Por José Royo
Sobre la Era de Acuario
Las eras astrológicas hacen referencia a 12 periodos de
unos 2160 años que conforman un “gran año” con una duración de casi 26.000 años
(12 x 2160 = 25.920). Durante este largo ciclo, el punto vernal (o punto Aries)
recorre en movimiento retrógrado los doce signos zodiacales dando lugar a esos
periodos o eras de 2160 años, en los que predominan unos determinados valores
socio-culturales y tendencias psicológicas colectivas, que están simbolizadas
por el signo zodiacal sideral de cada periodo. Actualmente nos encontramos en
plena transición entre la Era de Piscis a la Era de
Acuario, una transición que según todos los indicios debió iniciarse a
principios del siglo XX y que tendrá un importante punto de inflexión el año
2020 tal y como veremos más adelante.
El momento exacto de un cambio de era es tema de controversia, pues las
variables astronómicas dificultan fijar una fecha precisa. Por otro lado los
cambios de era son procesos progresivos que duran muchos años. No obstante los
signos de transición de la era de Piscis a la era de Acuario son evidentes.
Solamente tenemos que pensar que hace algo más de un siglo nuestros antepasados
todavía se alumbraban, calentaban y cocinaban con fuego, se desplazaban a pie,
en caballería o barco, escribían con tinta y pluma, y se comunicaban con cartas
que tardaban largo tiempo en llegar a su destino. Es decir, la mayor parte de
las actividades básicas eran prácticamente iguales a cómo habían sido durante
milenios. Y en un periodo vertiginosamente breve se pasó del fuego a la
electricidad, del caballo al avión, de la muñeca de trapo al video-juego, de la
carta escrita en papel a la telefonía vía satélite e Internet. Todo ello sin
olvidar el resto de avances científicos y tecnológicos que han transformado
nuestra vida y hábitos. Desde la perspectiva astrológica estos acontecimientos
adquieren relevancia si consideramos que Acuario es un signo relacionado con
los cambios bruscos y radicales, y rige cuestiones como la electricidad, la
aviación, las tecnologías de vanguardia, los inventos impactantes, la
informática e Internet. En el ámbito más directamente humano, Acuario también
se vincula con valores de libertad, la solidaridad e igualdad, así como con la
rebeldía y el espíritu contestatario ante a los poderes conservadores.
Los cambios de era generan épocas convulsas en donde los viejos valores
se resisten a desaparecer, mientras que los nuevos paradigmas pugnan por
manifestarse y ganar terreno. En estos periodos de transición las cualidades de
una y otra era compiten y se entremezclan con sus manifestaciones positivas y
negativas. La era de Piscis que estamos dejando se inició unos cien años antes
del nacimiento de Cristo y llama la atención que los primeros cristianos
tuviesen como símbolo “el pez” y asumiesen unos valores de compasión,
sacrificio y abnegación, que corresponden claramente a cualidades piscianas.
Aunque la energía de Piscis también tiende a situaciones confusas o engañosas donde
sus valores queden diluidos o intoxicados por fantasías propias o influencias
ajenas. Mientras que Acuario es un signo altruista y fraternal que se
manifiesta con claridad y transparencia, buscando la libertad y la igualdad
entre los seres humanos. Pero sus rotundas convicciones e ideales sociales y el
creerse en posesión de “la verdad” pueden llevarle a posicionamientos
marcadamente radicales.
Se trata pues de dos tipos de energía muy diferentes (Piscis-Agua y
Acuario-Aire) que se expresan con parámetros que no son compatibles entre sí, y
en donde la lucha de ambos por prevalecer genera agitación en el inconsciente
colectivo. Piscis es un signo de Agua guiado por su sensibilidad emocional,
mientras que Acuario es un signo de Aire que se basa en ideas y conceptos.
Sabemos que el agua y el aire no pueden mezclarse así que el encuentro entre
estos dos elementos hace que, metafóricamente hablando, estemos viviendo unos
tiempos en que “el aire (Acuario) sopla con fuerza y agita las aguas
(Piscis) en que navegamos…”
Astrología mundial y ciclos planetarios
La astrología mundial es una especialidad que estudia los ciclos
planetarios y su relación con aconteceres históricos, movimientos sociales,
corrientes culturales, economía, política, artes, ciencias, modas o cualquier
otra cuestión de naturaleza colectiva. La universalidad del proceso cíclico es
inherente a la vida y está representado en las estaciones del año, las fases de
la Luna, el ciclo de una planta o en cualquier otra experiencia que sea objeto
de nuestra atención. El término de ciclo se define como “el conjunto de una
serie de fenómenos u operaciones que se repiten ordenadamente en el tiempo” por
lo que el estudio astrológico puede aplicarse al pasado (reflexión), al
presente (comprensión) o al futuro (predicción). La previsión astrológica se
basa pues en establecer correlaciones estudiando los acontecimientos en
sincronía con los ciclos planetarios.
