Hoy quería hablar del significado espiritual de los
terremotos.
Es un tema mucho más profundo de lo que puede
parecer a primera vista. Está relacionado con la historia de la humanidad y con
nuestro camino en la vida.
Aunque quizás pueda sorprender la idea, la
estructura física del planeta está conectada con nuestra conciencia: cambios en
nuestra conciencia provocan cambios en la estructura de la Tierra.
Y esto son los terremotos: cambios en nuestra
conciencia.
Y es importante entenderlo bien para comprender
nuestra existencia.
¿Qué Es la Materia?
Esto es algo que normalmente no tenemos en cuenta:
normalmente tenemos la sensación de que el mundo físico y la conciencia son dos
cosas totalmente separadas. Y lo cierto es que realmente lo parece: a primera
vista parece que nuestra conciencia no afecta a la materia de ninguna manera.
Pero no es así: nuestra conciencia y la parte
física de la vida están completamente unidas. Todo lo que pasa en nuestra
conciencia afecta a la materia.
Y el motivo es muy simple: la materia es
conciencia.
Cuando vemos un objeto, normalmente tenemos la
sensación de que está fuera de nosotros. Pero es solo una apariencia. En
realidad, el objeto está en nuestra conciencia.
Por esto a nivel científico aún no sabemos de qué
está hecha la materia exactamente. Llevamos siglos buscando y no hemos
encontrado la respuesta definitiva: a medida que vamos entrando en la materia,
lo único que vemos es un enorme espacio vacío, y unas partículas cada vez más
diminutas y escurridizas que no se dejan atrapar.
Mi opinión es que no las atraparemos nunca. Porque
la materia no tiene existencia propia.
La materia es simplemente un subconjunto de nuestra
conciencia.
La Conexión entre Nuestra
Conciencia y la Tierra
La materia es una parte de nuestra conciencia, y
por lo tanto, todo lo que pasa en nuestra conciencia, especialmente nuestros
pensamientos y emociones, interactúa con la materia.
Lo primero que responde a nuestros pensamientos y
emociones es nuestro cuerpo. En función de lo que pensamos y sentimos, nuestro
cuerpo reacciona. De hecho, las enfermedades son una respuesta de nuestro
cuerpo a los pensamientos y emociones que hemos ido acumulando durante tiempo.
Aparte de nuestro cuerpo, nuestro entorno también
reacciona a nuestra conciencia. Esta reacción no es clara ni evidente (debe ser
así para que la Tierra pueda cumplir la función para la que fue creada) pero,
si nos fijamos, podemos ver que existe.
Las casas, por ejemplo, se deterioran más rápido
cuando nadie vive en ellas. Las plantas crecen más cuando hablamos con ellas y
las tratamos con amor. A veces nos sentamos al lado de una persona y nos
sentimos bien (o mal) sin conocerla y sin hablar con ella. Y a nivel
científico, hay experimentos donde las partículas subatómicas que forman la
materia se comportan de manera distinta en función de lo que los científicos
que hacen el experimento esperan de ellas.
La materia que nos rodea reacciona a nuestra conciencia,
porque la materia es conciencia.
El Origen Espiritual de los
Terremotos
Así pues, lo que pensamos y sentimos afecta a la
materia de la Tierra: afecta a nuestro cuerpo y también a nuestro entorno.
Teniendo esto en cuenta, imagínate qué sucede cuando
muchas personas piensan lo mismo: el impacto sobre la estructura de la Tierra
puede ser muy grande.
Y esto es lo que pasa en los terremotos. Lo que
sucede generalmente en estos casos es que la sociedad está dividida: una parte
quiere vivir en el amor y avanzar, y otra se resiste a hacerlo. Unos tiran
hacia un lado y otros hacia el otro, y esto al final afecta a la estructura
misma del planeta.
