Por K. PARVATI KUMAR
El paciente necesita una
educación constante para entender que la continuación de la vida en el cuerpo
físico no es la meta más alta o más elevada. El cuerpo es el vehículo de la
persona y, en la medida en que uno necesita prestar servicio de verdadera
importancia o cumplir obligaciones que todavía no se han cumplido, o si se
necesitan lecciones de vida o de luz para aprender, se necesita mantener el
cuerpo en condiciones de trabajo. Vivir sólo en el cuerpo por el bien del
cuerpo es como permanecer en un caballo sin ningún propósito o sentado en un
vehículo sin ningún plan de viaje. Tal cosa no existe en el esquema de las
cosas de la Naturaleza.
El paciente necesita entender
que el cuerpo es una facilidad para cumplir ciertos propósitos de vida y así
experimentar la vida y la luz. La existencia en el cuerpo físico no es el
summum bonum, sino el cumplimiento de unos propósitos, que pueden ser
materiales, sociales, culturales o espirituales. Toda persona es un Peregrino
en un Gran Viaje y, en la medida que mantenga su vehículo (cuerpo), en esa
misma medida se le facilitará su viaje. El Peregrino también debe saber cómo
abandonar un vehículo problemático y tomar otro vehículo.
La Ley de la Reencarnación y
la Ley del Karma, por lo tanto, forman parte de la salud y de la ciencia de la
curación. Si el Peregrino sabe que la Naturaleza le facilita otro vehículo para
viajar y que el vehículo actual no es necesariamente el medio último, es un
suspiro de alivio. Al mismo tiempo el Peregrino no puede permitirse ser
irresponsable con el vehículo que le ha sido dado. El Arte de Morir y el Arte
de la Reencarnación también forman parte de la educación curativa (estas Artes
se tratarán en futuros artículos).
De los objetivos principales
de la curación, un objetivo es ayudar a un paciente a lograr una perspectiva
agradable, sana y expectante sobre su futuro, sin importar lo que el futuro
tenga para el paciente. Un curador necesita traer un cambio de actitud en el
paciente hacia todo el problema de la enfermedad. Una actitud positiva es útil
en todo momento, y tal actitud disipa las enfermedades, para empezar, en el
plano psicológico. Una actitud negativa atrae más enfermedades y la enfermedad
se vuelve más profunda. Se debe comprender que la negatividad es receptividad.
En el ambiente alrededor está la enfermedad flotante de la humanidad y del
planeta. Una actitud negativa hacia la enfermedad abriría canales para la
recepción de la energía enferma que flota en el ambiente. Si se pretende traer
cualquier energía a través de la receptividad, sólo pueden ser pensamientos
positivos relacionados con cualquier aspecto de la vida.
Se considera que las
escrituras y las antiguas enseñanzas de los antiguos maestros tienen efecto
curativo en el sentido científico de que aportan energías positivas del
entorno, lo cual fortalece al sujeto. Hoy en día, la humanidad necesita una
formación adecuada que le permita orientarse mejor hacia la enfermedad y la
salud y tener un sentido más feliz de la enfermedad y la curación. La
restauración de la salud es una doctrina por sí misma y no es la simple ingesta
de medicamentos todo el tiempo, ya sean alopáticos, homeopáticos, ayurvédicos,
japoneses, chioas, unanis, etc. La restauración de la salud requiere reparar
los daños junto al paciente, la restitución de la voluntad para vivir, el
rechazo del miedo (de la vida o de la muerte), la restauración del valor, la
restauración de una actitud afirmativa en todas las circunstancias, la voluntad
de aceptar el dolor con la comprensión y con la esperanza de que, con el
tiempo, el dolor será sustituido por el placer, etc. El paciente también haría
bien restaurando las relaciones armoniosas con su entorno y la relación con su
familia, amigos, parientes y otros.
El
resultado de la renovación de las relaciones con el entorno y con el grupo
humano, cuando se entrelazan con él, da lugar al levantamiento del espíritu del
Amor y a la neutralización de la energía negativa que puede haber estado
profundamente arraigada por el pensamiento incorrecto.
Una actitud de comprensión de
la enfermedad y de cooperación con el proceso de curación con alegría funciona
como un tónico. El paciente debe entender esto.
Así, el proceso de seguir un
ritual de curación es básicamente una educación para el paciente, y se supone
que el curador tiene tal sabiduría. Si el curador asimila en él las energías de
curación correctas a través de un modo de vida apropiado, la sabiduría de la
curación fluye de él. Muy a menudo los médicos curadores no desarrollan el modo
de vida necesario para ser suficientemente aptos para curar. Los médicos
curadores generalmente reúnen mucha información sobre la curación y también
sobre la técnica de curación sin que ellos mismos se vuelvan curadores.
Hay
un modo de vida sugerido para los curadores, sin el cual no son
cualitativamente mejores para conducir las energías de curación.
La información sobre la
curación no permite por sí sola ser un curador. Esta es la razón por la que
muchas veces un psiquiatra, a su debido tiempo, se convierte en un paciente de
psiquiatría. El curador, según la ciencia antigua, debe necesariamente ser
cualitativamente una persona superior en comparación con el paciente. El flujo
de energía sólo es posible en tal situación.
La calidad de la energía psíquica
Un estudio
de las emanaciones humanas y su múltiple efecto sobre su entorno arrojaría
mucha luz en materia de curación. Los humanos no sólo afectan a los humanos que
los rodean, sino también a los animales y las plantas. Existe cierto grado de
vampirismo sutil en las emanaciones humanas, tanto positivas como también
negativas.
Un jinete
puede agotar a su caballo. Un cazador puede debilitar a su perro. De la misma
manera un jinete puede entusiasmar y vitalizar a sus caballos, y un cazador puede
convertir a su perro en un súper perro. Hay suficientes episodios en los que
los caballos y los perros ayudaron a su amo. En todos esos casos, se trata del
impacto del amo sobre sus animales domésticos.
Similarmente, puede ser que una planta no crezca en manos de
una persona, mientras que en las manos de otra produzca abundantes flores y frutos.
Nuevamente, una mujer puede quedar agotada o vitalizada en la presencia de un
hombre.
En todas
estas situaciones, se debe conocer la calidad de la energía psíquica que uno
transmite. La presencia de ciertas personas puede ser muy perturbadora,
mientras que la de otras puede ser muy edificante. La constante y consistente exposición a un sistema energético
agradable o desagradable ciertamente tiene un impacto sobre la salud, tanto de
una manera positiva como de una manera negativa. Allí es donde los médicos
inteligentes deben abrir la puerta para observar esas sensibilidades y obtener
más información acerca del paciente.
Cuando las sensibilidades
negativas son dirigidas y ajustadas, las enfermedades se neutralizan con poco o
ningún medicamento. El medicamento debe ser considerado como el último recurso
para curar. Así ocurría entre los antiguos conocedores. Ellos se preocupaban
por ajustar la psiquis por medio del color o del sonido o con una práctica
ocultista que se le confiaba al paciente.
El ajuste de los
desequilibrios psíquicos tiene un mayor impacto para la salud duradera de un
paciente que el remiendo transitorio de las enfermedades con los medicamentos.
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