Tras las transformaciones del pasado siglo, en estos momentos seguimos
siendo testigos y partícipes de cambios acelerados e innovaciones que hace tan sólo
unas décadas hubiesen sido consideradas ciencia ficción. Pero la conciencia de
los seres humanos no parece haber evolucionado al mismo ritmo que los avances
tecnológicos y científicos, y ello supone un peligroso entre dichos avances y
su utilización responsable. Así, hoy nos encontramos con armas de destrucción
cada vez más eficaces, modernas industrias que contaminan sin medida, un
consumismo global desmesurado potenciado por los medios de comunicación, y
otros muchos despropósitos que propician situaciones de explotación, hambre,
enfermedades y movimientos migratorios forzados.
La destrucción del equilibrio ecológico tiene consecuencias directas en
el cambio climático, un alarmante deshielo de los polos, alteraciones en las
corrientes oceánicas, desertización progresiva en todo el planeta y un
incremento general de tornados, tsunamis y otros desastres naturales. Este es
un escenario sin precedentes en la historia de la humanidad, pues aunque
siempre hubo guerras, conflictos y fenómenos atmosféricos destructivos, la
influencia del ser humano quedaba acotada a zonas concretas del planeta y no
existían factores de contaminación global ni tampoco armas capaces de destruir
todo el planeta de un día para otro. El estudio astrológico de esta preocupante
situación difícilmente puede resolver nada de lo expuesto, pero quizás ayude a
situar los momentos más propicios para ejercer nuestra influencia a través de
nuestras actuaciones y de la energía individual que proyectemos en el
inconsciente colectivo, tal y como veremos más adelante.
Para estudiar los procesos y acontecimientos colectivos, la astrología
se había apoyado durante siglos en los ciclos de Júpiter y Saturno. Aunque
actualmente estos dos planetas siguen siendo significadores de primer orden,
pero los descubrimientos de Urano (1781), Neptuno (1846) y Plutón (1930) han
contribuido a una mejor comprensión de los procesos personales y colectivos. El
astrólogo Dane Rudhyar (1895-1985) calificaba de “fertilizantes” a los
tránsitos de estos tres planetas modernos y decía que a su paso por los signos
despertaban y eran portavoces de las cualidades asociadas al signo transitado.
De forma general:
Urano se relaciona con las ideas colectivas. El ciclo de
este planeta en torno al zodíaco es de 84 años y su tránsito se caracteriza por
el rupturismo con respecto a los valores sociales vigentes representados por el
signo transitado. A la vez, apunta hacia un nuevo modo en la expresión de
dichos valores.
Neptuno se relaciona con los sentimientos colectivos. El ciclo
zodiacal de este planeta es de 165 años y su tránsito revela los sueños,
valores idealizados y anhelos inconscientes del colectivo, simbolizados por el
signo que transita. Podemos observar su expresión externa en la seducción de
las modas y en los movimientos sociales del momento.
Plutón se relaciona con los procesos colectivos de transformación
y regeneración. El ciclo zodiacal es de 248 años y su tránsito extrae de
las profundidades y destruye aquellos valores representados por el signo
transitado que ya no sirven o que están corruptos, propiciando así el
surgimiento de algo nuevo.
Los tránsitos de estos tres planetas no suelen ser tranquilos… Repasar
sus efectos a su paso por cada signo en los últimos años sería exhaustivo, pero
podemos tomar como ejemplo el tránsito de Plutón por Sagitario (entre 1995 y
2007) y su entrada en Capricornio en 2008. Sagitario es un signo que se
relaciona entre otras cosas con la religión y con el extranjero, y el tránsito
de Plutón por Sagitario mostró su peor cara con la expansión del
fundamentalismo religioso, los flujos migratorios, la globalización de los
conflictos bélicos y el creciente terrorismo internacional. Por otro lado,
Sagitario también es un signo relacionado con los excesos de todo tipo, y en
esos años el consumismo desbordado y la tendencia a vivir por encima de las
propias posibilidades se convirtió en algo muy común que llevó a un nefasto
endeudamiento de las clases trabajadoras. Excesos que tuvieron su expresión más
evidente en la crisis económica mundial del 2008 con Plutón en Capricornio, en
donde se destaparon prácticas económicas obscenas generadas por la codicia sin
límites de unos cuantos. Precisamente Capricornio es un signo que se relaciona
con las estructuras sociales, la política y la economía, por lo que la entrada
de Plutón en este signo hacía presagiar importantes crisis en el ámbito de las
finanzas y la política, tal y como se había comentado con mucha antelación en
diversos medios astrológicos.
Las correlaciones entre los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón y los
acontecimientos colectivos suelen ser evidentes cuando se aplica el simbolismo
astrológico correspondiente. No obstante, la astrología mundial basa
principalmente sus estudios en los ciclos combinadosde los
planetas. Un ciclo combinado se inicia cuando dos planetas entran en
conjunción, es decir cuando ambos coinciden en un mismo punto del zodíaco. A
partir de aquí se desarrolla entre ambos una relación en la que, al igual que
ocurre entre las parejas humanas, hay momentos de armonía y momentos de crisis.