Es como si hubiera un “escalón” en la conciencia
global de la humanidad. Por un lado hay un grupo de personas con la conciencia
elevada, y por otro lado hay otro grupo con la conciencia baja. Y, en algunos
casos, este desnivel puede provocar una sacudida en la Tierra. (En un momento hablaremos con más detalle de en qué casos
concretos se produce y en qué casos no).
Los Efectos de los
Terremotos en la Humanidad
Los terremotos (y, de hecho, la gran mayoría de
acontecimientos “impactantes” que suceden en la Tierra) se producen cuando hay
dos grupos de personas con niveles de conciencia muy distintos.
El objetivo profundo del acontecimiento es que los
niveles se igualen para recuperar el equilibrio. En este universo, todo lo que
está desequilibrado tiende siempre a volver al equilibrio de una manera u otra.
Ahora bien, para que los dos niveles se equilibren
hay dos opciones: que el grupo alto baje su nivel, o que el grupo bajo suba el
suyo. Es decir, que el grupo alto se deje llevar por el miedo y baje su
frecuencia de vibración, o que el grupo bajo conecte con su amor y aumente la
suya.
Desde el punto de vista del universo, lo deseable
es que el grupo bajo aumente su vibración; no a la inversa. El universo quiere
que el amor aumente en la Tierra.
Pero la Tierra es un planeta de libre elección, y
para respetar nuestra libre elección, el universo no puede forzarnos a amar;
debe dejar que nosotros lo elijamos. (No entraremos hoy en este
tema, pero esto forma parte de la función de la Tierra en el universo. Es una
función muy hermosa y todos estuvimos de acuerdo con ella cuando decidimos
venir aquí).
Así pues, por mucho que el universo desee que
elijamos el amor y no el miedo, deja que seamos nosotros los que tomemos la
decisión.
Y si te fijas, estas dos opciones, el miedo y el
amor, son las dos opciones que aparecen siempre que hay un terremoto.
Cuando hay un terremoto, en primer lugar aparece el
miedo. Los que viven el terremoto en primera persona, en general, sienten un
miedo muy intenso. Y los que ven el suceso en las noticias, muchas veces tienen
miedo de que algún día les pueda pasar a ellos.
Pero aparte del miedo, también está siempre
presente la compasión. Cuando sufrimos y vemos sufrir a los demás, sale nuestro
lado más tierno y humano. Nos ayudamos, dejamos de lado nuestros prejuicios y
nos centramos en las cosas realmente importantes de la vida.
Y es nuestra decisión centrarnos en una opción o la
otra.
Esta es la decisión que nos ha acompañado a lo
largo de nuestra historia: el amor o el miedo, la luz o la oscuridad. Es el
gran reto que siempre ha tenido la humanidad.
Y los terremotos, las guerras y todos los grandes
sucesos impactantes son una manifestación externa de este reto.
Por encima de todo, son una invitación a amar y a
conectar con nuestra compasión, pero es nuestra decisión hacerlo o no.
Qué Elegiremos, ¿el Miedo o
el Amor?
Teniendo en cuenta esta idea general sobre los
terremotos, hay dos preguntas importantes.
La primera es: ¿qué camino elegirá la humanidad: el
miedo o el amor?
Y la segunda es: ¿siempre que hay dos grupos de
personas con niveles muy distintos de conciencia, tiene que haber un terremoto
o algún suceso doloroso a la fuerza?
La primera pregunta es muy sencilla, porque ya
tiene respuesta desde hace unos años. Durante mucho tiempo no se sabía qué
camino elegiríamos, pero ahora ya sí. La decisión está tomada, y es muy firme:
vamos hacia el amor.
¿Recuerdas la caída de las Torres Gemelas en el año
2001? ¿O el tsunami que hubo en el sudeste asiático el año 2004? ¿O el tsunami
de Japón del año 2011?
Fueron sucesos muy impactantes que ocuparon las
portadas de las noticias de todo el mundo durante días.
