Podemos hacer algo para que nuestras vidas sean más fáciles, algo que no
tenemos en cuenta a menos que tengamos serios problemas, que nos sintamos
completamente frustrados o nos encontremos en un callejón sin salida. Se trata
de algo muy sencillo que forma parte de nuestro acuerdo energético con el
Universo y que asegura que podremos manifestar cualquier cosa: expresar una
intención. Cuando lo hacemos, él se encarga de poner la energía necesaria para
que esa intención se cumpla.
Parte de nuestro acuerdo de cooperación con el Universo consiste en crear
juntos nuestra realidad individual y colectiva. Y funciona muy bien si sabemos
hacerlo de la manera adecuada. Traemos el Cielo a la Tierra y creamos nuestra
asociación humana/divina cuando cooperamos con él para recibir todas las
bendiciones que puede darnos.
Para poder comprender mejor el principio de cooperación universal,
analicemos la palabra “co-operar”. “Co” significa “junto con”, y “operar”
significa trabajar. Cooperar quiere decir trabajar juntos. Imagínate que
conduces un coche y que el Universo es el volante de ese coche. O que tú eres
un vaso y el Universo es el agua que lo llenará para calmar tu sed.
Para cooperar es necesario que hayamos establecido una conexión que asegure que las dos partes encajan perfectamente entre sí y pueden trabajar juntas. Cada una puede existir sin la otra, pero no funcionarán juntas a menos que estén conectadas y una de las dos ponga la energía en marcha.
Para cooperar es necesario que hayamos establecido una conexión que asegure que las dos partes encajan perfectamente entre sí y pueden trabajar juntas. Cada una puede existir sin la otra, pero no funcionarán juntas a menos que estén conectadas y una de las dos ponga la energía en marcha.
Nuestro acuerdo de cooperación es muy sencillo: nosotros ponemos el
contenedor energético con nuestra intención, nuestra intuición e integración, y
entonces el Universo pone la energía. Parece fácil, ¿qué podría salir mal?
Aquí es donde el proceso se complica. El Universo no coopera diciéndonos lo que tenemos que hacer, dándonos cosas que no hemos pedido ni arreglando nada por nosotros. Cooperación no significa que él nos cuidará sin que tengamos que hacer nada, ni que nuestro viaje será fácil (ni que basta con relajarnos inermes y el Universo lo hará todo por nosotros). Nuestra cooperación requiere de tres elementos indispensables para que logremos una transición impecable entre nuestra intención (que es el motor de la energía) y su manifestación.
Aquí es donde el proceso se complica. El Universo no coopera diciéndonos lo que tenemos que hacer, dándonos cosas que no hemos pedido ni arreglando nada por nosotros. Cooperación no significa que él nos cuidará sin que tengamos que hacer nada, ni que nuestro viaje será fácil (ni que basta con relajarnos inermes y el Universo lo hará todo por nosotros). Nuestra cooperación requiere de tres elementos indispensables para que logremos una transición impecable entre nuestra intención (que es el motor de la energía) y su manifestación.
El primer elemento es nuestra intención, que pone en marcha el proceso
de cooperación. Una ley universal dice que cuando expresamos una intención
creamos un contenedor energético que el Universo debe llenar. Y él cumple esta
ley sin más. “Si creamos el espacio energético para algo, ese algo ocurrirá”.
El segundo elemento es nuestra capacidad de integración o de conseguir
que el resultado manifestado pase a formar parte de nuestras vidas. Depende de
nuestra frecuencia energética, de nuestra vibración, de nuestras creencias
acerca de lo que merecemos y de si estamos preparados o no para aceptar una
realidad mejor. Podemos tener todo lo que deseemos, siempre que podamos crear
el espacio físico, mental, emocional y energético que necesita en nuestras
vidas.
El tercer elemento es la intuición, nuestro sistema de guía interna y de
conexión con el Espíritu que nos permite saber qué es lo mejor para nosotros y
qué no lo es. Nuestra intuición nos ayuda a perfeccionar el proceso y se
encarga de que estemos alineados con todos los aspectos que estamos creando en
nuestro cuerpo, mente, emociones y espíritu.
Cuando sentimos que el proceso no funciona o que las cosas van “mal”
puede deberse a dos motivos. O bien no estamos haciendo nuestra parte, o
estamos dejando que el Universo se encargue de todo el trabajo, de la energía y
de la manifestación (que, supuestamente, es una responsabilidad compartida). De
esta manera, ignoramos nuestra parte en el proceso: utilizar nuestra intención
a cada paso para crear el contenedor energético adecuado. Nos sentimos
decepcionados cuando las cosas avanzan despacio, sin darnos cuenta de que es
precisamente en los periodos “lentos” cuando trabajamos nuestra propia
alineación e integración y podemos así perfeccionar el resultado.
No importa cuáles sean nuestras intenciones, el Universo siempre
responderá como nuestro socio co-creador con la energía necesaria para que se
cumplan. También trabajará a nuestro lado durante todo del proceso, pero nunca
hará nuestro trabajo por nosotros. Adquirimos la maestría de la creación en
colaboración con él cuando recordamos que el Universo es nuestro socio y no
nuestro señor, y que nos considera infinitamente poderosos, ilimitados y
sabios. Nos guiará a lo largo del camino, apoyará todas nuestras intenciones y
nos alentará enviándonos la energía que necesitemos para crear nuestro Cielo en
la Tierra.
Jennifer Hoffmann
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Derechos de autor reservados © 2017 por Jennifer Hoffman. Pueden citar, traducir, reimprimir o referirse a este mensaje si mencionan el nombre de la autora e incluyen un vínculo de trabajo a: http://enlighteninglife.com
Traducción: Rosa García
Difusión: El Manantial del Caduceo en la Era del Ahora
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
https://www.facebook.com/ManantialCaduceo
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