Las vicisitudes del ciclo combinado se deducen de los ángulos (90º, 120º, 180º,
etc.) que se van formando al alejarse y luego acercarse el uno del otro, y que
son significadores de fluidez o tensión. En este análisis se considera de forma
destacada el ciclo combinado de Júpiter-Saturno, así como los ciclos en que
interacciona Saturno con Urano, Neptuno o Plutón. También pueden incluirse en
el estudio otros ciclos más cortos en los que participa Júpiter o aquellos muy
largos en que interaccionan los planetas modernos entre sí, pero en la práctica
suele ser más operativo centrarse en los ciclos de duración media.
La duración de un ciclo combinado depende de la velocidad individual de
los planetas implicados. Así, Júpiter tarda casi 12 años en dar una vuelta
entera al zodíaco, Saturno 29 años y medio, Urano 84, Neptuno 165 y Plutón 248
años aproximadamente, pero al relacionar dos ciclos encontramos que las
energías combinadas nos proporcionarán nuevos periodos que serán de gran interés
para estudiar los acontecimientos colectivos. En la siguiente tabla pueden
verse los periodos de los ciclos combinados así como los años de las
conjunciones (última y próxima) vigentes en el momento actual:
Ciclos
astrológicos combinados
La conjunción es el momento más intenso de un ciclo combinado pues, como
se ha dicho, señala el inicio de una relación que se desarrollará a lo largo de
los años siguientes. Hay que señalar que en los raros momentos históricos que
participan tres o más planetas lentos en un inicio de ciclo, son de esperar
cambios especialmente significativos. Esto es lo que ocurrió entre 1988 y 1991
con la triple conjunción de Saturno-Urano-Neptuno en Capricornio, evento que
solamente tiene lugar cada 500 años y que tuvo su momento álgido en 1989 cuando
Júpiter hacía oposición a estos tres planetas desde el signo de Cáncer.
Recordemos que fue precisamente en esas fechas cuando cayó el muro de Berlín y
se inició la desintegración de la Unión Soviética, dando lugar a una nueva correlación
de fuerzas en el orden mundial y a la desaparición de la llamada guerra
fría entre los USA y la URSS. El astrólogo francés André Barbault en
su obra Le Pronostic Experimentale en Astrologie, publicada en
1973, ya se refería a esta triple conjunción y decía al respecto:
“(...) estos dos competidores -USA y URSS-, o los valores de capitalismo
y comunismo que éstos representan, llegan a un fin de carrera al mismo punto y
en el mismo momento, como fundiéndose en una única corriente (...)
reencontrándose así Urano y Neptuno en un nuevo punto de partida cíclico.”
Visto retrospectivamente, nadie puede dudar lo que tenían de certeros
los pronósticos que Barbault expuso con dieciséis años de antelación, cuando
nada hacía prever un acercamiento entre los dos grandes bloques. Pero ¿en qué
se basaba Barbault para sus afirmaciones? Para Barbault el ciclo Saturno-Urano
estaba relacionado con la economía capitalista, mientras que el ciclo
Saturno-Neptuno lo vinculaba con las corrientes comunistas. Teniendo en cuenta
estos principios era lógico pensar que un encuentro de Saturno, Urano y Neptuno
podían dar lugar a algo que uniese esas dos tendencias
antagónicas. Y aunque no hubo una verdadera unión entre los Estados Unidos y la
nueva Rusia, sí que hubo una distensión entre ambas potencias a la vez que se
materializó la unión de las dos alemanias. Esto supuso un acontecimiento de
gran importancia económica y política mundial, que tuvo su escenificación
simbólica con la destrucción del Muro de Berlín que había dividido Alemania y
Europa durante veintiocho largos años.
Año 2020 y Gran Mutación
Actualmente nos encontramos en vísperas de otro momento de gran
importancia protagonizado por los ciclos de Saturno-Plutón y de
Júpiter-Saturno, que tendrán lugar a principios y finales de 2020
respectivamente. A principios de ese año asistiremos a la conjunción de
Saturno-Plutón en el signo de Capricornio, que iniciarán un nuevo ciclo
combinado de 33 años. La conjunción entre estos dos planetas se asocia a épocas
de conflictos internacionales, totalitarismos y reacciones conservadoras ante
los aires de cambio, pues sus energías no son afines y plantean intereses
contrapuestos. Por un lado Saturno intenta conservar a toda costa lo
establecido y pone normas restrictivas para evitar los cambios, pero la energía
de Plutón busca transformar y regenerar en profundidad, aunque ello suponga
pasar por procesos turbulentos.
En este caso la conjunción Saturno-Plutón tendrá lugar en el signo de
Capricornio del cual Saturno es regente. Esto supone cierta fuerzapara
la energía saturnina que puede tener su expresión en un endurecimiento de los
poderes políticos que limiten los derechos sociales adquiridos. Pero el
poderoso Plutón ya se encuentra transitando por Capricornio desde 2008,
socavando los valores materialistas y sacando a la luz la podredumbre política
y económica que había permanecido en la sombra, y no es previsible que deje de
hacerlo mientras se encuentre en este signo. Así que lo que ocurra en esta
conjunción dependerá de la capacidad que tengamos para buscar alternativas que
posibiliten una regeneración social y política lo menos traumática posible.
Probablemente la clave del proceso puede estar en la trascendental conjunción
de Júpiter-Saturno en Acuario que tendrá lugar a finales de 2020 y que podría
suponer un momento de inflexión en esta transición entre eras.
