Este artículo en la porción de la semana ha sido previamente publicado en el 2017
“A veces tu alegría es la fuente de tu sonrisa, pero a
veces tu sonrisa puede ser la fuente de tu alegría”. - Thich Nhat Hanh
¿Alguna vez mientras caminabas por la calle, quizá un poco desmotivado, de repente te has cruzado con alguien que tiene una gran sonrisa? En un instante, te sientes mejor. Las vibras positivas rebotan hacia ti y tú también terminas con una sonrisa de oreja a oreja. Ese es el poder de la alegría. Y gracias a la energía que se propaga por el cosmos esta semana, todos podemos tener una buena dosis de ella.
¿Qué es la alegría en realidad? Generalmente, hablamos
más de felicidad en el día a día. Decimos: “Estoy feliz por eso”, que significa
algo como: Estoy satisfecho. Sin embargo, alegría (simjá en
hebreo) es una fuerza completamente diferente. La alegría es más incondicional.
Piensa en dos personas que se levantan en la mañana
con circunstancias idénticas. Una salta de la cama con increíble motivación y
energía, dice: “¡Vaya! Puedo respirar. Puedo caminar, ¡puedo hablar!”. La otra
pone la almohada en su cara y refunfuña: “Bah, ¿qué sentido tiene? Mi papá no
me habla. Tengo un trabajo horrible. No tengo dinero suficiente…”. ¡La misma
situación! Pero, aun así, enfoques y experiencias muy diferentes.
La Torá nos dice que simjá es el
precepto más elevado. ¿Por qué? Porque significa que reconocemos a la mano del
Creador en nuestra vida. Vivir con alegría es ver la Luz, incluso en
nuestra oscuridad. Es saber, más allá de cualquier sombra de duda, que
hasta en las profundidades de nuestra desolación o en el ápice de nuestro
momento más difícil, el universo está, de algún modo, reorganizando las cosas
para que seamos guiados a una mejor forma de vida. En resumen, la alegría es lo
que ocurre cuando tenemos certeza de que la Luz está en todas partes, en toda
circunstancia y en todo ser humano.
Simjá es particularmente importante
mientras nos acercamos a Rosh Hashaná. Estamos metidos de lleno en nuestras
semanas de preparación interna y Teshuvá. Es la revisión de fin de
año, cuando vemos lo que podemos mejorar para el siguiente. Y sí, tenemos que
identificar en qué aspectos nos limita nuestra negatividad, pero no podemos
hundirnos tanto en el barro como para olvidar que el sol siempre brilla
calurosamente en nuestros hombros. Ya que, a fin de cuentas, es un gran regalo
haber recibido un espacio en esta limpieza y renovación, no sólo para nuestro
beneficio, sino para nuestra familia, comunidad y el mundo.
Permítete ser alegre. Haz de eso una prioridad. Cuando
estamos llenos de alegría, estamos naturalmente inclinados a ver el bien en
todas las cosas y a hacer el bien en el mundo.
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