Este artículo fue escrito
en 2016 Y sigue tan vigente como
Aquella primera vez.
Estamos ante los momentos
en donde o morimos con los sistemas obsoletos o nos abrimos paso para renacer
con cosas nuevas y positivas. Son los tiempos del oscurecimiento, es
la época del dolor, la tristeza y la soberbia, es un momento histórico
en donde no hemos entendido lo que, como ciudadanos debemos aprender. Somos
seres de energía y por esa razón, debemos usar toda la energía para que podamos
generar el cambio que queremos. Tenemos que aprender a nutrir de cosas
positivas el mundo y evitar dañarlo más de lo que está. La
descomposición social, política, cultural, moral y de valores es
tan grande que ya no sabemos cómo actuar ante ella y eso ha estado generando
ciertos inconvenientes que solo, con los años se podrán saldar.
Podrán pasar los
gobernantes, cambiar el sistema político del país, pero pasarán años para que
Venezuela vuela ser lo que una vez fue, es doloroso ver la gran descomposición
que galopa por todo el país. Y contra eso, debemos luchar, no solo
es un problema de color, tendencia política, es un problema de valores, con lo
cual también debemos luchar. Un país no se construye cambiando a un presidente,
a un gobernador o alcalde. El verdadero país surge de los ciudadanos,
de la gente de a pie y de los jóvenes. Pero hay tanta descomposición,
desorientación, dolor y tristeza en gran parte de la juventud que uno no sabe
verdaderamente el país que nos espera.
Hace poco, estando en mi
oficina, cuya ventana da hacia uno de los patios centrales de uno de los
colegios más prestigiosos de mi zona, estaban los niños de quizás 8 a 11 años
en su habitual hora de descanso, juegos y demás. Entre tanta multitud de bulla
logre escuchar a un niño decirle miles de improperios a otro. Palabras que eran
más grandes que su propio tamaño, palabras que me estremecieron y me hicieron
entender una cosa: Esto no es solo político, esto también es
cuestión de valores. He tenido otras experiencias que me han
horrorizado, un día escuché a una niña decir que ella quería ser bachaquera
porque con eso se vivía mejor y que no quería estudiar más.
Otro día escuche una
jovencita de escasos 14 años decir que ella quería conseguirse a un prano
algo similar a esa corriente para que la protegiera y le diera todo lo que
deseará. Esta última experiencia me horrorizo aún más. ¿Hasta dónde
hemos llegado? Lo sé, el país está descompuesto, pero no debemos
dejar que la juventud, nosotros como padres, tíos, hermanos y demás, se pierdan
en la maraña de porquería que reina en el país. Debemos seguir aupando a
nuestros jóvenes a seguir estudiando y luchar contra la mediocridad que reina
en el país, porque, una vez este todo ordenado, ellos serán los encargados de
llevar las riendas de esta nación.
Debemos dejar de lado la
viveza criolla, el desastre, la corrupción, es momento de que seamos
conscientes y valoremos más el país que tenemos. Muchos dicen que si “ellos”
(políticos) roban, por qué no lo podemos hacer. Y no, no es cuestión de que
ellos lo hagan y nosotros no. Es cuestión de principios, es cuestión de
valores, es cuestión de no ser como ellos. Es cuestión de ser
venezolanos, pero de verdad, no solo de la boca para afuera. Es
momento de que sintamos que esto nos toca a todos. Es doloroso leer noticias y
demás en donde muchas personas que se han ido del país han llegado a otros
lugares con mañas raras, con la viveza criolla por delante. No
señores, eso no es ser venezolano. Eso no forma parte de nuestro gentilicio.Debemos
ser conscientes de lo que hacemos bien y de lo que hacemos mal. Es momento de
que valoremos más nuestro país y no vayamos a otro lugar a actuar mal para que
luego terminen etiquetando a quienes viven en Venezuela como ladrones y demás.
Estamos en momentos
tristes, pero tenemos que saber reponernos a ello, debemos tener principios y
nunca perder de vista el objetivo y la pelota. Tenemos que saber actuar,
recuperar los valores, inculcar, una y otra, y otra y otra vez los valores
perdidos a nuestros jóvenes. Debemos enseñar a decir buenos días, gracias.
Debemos enseñar a respetar el derecho al otro. Debemos empezar a
aupar una vez más a los jóvenes a que estudien, a que se eduquen y
no es solo una educación que se deba impartir en las instituciones educativas,
es una educación que venga de casa, que verdaderamente eduque, enseñe. Es
momento de tomar un libro, leer más y dejar de vociferar locuras inapropiadas,
porque ya basta con los locos que tenemos en el país para ser parte de ellos.
Es momento de seguir
formando profesionales, es momento de seguir valorando lo nuestro, lo que se
hace en casa, es momento de decir: ¡Basta de tanta mediocridad! Es momento de
abrir nuestra mente y nutrirnos con las luces universales de la
sabiduría. Un hombre culto es menos dócil, no se deja manipular.
Es hora de que hagamos eso y dejemos de lado la viveza, la arrogancia. Dejemos
de creernos que somos los mejores, dejemos de creernos que el país será el
mismo de hace 20 años cuando cambien de presidente…
Si de verdad queremos el
Cambio que deseamos,
entonces empecemos por
nosotros.
Así de sencillo.
Dejemos de botar basura, de
ser groseros con el otro, dejemos de lado el egoísmo y seamos conscientes de
todo lo que vivimos y atravesamos. Tenemos que tratar de mejorar, cambiar de
actitud para que tengamos el país que queremos. Hace un tiempo leí una frase
que me gustó muchísimo y que ahora mismo no recuerda, esa frase decía algo
así: ‘Queremos un país de primer mundo, pero nos comportamos como de
tercer mundo’. Sí queremos un país de primer mundo, es momento de que
cambiemos el chip y actuemos como ciudadanos de ese primer mundo.
El verdadero cambio
significa salir de la zona de confort, significa cambiar nosotros mismos,
significa demostrar cuan camaleónicos podemos ser y como nos podemos adaptar al
cambio que queremos. Es momento de que dejemos el miedo de lado, es preciso que
evaluemos las cosas y valoremos el país. La crisis no solo será económica,
política, de salud, sino también es una crisis de grandes proporciones que ha
minado los baluartes de una sociedad completa, los valores se han
podrido en su mayoría y muy pocos son los privilegiados que aún lo poseen,
de resto, todo se ha venido descomponiendo de manera considerable en gran parte
de los ciudadanos.
Basta de llamarnos pueblo.
Somos ciudadanos de un país.
Basta de ser groseros.
Seamos civilizados.
Basta de ser vivos. Seamos
honestos.
Basta de aupar al que hace
las cosas de manera deshonesta y llamar bobo al que las hace con honestidad.
Seamos conscientes.
Basta de dar privilegios a
unos y denigrar a los preparados. Seamos realistas.
Basta de tanta miseria
Basta de tanto dolor…
Es momento de empezar a
recuperar esta nación.
Evaluemos, reflexionemos y
trabajemos en eso.
Venezuela lo agradecerá.
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