El ciclo de Júpiter-Saturno está tradicionalmente relacionado con
coyunturas socio-económicas, culturales e ideológicas. La conjunción de estos
planetas se produce cada 20 años y señala el inicio de un ciclo social marcado
por los valores del signo en que se encuentran. Pero la conjunción
Júpiter-Saturno en 2020 no es “una conjunción más”. Durante 10 conjunciones
consecutivas los encuentros entre Júpiter y Saturno se repiten en un mismo
elemento, para cambiar al elemento siguiente una vez transcurridos unos 200
años. El recorrido sigue el orden natural de los cuatro elementos
Fuego-Tierra-Aire-Agua, por lo que pasan unos 800 años (200x4) antes de volver
a iniciar una secuencia en el mismo elemento. Este ciclo recibe el nombre de la
“Gran Mutación” y marca el inicio de grandes cambios sociales relacionados con
el elemento implicado, que tendrán vigencia en los 200 años siguientes.
En la actualidad estamos acabando un ciclo de 200 años en el elemento
Tierra que se inició en 1802 coincidiendo con la Revolución industrial. Algo
que generó enormes transformaciones productivas, económicas y sociales, y
asentó el sistema capitalista moderno. La última conjunción Júpiter-Saturno de
este largo ciclo en elemento Tierra, tuvo lugar en mayo del año 2000 en el
signo de Tauro. Y la próxima conjunción será el 21 de diciembre de 2020 en el
signo de Acuario, iniciando en ese momento un ciclo de 200 años en el elemento
Aire. Cabe señalar que en 1981 hubo una “conjunción aislada” en el elemento
Aire (en Libra) como anticipando algo de lo que nos puede traer el próximo
ciclo.
Gran Mutación y
2020
Los ciclos de Júpiter-Saturno afectan a la política, la economía, la
cultura y los gobiernos, pero mientras los periodos de 20 años en un mismo
elemento señalan variables de un mismo proceso, los cambios de un elemento a
otro al cabo de 200 años (como en 2020) cambian la vibración de fondo en
el ámbito psico-social colectivo de forma destacada. La excepcionalidad de este
momento está subrayada por el hecho de que la conjunción Júpiter-Saturno tiene
lugar en el signo de Acuario (su último encuentro en este signo fue en 1405)
cuando todos los indicios señalan que nos encontramos en plena transición de la
Era de Piscis a la Era de Acuario.
Planetas e inconsciente colectivo
Al estudiar los ciclos de los planetas colectivos (Júpiter, Saturno,
Urano, Neptuno y Plutón) desde la perspectiva de la astrología mundial, podemos
caer en el error de considerar sus energías como algo ajeno a nosotros donde lo
único que podemos hacer es ir trampeandosus efectos. Pero estos
planetas también están en nuestra carta individual, por lo que estamos
proyectando sus energías e influyendo en el devenir colectivo, nos demos cuenta
o no…
Los emplazamientos de Júpiter y Saturno en el tema natal informan de
nuestra manera y capacidad para participar en el mundo social en base a
nuestros ideales y las normas establecidas que asumimos. Mientras que Urano,
Neptuno y Plutón, en tanto que planetas significadores del “inconsciente
colectivo”, se relacionan con los procesos de transformación personal
vinculados a la evolución colectiva. En la psicología de Carl Gustav Jung
(1875-1961) el término inconsciente colectivo hace referencia
al conjunto de instintos y arquetipos que son comunes a la especie humana. Es
como un recipiente de sabiduría ancestral continuamente
alimentado por las experiencias y los pensamientos colectivos. Y como dichas
experiencias y pensamientos colectivos se nutren de nuestros pensamientos
individuales, es evidente que tenemos una responsabilidad respecto a lo que
pensamos, pues nuestros pensamientos condicionan la energía que emitimos y
están en la raíz de nuestras actitudes, palabras y acciones.
Las interesantes investigaciones del biólogo inglés Rupert Sheldrake
(1942) sobre lo que llama “resonancia mórfica” parecen entrelazarse con el
concepto junguiano de inconsciente colectivo cuando explica:
“Lo que sugiero es que puede existir una especie de memoria de la
naturaleza, y que la memoria que tienen los acontecimientos naturales al
desarrollarse tiene que ver con el modo en que esos acontecimientos sucedieron
en el pasado. (...). Concretando, cada especie animal, vegetal o mineral posee
una memoria colectiva a la que contribuyen todos los miembros de la especie en
cuestión y a la que también conforman.”
Así, según Sheldrake cada especie tiene un campo de memoria
propio, constituido por las formas y actitudes de todos los individuos que
han pasado por dicha especie. La influencia de dicho campo de memoria moldearía
a todos sus individuos futuros, que resonarían con la memoria
colectiva de su especie. Las teorías de Sheldrake han dado lugar a varios
experimentos que confirman esa conexión invisible entre seres
de la misma especie a través del espacio y el tiempo. En dichos experimentos se
ha comprobado que si una especie animal aprende una habilidad en un determinado
lugar del planeta, otros animales de la misma especie tardan mucho menos tiempo
en realizar ese mismo aprendizaje en otro lugar diferente, aunque estén a miles
de kilómetros de distancia o hayan pasado muchos años.
