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10 de agosto de 2018

¿Amargo ó Dulce?

Por José L. Stevens
Todos vivimos en un entorno de realidad virtual dualista que se lleva a cabo en este planeta hogar al que llamamos Tierra. Desde el momento que nacemos hasta el día en que morimos lidiamos con experiencias que van desde lo amargo a lo dulce, y no hay un escape a este fenómeno excepto en nuestras mentes. Sin importar cuán duro lo intentemos, no hay manera de evitar el hecho de que las personas y las mascotas a las que amamos mueran, se enfermen, o nos abandonen de diversas maneras. Algunas veces, cuando mordemos un bocado de algo que pensamos que será bueno, descubrimos que se echó a perder, que está poco cocido o sobrecocido. Algunas veces
algunas personas nos tratan mal sin ninguna razón que podamos comprender, o quizás porque son infelices, o porque tienen la necesidad de proyectar algo sobre nosotros. Algunas veces somos castigados por algo que no hemos hecho, o somos rechazados porque no somos lo que alguien está buscando en un empleado, en un amigo o en un amante. Estos son los eventos que podríamos llamar amargos, porque se sienten faltos de amor o son emocionalmente dolorosos.
De la misma manera, hay experiencias que podríamos llamar dulces como escuchar alguna música maravillosa, ver alguna obra de arte fabulosa, escuchar una charla estimulante e interesante, o disfrutar de una comida o de un postre sabroso. No hay nada como un gran vaso de agua de manantial después de una caminata calurosa, sudorosa y polvorienta, o de tener buen sexo con alguien por quien te sientes muy atraído y sus sentimientos son recíprocos. Quizás para ti acariciar a tu gato o a tu perro favorito es un evento dulce y te hace sonreír y reír el puro placer de sus ronroneos y gemidos.  

Vamos de una experiencia a otra: amargo, luego dulce; dulce, luego amargo; y esto caracteriza a nuestras vidas. Algunas personas tiene vidas que son mayormente todo amargura. Puede que vivan en la pobreza y la violencia desde el día en que nacen, y para ellos los momentos dulces son fugaces y breves. Hay otros entre nosotros que experimentan la vida como mayormente dulce, en un jardín de rosas con copas de oro para beber, con pocos momentos amargos y distantes entre sí. A lo largo de nuestras encarnaciones, el promedio de nuestras vidas es un buen balance entre ambas. Eso es lo que es ser humano, y, sin embargo, la amargura y la dulzura son también en gran medida auto-definidas. Para una persona acariciar un perro es una experiencia amarga, porque le recuerda la pérdida de su propio perro que fue atropellado por un coche. Para otra persona saborear una comida sabrosa le molesta, porque los hace pensar en tantas personas pobres que no tienen nada para comer. Recuerdo haber sido algunas veces como esta persona cuando era joven. Por otro lado, hay otros que experimentan dificultades pero de alguna manera se las arreglan para sentirse alegres o inspirados no importa cómo. La experiencia de la amargura apenas los toca, porque la dulzura está en su actitud o en su  percepción.  
Recuerdo también ser como esta persona algunas veces.

Debido a la ley de la atracción, la amargura tiende a atraer más amargura y la dulzura tiende a atraer más dulzura. Esto tiene más que ver con lo que estás sintiendo que con la manera en que alguien más definiría el evento. No es un evento amargo si lo experimentas desde un lugar dulce, y no es un evento dulce si lo experimentas de una manera amarga. La capacidad de experimentar dulzura no es negación o una forma de idealismo insano cuando se enfrenta a un peligro real. Eso podría ser disfuncional y, a menudo, es sólo un mecanismo temporal de defensa o una forma de encubrimiento. No funciona de la misma manera que una habilidad real para replantear algo. También he visto ejemplos de cínicos que parecían degradar todo pero, por debajo, tenían una habilidad real para experimentar la dulzura de la vida. No todo es lo que parece y a veces tenemos que mirar un poco más profundo y ver el panorama mayor de la experiencia de alguna persona.
En general, la amargura es una experiencia de la personalidad falsa y nos lleva a una experiencia o a una sensación de separación. La amargura es una fuga de energía de grandes proporciones porque, en lugar de energizarnos, nos deprime o nos lleva al resentimiento, a la ira, a la venganza y, en última instancia, a la desdicha. La dulzura es una experiencia de la esencia porque une, nos hace uno con, nos conecta y abre nuestros corazones al amor. ¿Hace esto que la amargura sea mala y la dulzura buena? No necesariamente, porque uno de los propósitos del plano físico es experimentar la dicotomía, una experiencia dualista. Al conocer la amargura de algo, podemos apreciar aún más la dulzura de algo. Al conocer el frío, podemos apreciar aún más el calor, y viceversa. Al conocer la ilusión de la separación, podemos apreciar aún más la experiencia del amor y de la conexión. Al soltar algo, a menudo podemos tenerlo aún más, como al soltar el apego a una persona resulta, a la larga, en una mayor conexión.
Sea cual sea tu experiencia, ya sea amarga o dulce, siempre hay algo valioso de lo que aprender y crecer. En nuestra necedad a menudo deseamos que la vida sea eternamente dulce, pero eso podría conducir a darla por sentada y dejar de valorar lo bueno de tenerla. Tal vez eso es lo que está sucediendo en los Estados Unidos en este momento. Tal vez hemos dado por sentadas nuestras libertades y nuestro nivel de vida y muchas otras ventajas que han surgido por ser estadounidenses. Irónicamente, ahora muchos sienten amargura porque ha tomado el control un pantano oscuro que conduce a la pérdida de protecciones ambientales, de la Internet libre, de tierras públicas, de redes de seguridad pública tales como las pensiones, del acceso a la atención médica, del equilibrio de poderes, de un sistema de justicia equitativo y de una gran cantidad de otros sistemas de apoyo considerados desde hace tiempo como derechos básicos de los ciudadanos. ¿Qué mejor manera de comprender su valor que al estar amenazados a perderlos? Me doy cuenta de que esto no es necesariamente lo que queremos pero, tal vez, en nuestra sabiduría superior, es lo que necesitamos temporalmente para despertar y oler los humos de la destrucción antes de que nos alcance y nos mate por completo. Este es un momento en que la amargura parece estar tomando posesión.

