Michael Berg
– inspirando el camino
Dice en la porción Lej Lejá que Avraham viaja desde la
tierra donde nació, pero el Creador no le dice hacia dónde va. Sabemos, en
retrospectiva, que el Creador lo estaba enviando a lo que en aquel entonces era
conocido como la tierra de Canaán, hoy en día conocida como Israel.
Era el lugar a donde Avraham necesitaba ir para poder ascender a su
siguiente nivel. Y los kabbalistas nos relatan la historia detrás de la que
conocemos; Avraham va a una realidad de trabajo espiritual que está más allá de
la naturaleza.
Avraham continúa caminando y llega a la tierra de Canaán, donde dice en
el Midrashque vio a las personas que sembraban cuando era debido, y
recogían la cosecha en el tiempo correcto; el trabajo en el campo era
organizado. Él oró al Creador para que fuera ese el lugar donde pudiera
asentarse, y sabemos que por supuesto fue allí donde permaneció.
Por tanto, ¿qué fue lo que Avraham vio que hizo que orara para no
permanecer con el primer grupo de personas pero sí con el segundo? La respuesta
tiene que ver con una lección muy importante proveniente de las dos oraciones
de Avraham.
El primer grupo, las personas que vivían en Aram Najaráyim,
tenían un despertar espiritual y cierto nivel de entendimiento, pero no eran
organizados. No eran serios o meticulosos respecto a su trabajo espiritual. Sin
embargo, cuando Avraham llegó a la tierra de Canaán y vio a los cananeos hacer
todo de manera organizada, supo que eso también significaba que su trabajo
espiritual también era organizado, preciso y serio. Esto nos muestra que con
relación al trabajo y las conexiones espirituales, hay dos tipos de personas.
Todos entendemos que para conectar con la Luz del Creador y manifestar las
bendiciones que queremos en nuestra vida, tenemos que transformarnos y llevar a
cabo nuestro trabajo espiritual. ¿Pero cuán serios y precisos somos al
respecto?
Los kabbalistas enseñan que cada individuo tiene delante de sí 32.000
caminos posibles, de los cuales ninguno conduce a una conexión con la Luz del
Creador. Además de esos 32.000 caminos, hay otro llamado Óraj Jayim,
el Camino de la Vida. Por lo tanto, muchos de nosotros cuando vemos nuestro
trabajo espiritual debemos ver que la interrogante no es “¿Nos estamos
transformando, estamos haciendo el trabajo espiritual o nos estamos
conectando?”, sino más bien “¿Cuán exactos y serios somos con respecto a
nuestro trabajo espiritual?”. Creo que algunos de nosotros entendemos que el
camino espiritual es uno general y relativamente vago; al compararnos con la
persona que éramos hace años atrás, o con otras personas que conocemos, podemos
ver que por lo general nos encontramos en el camino correcto con transformación
y conexión, pero es ambiguo.
No obstante, la verdad es que no es así. Existen 32.000 caminos
similares frente a todos y cada uno de nosotros. Son muy similares y parecen
ser los correctos, lo que los kabbalistas llaman Óraj Jayim, el
Camino de la Vida, pero no lo son. El número 32.000 no es una coincidencia. Si
tomas este número y lo divides entre los años de vida de una persona, y luego
lo divides entre los días, el resultado sería aproximadamente dos caminos por
día (32.000 dividido entre aproximadamente ochenta años).
Por ende, la enseñanza aquí es que cada día de nuestra vida recibimos la
oportunidad, o la apertura, dos veces al día para desviarnos sólo un poco. Así
que, si cada día, cuando surgen los desafíos y las pruebas, tenemos cuidado de
no desviarnos, y atravesamos 32.000 pruebas en nuestra vida, tanto en este
mundo como en el siguiente, entonces estamos conectados con el Camino de la
Vida. Pero si no tomamos nuestro trabajo espiritual en esta forma precisa,
entonces podemos desviarnos hasta encontrarnos en un camino muy cercano al
real, pero no es el camino real… sólo parece serlo. Rav Áshlag decía a menudo:
“Este es el dolor más grande en la vida, ver a tantas personas que comenzaron
su viaje espiritual desviarse”. Él decía que de mil personas que comenzaban su
viaje espiritual, sólo uno —ni siquiera el uno por ciento— completaba el viaje.
¿Por qué?
Hay personas que comienzan su camino de transformación y conexión, y en
cierto punto y por cualquier razón, lo dejan por completo. Sin embargo, es peor
cuando pensamos que estamos en el camino pero no somos precisos. Porque ser
espiritual y estar conectado es una noción vaga, y tomamos nuestras pruebas en
la vida y la seriedad con las que asumimos nuestro trabajo espiritual de forma
muy vaga. Por tanto, nos apresuramos a tomar uno de esos 32.000 caminos. Cada
día, tenemos aproximadamente dos decisiones, dos oportunidades de desviarnos un
poco. En nuestra mente, si no somos cuidadosos y si no vemos nuestro trabajo
espiritual con suficiente seriedad, entonces nos encontramos en la cercanía del
camino correcto, pero no estamos en él.
Imagina, por ejemplo, que estás caminando por una cuerda floja. Sabes
que no puedes inclinarte ni un poco a la derecha ni un poco a la izquierda
porque te caerías; mientras que si caminas por un sendero pavimentado y amplio,
puedes irte a la derecha o a la izquierda y seguir en el mismo camino general.
El camino espiritual se parece más a la cuerda floja.
Hay otras 32.000 posibilidades que nos permitirán decirnos a nosotros
mismos que estamos en el mismo camino general, pero el trabajo espiritual es
exacto. Por ello, cuando Avraham pasó por Aram Najaráyim y vio
que las personas estaban conscientes de su conexión pero no eran serias o
precisas con respecto a ella, y no eran exactas en su trabajo y en su
transformación, pidió al Creador no tener que vivir entre aquellas personas,
porque se desviaría al ser influenciado por ellas. Pero cuando llegó a Canaán y
vio que los cananeos hacían todo con seriedad, propósito y precisión, pidió
estar con ellos, porque ese es el Camino de la Vida.
Necesitamos llevar a cabo nuestro trabajo espiritual con seriedad y
precisión, y entender que no podemos sólo estar en el camino general; tenemos
que estar en el camino exacto. Tenemos que asegurarnos consistentemente de no
caer en esas dos pruebas al día, porque podemos desviarnos y acercarnos al
camino, pero no al que nos conduce hacia una conexión con la Luz del Creador.
Lo que le causaba el dolor más grande a Rav Áshlag era ver que de mil personas
que comenzaban el viaje espiritual, sólo una lo completaba. No es fácil
mantener esta seriedad y precisión con respecto a nuestra transformación y
trabajo espiritual, pero es lo que se necesita para que podamos completar el
viaje y recorrer consistentemente el Camino de la Vida. Este es un poderoso
despertar que recibimos por parte de Avraham en Shabat Lej Lejá.
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