Un ejemplo citado por Sheldrake es el caso en que un grupo de
científicos en la isla japonesa de Koshima alimentaba a una especie de monos
con boniatos sin lavar. Una hembra descubrió que lavando los boniatos en el mar
perdían la molesta arenilla pegada a la piel y sabían mejor. Al cabo de un
tiempo todos los monos de la isla aprendieron el truco. Pero lo más
sorprendente fue que este avance social llegó también rápidamente a otras
colonias de monos, a pesar de que nunca habían tenido contacto directo con los
monos de la isla de Koshima.
Otras investigaciones diferentes también apuntan en la misma dirección y
evidencian esa conexión invisible entre los seres vivos. Un estudio relevante
es el que un “grupo creador de paz” realizó en Washington D.C. del 7 de Junio
al 30 de Julio de 1993 en el que se demostró el efecto social de la meditación
trascendental con respecto a la delincuencia. Este experimento,
cuidadosamente controlado, se inició con un grupo de 800 meditadores que
aumentaron hasta 4.000 en un periodo de casi dos meses. Y aunque la
delincuencia violenta había estado aumentando de forma estable durante los
primeros cinco meses del año y usualmente se incrementa en los meses de calor,
inmediatamente después de empezar el experimento el delito violento empezó a
descender y disminuyó hasta un 23,6%, después de lo cual volvió a aumentar otra
vez. En el estudio se determinó que la posibilidad de que este resultado
pudiera atribuirse a una variación casual de los niveles de delito, era
inferior a dos partes entre mil millones.
En la carta astral individual la conexión con esas energías
no-visibles estará más acentuada cuando determinados planetas
personales (especialmente la Luna) ocupen signos o casas de Agua, y en
particular si existe una significativa Casa 12 asociada al inconsciente
individual y colectivo. Obviamente puede haber muchos otros factores y aspectos
que revelen una particular capacidad para captar las energías que circulan a
través del mundo intangible. No obstante, si nos centramos en los planetas, los
principales significadores del inconsciente colectivo seguirán siendo Urano,
Neptuno y Plutón, pues se relacionan con un determinado clima
energético que es captado y expresado inconscientemente por la mayoría
de las personas.
Las personas más sensibles a los emplazamientos o tránsitos de Urano,
Neptuno y Plutón, pueden actuar de forma espontánea como portavoces e
inspiradoras de procesos colectivos, a través de manifestaciones artísticas,
modas, ideas innovadoras u otras formas de expresión. Más allá de su aspecto
superficial, la observación de lo que está de moda en cada
momento (sea una música, un partido político, un artilugio tecnológico, un tipo
de ropa o cualquier otra cosa) puede ser de gran interés para descubrir las
proyecciones colectivas inconscientes de una determinada época y relacionarlas
con los tránsitos mundiales de los planetas colectivos. Las corrientes
instintivas asociadas a estos planetas pueden tener aspectos positivos
o negativos. Por lo tanto es fundamental desarrollar nuestra capacidad de
respuesta individual en base a nuestros valores e ideales, pues si no somos
conscientes de las corrientes colectivas en curso, probablemente seremos arrastrados por
ellas y seguiremos las modas e ideologías dominantes de forma inconsciente y
poco individualizada.
Igualmente será importante reflexionar sobre la calidad de los
pensamientos que guían nuestros actos. Por ejemplo, si realizamos actividades
altruistas o humanitarias pero nos guía el odio y el resentimiento hacia
quienes generan desigualdades y sufrimiento, estaremos añadiendo más
negatividad al mundo. Como alternativa, podemos buscar nuestra fuerza en
pensamientos basados en el amor a lo que hacemos y no en el odio, la rabia u
otros sentimientos nocivos. Esto no restará eficacia a nuestra lucha y
denuncias, pero lo haremos generando una energía positiva en el mundo. Las
experiencias anteriormente mencionadas de Sheldrake o de los grupos de
meditadores, parecen avalar esta posición como la más efectiva.
Cabe pues insistir en la importancia de un análisis profundo de nuestra
carta astral, así como escuchar nuestro interior para detectar cómo estamos
participando en ese inconsciente o memoria colectiva, pues ya hemos visto que
no solamente influimos en el mundo a través de nuestras palabras y actos, sino
que también lo hacemos a través de los pensamientos y la energía emocional que
los acompaña. Está pues en nuestras manos decidir con qué energía e intención queremos
contribuir al mundo en este trascendental cambio de era.
Luna y mundo emocional
Con toda seguridad la Luna es el cuerpo celeste que ha dado lugar a más
mitos y leyendas en todas las culturas del mundo. Su apariencia misteriosa y su
luz siempre cambiante, tienen algo de mágico y sugestivo que ha inspirado a
chamanes, poetas y artistas durante milenios. En el plano físico, es bien
conocida la atracción gravitacional de la Luna sobre la Tierra, que afecta a
los ciclos de las mareas, al desarrollo de las plantas y a los estados anímicos
de animales y personas. Algo fácilmente explicable si consideramos que la
atracción lunar influye notablemente en el elemento líquido que se encuentra en
un altísimo porcentaje en la naturaleza y en todos los seres vivos.
