El maestro espiritual estadounidense Rudy, autor
del bestseller Spiritual Cannibalism, alguna vez dijo: "debes
elegir entre crecer o tener razón". Algo similar fue expresado por el
filósofo y ocultista Manly P. Hall, quien dijo que "la vida se
trata de entender, no de ser entendido". Estas dos frases
aparentemente muy sencillas resumen gran parte del dilema existencial de una
persona que busca evolucionar espiritualmente, para lo cual es necesario
trascender el ego o la importancia personal en favor del bien universal.
No hay duda de que el ego es importante en la
consolidación de todo individuo. Incluso para que alguien pueda aspirar
a los aspectos más elevados de la existencia,
aquellos de la
autorrealización o de la liberación, es importante antes haber consolidado y afianzado
su seguridad como persona, alimentar en cierta forma su solidez como individuo
y cultivar el amor propio. Paradójicamente esto es necesario, si bien luego
justamente el siguiente estadio de la evolución dependerá de que pueda
abandonar los constructos que le brindan seguridad y disolver su ego,
incluso destruirlo en el altar de la compasión, el sacrificio y la entrega
hacia algo superior. Pero para alcanzar la totalidad del sí (self),
como sugirió Jung, primero es necesario individuarse.
Esta siguiente etapa de la evolución espiritual
generalmente se presenta con esta disyuntiva: querer seguir teniendo razón,
seguir fortaleciendo nuestra identidad, generalmente llenándonos de cosas que
nos dan seguridad, como son los bienes materiales y sobre todo el éxito y el
reconocimiento de los demás, o crecer e ir más allá de los los lugares
comunes que marca la sociedad como picos existenciales. El ego fue importante
para el crecimiento del individuo, particularmente en el paso de la
adolescencia hacia la adultez, pero hay un punto en la madurez en el que
se convierte en el principal obstáculo para la continuidad del crecimiento, el
cual evidentemente deja de ser material (tanto en el sentido de que como
adultos dejamos de crecer físicamente como en el sentido de que
enfocarnos en el éxito material va en detrimento del crecimiento
espiritual). La manera en la que el adolescente (el que crece hacia pero
también el que carece de) se consolida es fundamentalmente buscando
tener razón, buscando ser entendido, buscando ser admirado y aceptado. La
manera en la que crece una persona madura es trascendiendo el deseo de ser
admirado y reconocido, poniéndose al servicio de los demás, actuando sin
esperar algo a cambio. Este poder brindarse enteramente al otro es de
hecho la seña esencial de que ha crecido, de que ha integrado su
personalidad y superado la mentalidad pueril que se caracteriza por creer
que el mundo gira alrededor de uno, y por lo tanto permite que una persona
sea un buen padre o madre. Asimismo esto marca el momento en el que podemos
superar las trampas de la razón, de la intrincada mente racional que teje sus
laberintos y oculta formas de conocer y comunicarse que son más cálidas e
intuitivas, más ligadas al corazón que al cerebro. Al dejar de buscar tener
razón todo el tiempo y autoafirmarnos se libera un enorme caudal de energía,
una soltura y ligereza que posibilitan la evolución espiritual. El
término "evolución espiritual", evidentemente, hace referencia a la
noción de que existe una evolución que no es meramente material, que podemos
describir justamente como el crecimiento del ser. Para que el ser crezca es
necesario dejar de identificarse solamente con una existencia individual
separada: crecer en ese sentido es ser más, ir de la conciencia del uno a la
conciencia del todo.
Se puede hablar de que actuar compasivamente, con
la intención de ayudar a los demás es trascender el ego. Naturalmente, el amor
y la compasión trascienden el ego en el sentido de que buscan
primordialmente la felicidad de los demás. Pero también se puede hablar de que
actuar así, primero buscando entender a los demás para poder efectivamente
ayudarlos, en vez de proyectar en ellos nuestros miedos y esperanzas, es de
hecho la más alta inteligencia individual: la claridad pura del yo que
marcha al matadero para descubrir su infinitud. Una inteligencia que es
paradójicamente la destrucción del ego individual a sabiendas de que lo que
permite la evolución del ser es aniquilar todos los complejos, hábitos e
identificaciones que crean la ilusión de que existimos separados, de que somos
un yo sólido, estable e independiente. Uno antepone entender a los demás
antes de buscar que los demás satisfagan nuestros deseos porque ha
entendido que pensar egoístamente acaba conduciendo al sufrimiento. Así que
podemos hablar también de una sublimación del ego (lo que era ilusoriamente
sólido se vuelve realmente etéreo e ilimitado), de un acto meta-egoico,
que reconoce que su verdadero sí mismo es mucho más grande y
noble. Todas las religiones e incluso filósofos como Heidegger coinciden
en que cuando dejamos de identificarnos con las pequeñeces y las trivialidades
del yo individual que se percibe en conflicto con un universo de objetos,
el Ser universal se reconoce y actúa en nosotros. Es por esto que el Buda
consideró que la idea más poderosa y sobre todo útil que existe es la del
no-yo o anatman, la cual se expresa también como la vacuidad o
ausencia de existencia independiente, que a su vez se expresa como la
interdependencia de todas las cosas. Un sentido ecológico y no egológico.
Quien ya no se preocupa por tener o
imponer su razón, quien ya no busca la aprobación de los demás,
quien ya no actúa para recibir algo a cambio de los demás, quien no se
guía por la búsqueda del placer y la evasión del dolor, esa persona es
libre y actúa desde la totalidad del Ser. La paradoja de la verdadera libertad
es que es siempre una servidumbre, lo individual espontánea e
incondicionalmente en servicio de lo universal. Esto es a lo que se
refería Rumi cuando dijo que él no sabía lo que iba a hacer en ningún momento,
de la misma manera que una pluma no sabe lo que alguien va a escribir con ella;
el individuo se convierte en una herramienta para la expresión de la
totalidad, en una función de la tendencia natural hacia la liberación de todos
los seres.
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