describir la sabiduría: no es lo suficientemente exacto.
Desde luego,
debemos usar las palabras para comunicarnos y hablar acerca de la sabiduría.
Entonces, a fin de transmitir la Kabbalah a través de las generaciones, los
kabbalistas antiguos decidieron usar el idioma existente de una forma nueva,
una que Rav Áshlag llama el Idioma de las Ramas. El Idioma de las Ramas es una
especie de código. Si bien las palabras tienen una traducción literal, se usan
para describir algo espiritual en lugar de algo físico.
La idea detrás
del código es que todo lo que vemos a nuestro alrededor en el mundo físico
emana del mundo espiritual. La manera en la que entendemos las palabras en nuestro
mundo está muy lejos de su origen en el mundo celestial, pero hay una conexión.
Por ejemplo, cuando vemos una mesa, vemos algo físico con cuatro patas y una
tabla. No solemos pensar acerca del origen de esa mesa. Antes de que fuera
mesa, era un trozo de madera que algún carpintero debió tallar y ordenar. Antes
de eso, era un árbol que crecía en un bosque. Antes de eso, era una semilla en
la tierra. Y mucho antes de eso, vino del mundo celestial. La mayoría de
nosotros cuando ve una mesa ni siquiera piensa en el carpintero que creó la
mesa o el árbol a partir del cual se fabricó, y mucho menos en su fuente
espiritual. Todo lo físico en nuestro mundo tiene una raíz en el mundo
celestial. Los antiguos kabbalistas se entrenaban para ver la fuente espiritual
de todo. Así que cuando usaban una palabra como “mesa” en sus escritos, estaban
describiendo la fuente celestial de la mesa, no la manifestación física de la
mesa.
"PODEMOS
VER LA FUENTE DE TODO EN NUESTRO MUNDO."
Claramente,
esto creó mucha confusión a lo largo de los años. Para los que son nuevos
estudiantes de Kabbalah, puede que haya confusión al leer por primera vez los
escritos de los kabbalistas ancestrales. A menudo la traducción literal de las
palabras no tiene mucho sentido. A veces las palabras parecen fuera de lugar.
Esto se debe a que las palabras están codificadas de una manera que no son
inmediatamente comprensibles si no hemos entrenado nuestro cerebro para
entenderlas del modo que los kabbalistas previeron.
Para tratar
esta confusión, Rav Áshlag asumió como misión personal compartir las
definiciones celestiales de estas palabras con el mundo, lo cual nos permite
decodificar los escritos de los antiguos kabbalistas. Esto abrió un portal para
que todos nosotros nos conectáramos con la sabiduría en un nivel más profundo.
Su trabajo hizo posible que alguien que no estuviera familiarizado con la
Kabbalah estudiara la sabiduría sin cometer el error de asumir que se trata del
significado físico y literal de las palabras.
De este modo,
cuando estudiamos la sabiduría de la Kabbalah y Las Diez Emanaciones
Luminosas, en esencia lo que estamos haciendo es cambiar nuestra
conciencia por completo. En lugar de ver el mundo físico que nos rodea, podemos
ver la fuente de todo en nuestro mundo. Este es el nivel que los kabbalistas
ancestrales podían alcanzar. Ellos podían ver la Luz en todo nuestro mundo.
Entender el
Idioma de las Ramas es como aprender un idioma completamente nuevo, reprograma
la manera en la que piensa nuestro cerebro. A fin de lograr esto, primero
debemos entender cuán ciegos estamos y cuán difícil es que entendamos los
escritos de los kabbalistas por cuenta propia. La Kabbalah es la sabiduría más
difícil de captar. Nuestro ego intenta engañarnos y nos hace pensar que
entendemos la sabiduría. Creemos que captamos los conceptos generales de la
sabiduría. Pero, tal como nos enseña Rav Áshlag, no basta con escucharla y
comprenderla: tenemos que retenerla por completo en nuestro cerebro.
Con este
conocimiento podemos comenzar a entender que todos experimentamos, en una
medida u otra, un nivel de ceguera en nuestra comprensión de la sabiduría y del
mundo. La razón por la que vemos negatividad en los demás o en nosotros es
porque tenemos los ojos cerrados. Debemos entender esto a fin de apreciar el
increíble regalo que es la sabiduría de la Kabbalah. A lo largo de nuestro
estudio, podemos abrir los ojos para entender verdaderamente el Idioma de las
Ramas, para comenzar a ver el mundo como es en realidad y para transformar toda
nuestra vida. El propósito de nuestra vida es obtener el mérito de abrir los
ojos.
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