Pero para la astrología la Luna tiene un simbolismo propio que va más
allá de sus efectos gravitacionales. En una carta natal la Luna simboliza la
forma en que abordamos las experiencias y vivencias emocionales, así como
nuestras respuestas instintivas, espontáneas y naturales ante los estímulos
externos. En gran parte, nuestros hábitos, automatismos y reacciones
inconscientes se relacionan con pautas interiorizadas durante la primera
infancia. En esa etapa la capacidad receptiva de niño, su plasticidad e
intuición son elementos básicos para su supervivencia. La percepción del mundo
que le rodea pasa en gran parte a través del filtro del emplazamiento de la
Luna en su carta natal y es interesante constatar cómo el signo natal de la
Luna revela determinadas actitudes y vivencias especialmente visibles en
los primeros siete años de vida.
La receptividad de la Luna indica una sensibilidad que cambia en función
de las influencias que recibe del entorno, respondiendo con un tipo de
reacción diferente según el signo en que se encuentre. Por ejemplo, una persona
que tenga su Luna natal en Capricornio es muy probable que reaccione
instintivamente con reserva y desconfianza, hasta sentir que tiene controlada
la situación; por el contrario alguien con la Luna en Sagitario seguramente
reaccionará de forma expansiva, optimista y extrovertida, incluso en
circunstancias en que no sería aconsejable hacerlo. Obviamente no hay una
manera de reaccionar que sea mejor o peor que otra y la cuestión estriba en ser
conscientes de lo señalado por nuestra Luna, para canalizar su expresión
adecuadamente.
Asociada con lo femenino y el principio materno, la Luna describe cómo
nutrimos emocionalmente a los demás y cuáles son las actitudes, relaciones, o
situaciones que nos nutren y proporcionan seguridad emocional. El signo en que
se encuentra la Luna simboliza la imagen de madre que fue integrada cuando
éramos niños y está relacionada con la manera que ejercemos nuestro maternaje
en el mundo, independientemente de cual sea nuestro género. Dicho maternaje no
se limita al cuidado de otras personas, animales o plantas en tanto que seres
vivos, sino que puede ser canalizado hacia la protección de un ecosistema, un
una obra, un objeto, o cualquier lugar o cosa que despierte nuestro instinto
protector.
A veces, nuestra necesidad emocional de protección, nutrición y
cuidados, simbolizadas por la Luna, pueden no coincidir con nuestros deseos.
Dicho de otra forma, en algunos casos es posible que lo que necesitamos y lo
que queremos no sea lo mismo. Quizás queramos algo que no necesitamos o
necesitamos algo que no queremos. El análisis de la Luna en la carta natal
puede ayudarnos a clarificar cuáles son nuestras verdaderas necesidades.
Elucidar esta cuestión no siempre es fácil, pero de forma muy general y
considerando los cuatro elementos puede
decirse que una persona con la Luna en un signo de Fuego (Aries,
Leo, Sagitario) se sentirá nutrida y confortada emocionalmente con experiencias
dinámicas y estimulantes, en un signo de Tierra(Tauro, Virgo,
Capricornio) a través de la seguridad material y el compromiso, en un signo
de Aire (Géminis, Libra, Acuario) con la comunicación y el intercambio
de ideas con otras personas, y en un signo de Agua(Cáncer,
Escorpio, Piscis) mediante vínculos sentimentales y empáticos.
La Luna también hace referencia al sentimiento que tenemos sobre
nosotros mismos, a nuestra auto-imagen personal, es decir a cómo sentimos que
los demás nos ven o a la imagen que creemos perciben de nosotros. Aquí no debe
confundirse la personalidad que presentamos relacionada con el
Ascendente, con la auto-imagen personal referida a la Luna que
corresponde al sentimiento subjetivo de cómo creemos que los demás nos
ven. Esta percepción subjetiva junto con la naturaleza emocional e
instintiva de la Luna, tendrán una importante repercusión en cualquier relación
que establezcamos y muy especialmente en nuestros vínculos afectivos e
íntimos.
Un ejercicio interesante para tomar conciencia de las cualidades
vinculadas a nuestra Luna es auto-observarnos cada mes durante el periodo que
transita su signo natal. Al tener un ciclo de unos 28 días, la Luna permanece
aproximadamente dos días y medio en cada signo activando los valores del signo
transitado. En esos momentos que transita por encima de la posición que ocupa
en nuestra carta natal, podemos ver con más claridad cómo reaccionamos, cómo
buscamos nutrir y nutrirnos en el mundo, y también cómo tendemos a
auto-protegernos ante las situaciones en que nos sentimos más vulnerables o
amenazados.
Al igual que cualquier otro factor de la carta astral, el significado de la Luna debe interpretarse en
el contexto global de su emplazamiento atendiendo a su posición por signo,
casa, regencias y aspectos. No obstante, a modo introductorio podemos ver a
continuación algunos significados de cómo una persona puede experimentar su
Luna según el signo en que se encuentre.
