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7 de octubre de 2017

EDUCACION PARA LA CURACION

Por K. PARVATI KUMAR

El paciente necesita una educación constante para entender que la continuación de la vida en el cuerpo físico no es la meta más alta o más elevada. El cuerpo es el vehículo de la persona y, en la medida en que uno necesita prestar servicio de verdadera importancia o cumplir obligaciones que todavía no se han cumplido, o si se necesitan lecciones de vida o de luz para aprender, se necesita mantener el cuerpo en condiciones de trabajo. Vivir sólo en el cuerpo por el bien del cuerpo es como permanecer en un caballo sin ningún propósito o sentado en un vehículo sin ningún plan de viaje. Tal cosa no existe en el esquema de las cosas de la Naturaleza.

El paciente necesita entender que el cuerpo es una facilidad para cumplir ciertos propósitos de vida y así experimentar la vida y la luz. La existencia en el cuerpo físico no es el summum bonum, sino el cumplimiento de unos propósitos, que pueden ser materiales, sociales, culturales o espirituales. Toda persona es un Peregrino en un Gran Viaje y, en la medida que mantenga su vehículo (cuerpo), en esa misma medida se le facilitará su viaje. El Peregrino también debe saber cómo abandonar un vehículo problemático y tomar otro vehículo.

La Ley de la Reencarnación y la Ley del Karma, por lo tanto, forman parte de la salud y de la ciencia de la curación. Si el Peregrino sabe que la Naturaleza le facilita otro vehículo para viajar y que el vehículo actual no es necesariamente el medio último, es un suspiro de alivio. Al mismo tiempo el Peregrino no puede permitirse ser irresponsable con el vehículo que le ha sido dado. El Arte de Morir y el Arte de la Reencarnación también forman parte de la educación curativa (estas Artes se tratarán en futuros artículos).

De los objetivos principales de la curación, un objetivo es ayudar a un paciente a lograr una perspectiva agradable, sana y expectante sobre su futuro, sin importar lo que el futuro tenga para el paciente. Un curador necesita traer un cambio de actitud en el paciente hacia todo el problema de la enfermedad. Una actitud positiva es útil en todo momento, y tal actitud disipa las enfermedades, para empezar, en el plano psicológico. Una actitud negativa atrae más enfermedades y la enfermedad se vuelve más profunda. Se debe comprender que la negatividad es receptividad. En el ambiente alrededor está la enfermedad flotante de la humanidad y del planeta. Una actitud negativa hacia la enfermedad abriría canales para la recepción de la energía enferma que flota en el ambiente. Si se pretende traer cualquier energía a través de la receptividad, sólo pueden ser pensamientos positivos relacionados con cualquier aspecto de la vida.

Se considera que las escrituras y las antiguas enseñanzas de los antiguos maestros tienen efecto curativo en el sentido científico de que aportan energías positivas del entorno, lo cual fortalece al sujeto. Hoy en día, la humanidad necesita una formación adecuada que le permita orientarse mejor hacia la enfermedad y la salud y tener un sentido más feliz de la enfermedad y la curación. La restauración de la salud es una doctrina por sí misma y no es la simple ingesta de medicamentos todo el tiempo, ya sean alopáticos, homeopáticos, ayurvédicos, japoneses, chioas, unanis, etc. La restauración de la salud requiere reparar los daños junto al paciente, la restitución de la voluntad para vivir, el rechazo del miedo (de la vida o de la muerte), la restauración del valor, la restauración de una actitud afirmativa en todas las circunstancias, la voluntad de aceptar el dolor con la comprensión y con la esperanza de que, con el tiempo, el dolor será sustituido por el placer, etc. El paciente también haría bien restaurando las relaciones armoniosas con su entorno y la relación con su familia, amigos, parientes y otros.

El resultado de la renovación de las relaciones con el entorno y con el grupo humano, cuando se entrelazan con él, da lugar al levantamiento del espíritu del Amor y a la neutralización de la energía negativa que puede haber estado profundamente arraigada por el pensamiento incorrecto.

Una actitud de comprensión de la enfermedad y de cooperación con el proceso de curación con alegría funciona como un tónico. El paciente debe entender esto.

Así, el proceso de seguir un ritual de curación es básicamente una educación para el paciente, y se supone que el curador tiene tal sabiduría. Si el curador asimila en él las energías de curación correctas a través de un modo de vida apropiado, la sabiduría de la curación fluye de él. Muy a menudo los médicos curadores no desarrollan el modo de vida necesario para ser suficientemente aptos para curar. Los médicos curadores generalmente reúnen mucha información sobre la curación y también sobre la técnica de curación sin que ellos mismos se vuelvan curadores.

Hay un modo de vida sugerido para los curadores, sin el cual no son cualitativamente mejores para conducir las energías de curación.

La información sobre la curación no permite por sí sola ser un curador. Esta es la razón por la que muchas veces un psiquiatra, a su debido tiempo, se convierte en un paciente de psiquiatría. El curador, según la ciencia antigua, debe necesariamente ser cualitativamente una persona superior en comparación con el paciente. El flujo de energía sólo es posible en tal situación.

La calidad de la energía psíquica
Un estudio de las emanaciones humanas y su múltiple efecto sobre su entorno arrojaría mucha luz en materia de curación. Los humanos no sólo afectan a los humanos que los rodean, sino también a los animales y las plantas. Existe cierto grado de vampirismo sutil en las emanaciones humanas, tanto positivas como también negativas.
Un jinete puede agotar a su caballo. Un cazador puede debilitar a su perro. De la misma manera un jinete puede entusiasmar y vitalizar a sus caballos, y un cazador puede convertir a su perro en un súper perro. Hay suficientes episodios en los que los caballos y los perros ayudaron a su amo. En todos esos casos, se trata del impacto del amo sobre sus animales domésticos.

Similarmente,  puede ser que una planta no crezca en manos de una persona, mientras que en las manos de otra produzca abundantes flores y frutos. Nuevamente, una mujer puede quedar agotada o vitalizada en la presencia de un hombre.

En todas estas situaciones, se debe conocer la calidad de la energía psíquica que uno transmite. La presencia de ciertas personas puede ser muy perturbadora, mientras que la de otras puede ser muy edificante.     La constante y consistente exposición a un sistema energético agradable o desagradable ciertamente tiene un impacto sobre la salud, tanto de una manera positiva como de una manera negativa. Allí es donde los médicos inteligentes deben abrir la puerta para observar esas sensibilidades y obtener más información acerca del paciente.

Cuando las sensibilidades negativas son dirigidas y ajustadas, las enfermedades se neutralizan con poco o ningún medicamento. El medicamento debe ser considerado como el último recurso para curar. Así ocurría entre los antiguos conocedores. Ellos se preocupaban por ajustar la psiquis por medio del color o del sonido o con una práctica ocultista que se le confiaba al paciente.


El ajuste de los desequilibrios psíquicos tiene un mayor impacto para la salud duradera de un paciente que el remiendo transitorio de las enfermedades con los medicamentos.

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