¿Iremos dócilmente al matadero cual corderos martirizados o despertaremos y haremos lo que sea necesario para asegurarnos de que lo que valoramos sobreviva a las pruebas de codicia, destrucción y arrogancia? 
¿Consentimos lo amargo o lo dulce?

El tema polarizador que se ha consolidado no es un accidente sino uno que ha sido muy predicho por las profecías Mayas y otras. No sólo se ha consolidado sino que aún se está construyendo y continuará haciéndolo durante otros seis años aproximadamente antes de estabilizarse por alrededor de otros ocho años para completar este ciclo de 20 años de polarización que comenzó en 2012. Este incremento de las tensiones podría conducir a confrontaciones violentas y a comportamientos extremos que incluyen venganza y reacciones desproporcionadas ante cualquier resistencia o puntos de vista diferentes. Actualmente ya estamos viendo intentos de destruir cualquier oposición o resistencia a la tiranía, dictadura, y exhibiciones narcisistas del ego.
¿La mejor respuesta es ignorar, resistir ferozmente, atacar, mantener el humor, subvertir, sabotear, o qué? El problema es la antigua regla de que te conviertes en lo que resistes. Eso es lo que a muchos descarriló de una revolución prometedora. La respuesta correcta requiere un acto equilibrador de varias herramientas de la proverbial caja de herramientas de supervivencia. Por supuesto, nunca está de más comenzar con un poco de humor al darse cuenta de que uno nunca debe confiar en las apariencias y que esto es toda una obra pasional desplegada por nosotros mismos para crear un conjunto muy interesante de lecciones de vida. Acceder a la neutralidad es bastante útil a largo plazo. A corto plazo, la ira no siempre es una reacción negativa y, a veces, es un buen motivador para pasar a la acción. Una pequeña subversión por aquí y un pequeño sabotaje por allá pueden resultar últiles. El ignorar tiene lugar cuando se enfrenta a un golpe fuerte, pero no es una buena estrategia general para una visión más amplia como, por ejemplo, ignorar un hueso roto, un corte serio o un cáncer; no es una buena idea.
Uno debe elegir sus batallas en el mejor momento y lugar, y algunas veces esto requiere mantener la línea y resistir ferozmente. En otras ocasiones, una maniobra temporal de repliegue o aceptar la derrota puede ser una buena maniobra, ya que pone a la otra parte desprevenida y los hace vulnerables, como es evidente en las artes marciales.
Algunas batallas no se pueden ganar en el corto plazo y no deben distraer de la causa mayor. Si algo ha derrotado a las personas maduras es su tendencia a fragmentarse en facciones idealistas que luego alimentan la estrategia de dividir y conquistar de las llamadas fuerzas de la corrupción. Algunos quieren la atención en el medio ambiente, los derechos de los animales, los derechos LGBTQ, la atención a la difícil situación de los negros, de los nativos americanos, de las mujeres, del derecho a elegir, de la inmigración, los derechos de los latinos, y así sucesivamente. Estos no son temas opuestos, pero cuando se los considera como competidores se convierten en un área de debilidad para que las fuerzas de la corrupción se aprovechen. Cuando un problema encuentra una voz y atrae dinero y atención y comienza a progresar, otros se sienten pasados por alto y también quieren ganancias inmediatas. Esto no es práctico y los buenos resultados no se obtendrán de esta manera. Cada uno de ellos requiere que todas las fuerzas tiren por ellos cuando sea el momento adecuado. La impaciencia es una estrategia perdedora.
En general, la mejor estrategia es construir lenta e inexorablemente la fuerza conjunta hasta que la fuerza del cambio sea abrumadora. El otro lado puede ganar batallas, pero esta estrategia más gradual domina el resultado de la contienda total. El combustible para construir esta fortaleza proviene de la confianza, el conocimiento y la percepción absolutos sobre lo que está alineado con el Espíritu y lo que no. Esto se llama mantener un ojo en la pelota y en la puerta del otro lado del templo de diez mil demonios.
Finalmente, lo que ayuda es que cada persona involucrada en esta revolución o cambio de paradigma se dé cuenta de que lo que parece ser una guerra de valores externa no es más que una confrontación personal con el propio ego. Los hemisferios opuestos del cerebro deben unirse en matrimonio, lo masculino con lo femenino en un nivel más alto de percepción. Esas abominables ideas en beneficio propio, prejuicios, formas de ser, no son más que nosotros mismos en los últimos miles de años y ya no nos gusta más.

Tanto los irresponsables, destructivos, violentos, narcisistas masculinos y las manipuladoras, irresponsables, e igualmente destructivas y narcisistas femeninas necesitan actualizarse hacia un nivel superior de conciencia dentro de nosotros. Necesitamos hacerlo aquí, dentro de nosotros mismos primero, y luego veremos los cambios a nuestro alrededor. ¿Amargo o dulce o ambos?

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Traducción: Marcela Borean
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm




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