La Luna en los 12 signos
Luna en ARIES
Reacciona ante las situaciones de forma directa, natural, vivaz e
intuitiva. Sus reacciones son rápidas e impulsivas, respondiendo a los
sentimientos del momento. Expresa sus emociones con claridad, pasión y
fogosidad. Cuando a alguien o algo despierta su instinto maternal o protector,
no duda en lanzarse a la lucha para proteger aquellos que siente amenazados. Su
frescura, espontaneidad y decisión tiene un efecto estimulante y vitalizador en
los otros. Es independiente y se muestra asertiva ante cualquier desafío.
Necesita acción y nuevas experiencias para sentir seguridad emocional.
-De temperamento variable e infantil, estalla con facilidad pero sus
arrebatos y berrinches son de corta duración. Es impaciente e irascible y no
escucha consejos. Le cuesta aceptar contactos sensibles pues no se siente
cómoda. Existe una inseguridad de fondo que le coloca a la defensiva mostrando
reacciones agresivas, beligerantes o precipitadas.
Luna en TAURO
Reacciona con lentitud y prudencia, pero mantiene sus decisiones con
determinación y fuerza. Asimila lo que le llega de forma lenta y constante.
Existe sensatez y capacidad para concretar aquello que siente. Necesita
seguridad y estabilidad en el plano emocional y es fiel en sus sentimientos.
Nutre a los demás mediante su actitud apacible, afectiva, tranquila y sensual.
Disfruta en su relación con animales o plantas y en el contacto con la
naturaleza. Destacan los sentidos del tacto y del gusto. Vincula los
intercambios emotivos con el contacto físico. Sus sentimientos están
sustentados por valores conservadores, realistas y pragmáticos.
-Existe una timidez innata. Tiene tendencia a la inercia y la pereza.
Experimenta sensaciones de apego a sus referentes conocidos y puede ser
posesiva con personas y cosas. Busca seguridad en lo que es estable y le
cuestan los cambios de todo tipo.
Luna en GÉMINIS
Reacciona al entorno con una curiosidad mental constante. Su
receptividad es ágil y cambia sus centros de interés todo el tiempo. Se siente
a gusto atendiendo diversos asuntos simultáneamente. Intelectualiza sus
emociones y necesita hablar de ellas. Necesita relaciones breves y variadas,
pues le cuesta soportar la intensidad del contacto emocional. Su percepción es
más mental que emocional y frecuentemente confunde lo que siente con lo que
piensa. Destaca su gusto por el estudio y la lectura. Nutre a los demás
intercambiando ideas y siendo una fuente de información. Tiene un sentido del
olfato particularmente desarrollado.
-No le gusta verse obligada a concretar. La dispersión excesiva puede
generar tensión nerviosa. Se muestra reservada en asuntos personales, le cuesta
intimar emocionalmente y puede ser fría.
Luna en CÁNCER
Reacciona de forma muy sensible al ambiente pues capta el estado anímico
de los ambientes y las personas que la rodean. De tendencia maternal, busca
cuidar y proteger y a su vez también necesita que la cuiden y protejan. Los
recuerdos y vivencias emocionales del pasado condicionan su vida presente.
Tiene sentimientos intensos vinculados a la familia y/o la patria. Siente
inclinación por la poesía, y tiene tendencia al romanticismo y a los estados
melancólicos.
-Es influenciable, susceptible y tiene altibajos de humor. Como defensa,
reacciona “encerrándose en su caparazón” para autoprotegerse. Manifiesta una
dependencia infantil en sus vínculos.
Luna en LEO
Reacciona ante las situaciones con vitalidad, generosidad y calidez. Es
alegre y divertida e irradia un fuerte magnetismo personal y raramente pasa
desapercibida. Tiene capacidad organizativa y sabe llegar al corazón de los
demás. Manifiesta sus sentimientos de forma teatral o dramática. Se guía por
impresiones intuitivas y en sus relaciones es protectora y leal. Es
emocionalmente entusiasta y su capacidad de expresión y creatividad la vincula
con actividades artísticas.
-No es muy receptiva, pues está centrada en su autoimagen. A veces
manifiesta una simplicidad infantil. Necesita captar la atención y es muy
sensible a las críticas. Cuando se siente ofendida en su orgullo reacciona con
altivez y arrogancia.
Luna en VIRGO
Reacciona de forma analítica y crítica ante las situaciones. Trata de
entender racionalmente sus estados emocionales. Experimenta la necesidad de
perfeccionarse personalmente, y para ello se suele ayudarse de técnicas
psicocorporales y terapias diversas. El orden, la pulcritud, la sencillez y los
pequeños detalles, así como el cuidado del cuerpo y las dietas, le proporcionan
un sentimiento de seguridad. Es sensible a las necesidades materiales y de
salud de los otros. Se siente a gusto siendo útil mediante el cuidado de
personas o animales.
-Es tímida y poco espontánea. Desconfía de sus emociones pues se siente
insegura y tiende a inhibirlas. Tiene dificultad para entender los sentimientos
de los otros y puede perderse en el análisis mental de sus propios
sentimientos.
Luna en LIBRA
Reacciona evaluando con imparcialidad cada situación que se le presenta
a fin de encontrar la respuesta más armónica y equilibrada. Conecta
emocionalmente con la música, las artes y la belleza en su sentido amplio.
