MAYO 14,
2019
En el libro de Génesis, el
Creador escucha a la gente lamentarse porque la ciudad de Sodoma ha caído en
pecado y Él amenaza con destruirla si llegara a ser cierto. No obstante, Él
recibe la objeción de Avraham, quien le ruega diciendo que si al menos hay
cinco justos en la ciudad, no merece ser destruida. El Creador escucha
el
argumento de Avraham y acepta perdonar a la ciudad.
"DEPENDE DE
CADA UNO DE NOSOTROS COMPLETAR EL PROCESO DE CREACIÓN."
Esta historia revela un fenómeno
inusual. La mayoría de nosotros imagina al Creador como un ser todopoderoso y,
como tal, entendemos que el Creador sabe lo que más nos conviene. Pero aquí
pareciera que Avraham en efecto tiene una influencia sobre el Creador, ¡incluso
haciéndole cambiar de parecer! ¿Cuál es el significado de esta historia y cómo
se relaciona con nuestra vida?
En el Zóhar está escrito que
debemos alcanzar un nivel de sociedad con el Creador. Rav Áshlag desarrolla en
su comentario que el Creador comenzó el proceso de la Creación, pero no puede
concluirlo: depende de cada uno de nosotros, tanto a nivel individual como
colectivo, completar el proceso de Creación. En otras palabras, en realidad
debemos ascender al nivel en el que trabajemos junto al Creador como socios.
Avraham había comprometido su
vida a esta sociedad con el Creador. Cuando un justo alcanza este nivel de
sociedad verdadera con el Creador, entonces el Creador puede decretar algo y el
justo puede decir: “¡No, Dios, no puedes hacerlo porque yo soy tan socio como
Tú!”. Esta es la razón por la cual Avraham pudo hacer que el Creador cambiara
de parecer en cuanto a la destrucción de Sodoma.
Nosotros también podemos alcanzar
este nivel de sociedad con el Creador. De hecho, este concepto es una enseñanza
muy importante para nuestra vida. Cuanto más nos veamos como socios del
Creador, más actuaremos como socios y más poder tendremos en dicha sociedad.
Imagina que dos personas inician
una empresa juntos. Una persona va a la empresa todos los días, maneja todas
las funciones diarias y dedica su tiempo y dinero a la compañía. La otra
persona va una vez al mes a revisar los libros, pero no se dedica genuinamente.
Con el tiempo, la primera persona comienza a reconocer que ella está haciendo
todo el trabajo e invirtiendo más en la compañía y, por lo tanto, merece un
porcentaje mayor en la empresa. Lo mismo ocurre con nuestra sociedad con el
Creador. La medida exacta que hemos invertido en la sociedad es la medida de
poder que tendremos en dicha sociedad.
"SOMOS
VERDADEROS SOCIOS DEL CREADOR. "
Ahora bien, ¿cómo podemos
alcanzar este nivel de sociedad genuina con el Creador? Le demostramos al
Creador que somos socios por la manera en la que vivimos nuestra vida;
completamente dedicados a nuestro crecimiento espiritual y el crecimiento del
mundo. Esto requiere que nos transformemos. Cuanto más generosos, dadores y
desinteresados nos volvamos, mejores socios seremos.
La idea emocionante e inspiradora
aquí es que el Creador en realidad quiere que seamos socios. Sin embargo,
depende de nosotros revelar cuán socios somos. Es importante entender que esta
sociedad no es “todo o nada”. No es que tenemos el 50 % de acciones o nada; es
un proceso constante por el cual todos pasamos. A medida que desarrollamos
nuestra relación con el Creador y nos transformamos, nos hacemos cada vez más
socios. En la medida exacta que seamos socios, en esa medida tenemos potestad.
Esto afecta el poder y el nivel de nuestras oraciones.
Con el tiempo, una persona
verdaderamente justa como Avraham alcanza una sociedad de 49/51, el Creador nos
da la acción extra. Cuando esto ocurre, en realidad podemos decirle al Creador
qué hacer. Cuando somos socios totales, el Creador tiene que escuchar nuestras
oraciones. Si estamos comprometidos por completo a la sociedad, entonces cuando
hagamos una solicitud, tiene que ocurrir. De la misma manera, cuando el Creador
diga que se debe hacer algo, nosotros podemos decir “¡No!” tal como lo hizo
Avraham.
A veces sentimos que el Creador
tiene control absoluto sobre todo y que nosotros no tenemos voz en el mundo,
pero el Zóhar nos enseña que cada uno de nosotros puede y debe alcanzar este
punto en el que seamos verdaderos socios del Creador. La idea de desarrollar
esta sociedad nos muestra la increíble responsabilidad que tenemos de
transformarnos a nosotros y al mundo.
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