Por Michael Berg
En la
porción Shoftim está escrito: “Una persona necesita tener a alguien a quien
rendirle cuentas en términos espirituales”. Para explicar esto, tenemos que
entender algo que está escrito en Ezequiel, en forma de profecía: cada acción
negativa que un individuo realiza queda grabada en sus huesos. ¿Por qué? Porque
cada acción negativa tiene una combinación de letras. Tal y como hay
combinaciones de letras que son canales de Luz, hay otras que son canales de
oscuridad.
Así pues, cuando una persona actúa motivada por la negatividad —es decir, con ira, envidia o Deseo de Recibir para Sí Mismo—, despierta la combinación de letras específica de esa acción negativa y queda grabada en sus huesos. Mientras el individuo continúe realizando esa misma acción, ese mismo Nombre queda grabado más profundamente. Y esa huella, la escritura de esos Nombres negativos en los huesos de la persona, hace que la negatividad se manifieste en su vida; en realidad se nos dice en el Libro de Jeremías que la negatividad que despierta un individuo y que se graba en sus huesos es lo que luego se manifiesta como negatividad para él en su vida.
Esta
es la razón por la que durante el proceso de slijot y Yom Kipur es importante
que un individuo diga ciertas palabras. Existe un grupo de oraciones llamado
vidui, que se traduce como “confesiones”, que ha de hacer el individuo. Además,
antes de que una persona deje este mundo, es importante que haga vidui; es una
especie de última oportunidad para eliminar cualquier huella restante de
Nombres negativos en sus huesos.
Cuando
el individuo recita el vidui o le dice a otra persona las cosas negativas
específicas que ha hecho, la energía de esas palabras que salen de su boca
puede quitar las capas de negatividad que él ha grabado en sus huesos. Por
ejemplo, imaginemos que ayer me enojé y hoy me dirijo a mi maestro o amigo para
decirle: “Quiero confesarte que ayer alguien me hizo algo, me enojé y le
grité”. Entonces, a través de esas palabras, podemos eliminar la capa de negatividad
que quedó grabada en nuestros huesos debido a esa acción.
Ahora
que sabemos esto, podemos entender por qué dice en la porción de Shoftim que
“una persona necesita tener a alguien a quien rendirle cuentas en términos
espirituales”; esa es la persona a la que le cuenta todas las cosas negativas
que recuerda haber hecho. Y ahora sabemos lo sumamente importante que es
hacerlo.
En el
Talmud, en Sotá, está escrito que los israelitas llevaban los ataúdes de Yosef,
Yehuda y otras personas con ellos. Además, dice que los huesos de Yehuda
estaban incómodos en el ataúd y hacían ruido. ¿Por qué? Porque de entre las
doce tribus, Yehuda era el líder cuando Yosef fue vendido como esclavo y, por
lo tanto, esa acción negativa quedó grabada en sus huesos. El Nombre negativo
que fue activado con la venta de Yosef dejó huellas en los huesos de Yehuda y
él, por alguna razón, no logró eliminarlas completamente durante su vida. Por
ende, mientras su ataúd era llevado por el desierto, hacía ruido porque sus
huesos aún sufrían.
Moshé,
al hablar con el Creador, dice: “Escucha la voz de Yehuda”. Yehuda sabía que
había caído con la venta de Yosef, pero decirlo una vez no bastó. Aunque muchas
veces a lo largo de su vida estuvo consciente de esta acción negativa, hizo el
vidui y les mencionó esto a su maestro y amigos, no fue suficiente. En
consecuencia, de esto aprendemos que no necesariamente es suficiente
mencionarlo una o dos veces, y debemos recordarlo mientras nos acercamos a Rosh
Hashaná y pasamos por el proceso de vidui.
De
hecho, los kabbalistas enseñan que cuando una persona está verdaderamente en
sintonía con el proceso de teshuvá, es importante que recuerde constantemente
la acción negativa hasta que la elimine. No basta con decirla una vez; si aún
tenemos la sensación de energía negativa por la acción que realizamos, eso
significa que aún existe, por eso la tenemos que mencionar las veces que sea
necesario. Aunque Yehuda era consciente del hecho de que esta acción negativa y
el Nombre que despertó se habían grabado en sus huesos y pasó por el proceso de
teshuvá, no fue suficiente. Por lo tanto, cuando Moshé vio en el desierto que
los huesos de Yehuda no estaban tranquilos y sufrían, despertó otra vez la
fuerza del vidui que Yehuda despertó cuando estaba vivo; Moshé tenía el poder
de hacerlo por Yehuda de nuevo y, por ende, sus huesos se tranquilizaron. Con
el despertar del vidui nuevamente y la mención de Yehuda de la acción negativa
que hizo, Moshé pudo finalmente eliminar esa huella negativa de los huesos de
Yehuda para siempre.
A
partir de esta enseñanza deberíamos despertar verdadera apreciación por la
naturaleza de lo que hemos hecho y recordar que absolutamente todo acto
negativo que hayamos realizado el año pasado, y a lo largo de nuestra vida,
dejó huella en nuestros huesos y que esa es la energía a través de la cual
llega la negatividad a nuestra vida. Tenemos el regalo de poder eliminarla con
el proceso de vidui, el proceso de decirla hasta que comencemos a sentir que
esa negatividad se aleja. Y, tal y como aprendemos de Yehuda, no fue suficiente
hacerlo una vez, dos veces ni quizá veinte veces en su vida. Tenemos que seguir
contándola hasta que pierda su energía, hasta que eliminemos la huella de esa
acción negativa de nuestros huesos.
Esto
funciona igual con toda acción negativa y, seguramente, con todo grupo de
acciones negativas que hayamos hecho.
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