Siente la necesidad de establecer relaciones tranquilas e íntimas, tiene
sentido de la oportunidad y encanto personal. Propicia ambientes de encuentro,
relajados y placenteros. Se expresa con cortesía y elegancia, aunque existe una
gran fuerza tras esa suavidad aparente.
-La tendencia a complacer y agradar a los demás puede restar
espontaneidad a sus reacciones emocionales. Cede a la adulación y le cuesta
decir no. En ocasiones se observa indolencia y flirteo. Le cuesta permanecer en
soledad largo tiempo.
Luna en ESCORPIO
Reacciona de forma pasional y experimenta emociones intensas en su
interior que teme exteriorizar, por lo que ejerce una contención y control
sobre ellas. En el ámbito relacional se nutre de intercambios emocionales
profundos, que aborda con pasión y entrega. Posee una gran determinación por
llegar al núcleo de la experiencia emocional. Puede experimentar celos y/o
llegar a ser absorbente. Se siente a gusto en ambientes duros o marginales,
donde existe sufrimiento, tensión o dolor, pues se siente realizada ayudando y
cuidando a personas que pasan por situaciones extremas. Es reservada e irradia
un magnetismo intenso, libidinal y misterioso. Siente inclinación por indagar
en ámbitos profundos y desconocidos.
-Las dificultades con su auto-imagen pueden derivar en sentimientos turbulentos
y autodestructivos. Se siente atrapada en un proceso de transformación
emocional compulsiva y vive las situaciones de tranquilidad como una
experiencia amenazante.
Luna en SAGITARIO
Reacciona al entorno con entusiasmo, jovialidad e inspiración. Necesita
espacio emocional y tiende a escapar de las situaciones que limitan su
libertad. Busca su seguridad en algún sistema de creencias, aunque
evita los grupos religiosos instituidos. Se nutre de experiencias en las
que puede explorar sus emociones y darles un sentido, y para ello se sirve de
los viajes y contactos con otras culturas así como del viaje filosófico
y espiritual. Tiene capacidad para transmitir emocionalmente lo que sabe, con
un efecto muy motivador en las otras personas.
-Su optimismo y credulidad ingenua le hacen creer que “todo está bien”,
lo que deriva en sentimientos profundos de frustración exagerada cuando algo
sale mal. Puede haber tendencia a sermonear y tratar de organizar la vida a los
demás. Igualmente existe el riesgo de fanatismo emocional con respecto a sus
creencias.
Luna en CAPRICORNIO
Reacciona con precaución y racionalidad, buscando controlar la
situación. Necesita cuidar de los demás mediante algún tipo de control que
ejerce con responsabilidad y autoridad. Se esfuerza para ser aceptada
trabajando duramente y cumpliendo sus obligaciones con a los otros de forma
eficaz. Hay madurez y sabe autosostenerse emocionalmente. Las cualidades
de compromiso y solidez emocional le capacitan para actuaciones de apoyo y
protección a los demás.
-Le cuesta pedir a los demás aquello que necesita emocionalmente. Existe
una vulnerabilidad de fondo y es muy sensible al desprecio. Hay austeridad en
el terreno emocional, es poco demostrativa y le cuesta intimar. Se siente
cómoda manteniendo una cierta distancia en sus relaciones interpersonales por
lo que puede mostrar frialdad en el trato.
Luna en ACUARIO
Reacciona a los imprevistos con inmediatez e inventiva. Experimenta
seguridad a través de experiencias innovadoras. Se siente nutrida
emocionalmente en el contacto con personas diferentes u originales. Está a
gusto en grupos inconvencionales en los que puede desarrollar relaciones
abiertas, amistosas y libres. Sus sentimientos son altruistas y están
condicionados por una clara conciencia social. Nutre a los demás estimulando su
libertad y autonomía, pero debido a su propia necesidad de individualidad le
cuesta involucrarse y prefiere observar impersonalmente antes que participar.
-En el plano personal teme el envolvimiento emocional íntimo, es
desapegada y experimenta incomodidad ante las manifestaciones sentimentales
efusivas, pudiendo cortar bruscamente con cualquier relación que limite su
libertad. Tras las rupturas emocionales se muestra indiferente y distanciada.
Luna en PISCIS
Es muy impresionable y reacciona con sensibilidad y empatía. Se muestra
compasiva ante la vulnerabilidad y el dolor ajeno, a lo que reacciona
ofreciendo protección y sacrificándose cuanto sea necesario. También es muy
sensible a los estados anímicos colectivos y experimenta seguridad emocional
cuando puede ayudar a la humanidad o involucrarse en algún ideal espiritual.
Capta los mensajes subliminales y las vibraciones personales y ambientales que
pertenecen a los planos de lo no visible e intangible. La ensoñación y la
fantasía de su mundo imaginario le proporcionan calma interior.
-Puede sentirse víctima de las situaciones y adoptar el rol de mártir. A
veces se siente confusa o melancólica y con sentimientos cambiantes con
respecto a sí misma. Su hipersensibilidad al mundo que le rodea y su
vulnerabilidad interna están en la base de sus actitudes escapistas.
Fuente: https://www.astrologiadelser.com/
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