Un
hombre -famoso por su buena fortuna- estaba en el hospital y todos sabían que
su muerte era cuestión de días.
Un
médico joven entró en la habitación del moribundo y le empezó a hacer
preguntas. Conociendo la buena fortuna del hombre, le preguntó: “¿Cuántas veces
ha ganado la lotería?”
– He
tenido la fortuna de ganar cinco veces la lotería.
–
¡Cinco veces! Eso sí es increíble. Y si le tocara hoy el premio mayor, ¿cómo se
sentiría?
– En
verdad, no me afectaría demasiado. Estoy a punto de morir así que, si gano o no
gano, eso no me importaría mucho.
– La
verdad: no tanto. Incluso estaría dispuesto a regalarle el premio a alguien más
joven, como usted. Ayer justamente compré un billete, el 53256 y si llega
a ganar, le daré la mitad a usted, para que lo pueda disfrutar con salud.
El
médico se lo tomó a broma y dijo: “No, no. No hace falta. Estaba
solamente preguntando…”.
– No
se hable más. Si el 53256 es el billete ganador en el sorteo de esta tarde, la
mitad será suya. Inclusó dejaré una constancia con mi firma para asegurar esto.
Alcánceme mi libreta.
Al ver
su nombre en el documento, el médico quedó emocionado y se pasó todo el
día pensando de qué manera podía gastar el dinero. Dejaría su trabajo,
claro que sí, y viajaría por el mundo. Compraría propiedades. Y tendría una
vida de lujo y placer, en compañía de mujeres bellas, coches y ropa de calidad.
Empezaría a jugar golf. Y se mudaría a un barrio de clase alta…
Cuando
llegó el momento del sorteo, el joven médico encendió la radio y escuchó cada
uno de los premios. Y finalmente el niño cantor exclamó: “Premio número uno:
53256, con 25 millones de dólares”. ¡El médico saltó de alegría! ¡Era
millonario!
Pero
su corazón agitado no estaba preparado para tanta tensión y, allí
mismo, el joven se desplomó y murió a los pocos minutos, muy cerca del
afortundado paciente que día a día fue mejorando hasta que otros médicos
terminaron por darle de alta.
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