Hubo miedo, hubo tristeza y hubo desesperación;
sobre todo en los que los vivieron más de cerca.
Pero por encima de todo hubo compasión. Una oleada
de compasión se extendió por todo el mundo. Incluso los que tienen el corazón
más cerrado, esos días lo abrieron un poco.
La humanidad decidió el amor.
Es verdad que a veces no lo parece, pero nos
dirigimos hacia el amor.
Y no vamos a dar marcha atrás.
¿Habrá Más Terremotos y
Sucesos Impactantes?
La humanidad está caminando hacia el amor, pero
esto no significa que ya estemos allí, ni que vayamos a llegar rápido. Aún nos
queda camino por recorrer, y en función de lo que hagamos pasarán unos cosas u
otras.
Vamos hacia el amor seguro, pero podemos ir por un
camino tranquilo y directo, o dando rodeos y pasando algunos baches.
La cuestión de fondo es que siempre que hay dos
grupos de personas con niveles de conciencia muy distintos, tiene que pasar
algo que los iguale. Y esta es la situación actual de la Tierra: hay un grupo
con un nivel de conciencia bastante elevado, con muchas ganas de vivir en paz y
armonía, y otro que aún tiene mucho miedo.
¿Significa esto que vamos a vivir más terremotos y
sucesos dolorosos?
Pues depende.
Y depende principalmente de ti.
Para que se produzca un terremoto, tienen que cumplirse
diferentes factores. El primero es el que ya hemos explicado: que haya dos
grupos con niveles de conciencia muy distintos. Pero además de esto, tiene que
cumplirse también que el nivel del grupo “alto” no sea demasiado alto.
Es decir, el grupo de personas que vibra en la
frecuencia del amor tiene que tener también un poco de miedo. Si los que vibran
en el amor fueran 100% amorosos, no habría terremoto.
Esta es la situación que hemos vivido durante los
últimos años. Hay un grupo de personas con una vibración bastante alta, pero
que siguen teniendo miedo. Aún nos preocupan muchas cosas, aún nos enfadamos
cuando vemos lo que hacen los que no vibran tan alto, etc.
Estamos caminando hacia el amor, pero con dudas y a
trompicones. Estamos empujando la humanidad para que avance hacia la luz y la
armonía, pero muchas veces lo hacemos con demasiada fuerza, e incluso con
rabia.
Y esto es lo que permite que haya terremotos.
Cuando nos sentimos superiores por el hecho de
estar un poco más despiertos, cuando nos impacientamos porque la humanidad no
avanza más rápido, cuando pensamos que hay malas personas que no tienen
remedio… Todo esto son puertas que permiten que haya “desastres”.
No los habría si estuviéramos más centrados en el
amor.
En un
artículo de hace unos meses, explicaba que si hay una persona 100% amorosa en
un avión, no puede tener un accidente de ninguna manera; independientemente de
las demás. Si hay una sola bombilla en una habitación, no puede estar oscura.
Pues con los terremotos pasa lo mismo. Allí donde
haya una persona totalmente amorosa, que nunca tenga un pensamiento oscuro
sobre nadie, la tierra no puede abrirse.
Y esta es una parte de tu misión en la Tierra: con
tu simple presencia y tu amor, puedes hacer que la tierra no se abra.
¿Lo habías pensado alguna vez? Es muy posible que
en algún momento podría haber habido un terremoto cerca de donde tú vives, y no
lo hubo porque tú estabas allí. O quizás sí lo hubo, pero fue más débil de lo
que podría haber sido.
Muchas veces pensamos que nuestra misión es hacer
cosas, y no siempre es así. A veces nuestra misión es simplemente hacer que no
pasen ciertas cosas.
Y la clave es el amor incondicional.
Ama tanto como puedas, y la Tierra se irá calmando.
Todo depende de ti.
Un gran abrazo,
Jan
https://www.jananguita.es/el-significado-espiritual-de-los-terremotos
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