El deseo es la esencia de la vida. Es lo que nos motiva a seguir y
manifestar nuestros sueños. Es la fuerza de la naturaleza. Está hasta dentro de
una hoja de hierba y la motiva a crecer. El deseo hace que los capullos
florezcan, que el sol salga y que nuestros corazones latan. Hace que las aves
dejen su nido y que nosotros también lo hagamos para aventurarnos en la
búsqueda de una vida mejor. El deseo es lo que nos diferencia a los humanos de
los demás seres de la tierra. Tenemos el mayor deseo de crear y experimentar
plenitud. Gracias a este
deseo somos capaces de lograr grandes cosas y atraer
la Fuerza de Luz del Creador, que nos permite incluso cambiar el mundo. Con
trabajo duro y determinación, podemos lograr cualquier cosa. Sólo necesitamos
estar dispuestos a esforzarnos. Esta semana, en los últimos días radiantes de
Leo, nuestro deseo de Luz brilla intensamente en nuestra alma. Nos damos cuenta
de todo lo bueno y somos inspirados a obtener todas las bendiciones que la vida
tiene para ofrecer. Recibimos el regalo de un corazón y una mente dispuestos a
seguir el camino de la Luz, ya que ahora sabemos que en este camino las puertas
de la abundancia se abren completamente y la vida de nuestros sueños está a
nuestro alcance.
Nuestra porción bíblica de la semana es Ékev. Ékev se traduce como: “Si
tú escuchas”. Moshé continúa hablándoles a los israelitas, se comporta como su
amoroso guía y maestro. Les dice que si siguen los caminos del Creador,
ciertamente todo estará bien y vivirán una vida llena de alegría en la Tierra
Prometida. La Tierra Prometida es un estado de conciencia en el que la vida es
bienaventurada y se satisfacen todas las necesidades y deseos auténticos. Sin
embargo, para seguir al Creador, necesitamos humildad. La humildad nos permite
entender que no siempre podemos ver el panorama completo en la vida. La
humildad nos pide que confiemos en el Creador especialmente cuando creemos que
tenemos una mejor opción o que el camino que tenemos por delante podría ser
difícil.
Podemos encontrar un secreto de la humildad en la palabra “ékev” ya que
también se traduce como “talón”, la parte más inferior del cuerpo humano que
está en contacto directo con el suelo. Los pies nos sirven para recorrer
nuestro camino. Somos bendecidos con la humildad para seguir al Creador esta
semana, pisarle los talones, confiando de corazón en que estamos siendo
llevados a una vida de bendiciones. Conectarnos con el “talón” nos permite sentir
admiración por el universo, lo cual elimina nuestra resistencia. Esta
admiración nos permite ver los regalos que hemos recibido y las muchas veces
que hemos tenido una segunda oportunidad. Moshé nos inspira a seguir el camino
del amor por el Creador con humildad. Todo lo que necesitamos es una mente y un
corazón dispuestos. El Creador promete que si actuamos con amor hacia nuestro
prójimo, entonces podremos tener todo lo bueno de este mundo. El amor regresa a
nosotros y nos da protección y bendiciones. Si escuchamos al Creador y elegimos
seguir el camino de la generosidad, las bendiciones vendrán a nosotros.
Esta porción menciona la famosa frase: “El hombre no sólo vive de pan,
sino que el hombre vive de todo lo que procede de la boca del Eterno”. Nuestro
sustento y prosperidad se originan, nada más y nada menos, en la Fuerza de Luz
del Creador. Moshé les recuerda a los israelitas todos los milagros que habían
presenciado. En los cuarenta años en el desierto, la ropa de los israelitas no
se desgastó y sus pies no se inflamaron. Les recuerdan la liberación de Egipto,
la entrega de la Torá y el maná que recibieron en el desierto. Moshé nos invita
a apreciar nuestras bendiciones y a estar conscientes de su verdadera fuente.
De este modo, somos inspirados a conectarnos más con la fuente de todas las
cosas buenas: el Creador. Moshé derriba los muros de nuestro corazón, nos
inspira a confiar en el Creador, tomar Su mano y permitirle guiarnos a todo lo
bueno. El camino del Creador necesita renovación y atención constantes. Con el
Creador a nuestro lado, podemos lograrlo todo. Nuestra vida puede ser
bienaventurada, próspera y estar llena de cosas buenas.
A menudo podemos llegar a creer que no necesitamos ayuda. Podemos perder
apreciación por los regalos que hemos recibido y cerrarnos a cambiar nuestra
manera de ser. Podemos ignorar los consejos de los demás y cegarnos al hecho de
que el Creador está intentando guiarnos. Sabemos de corazón en qué fallamos,
pero hace falta valentía para aceptarlo y comenzar un nuevo camino. No
obstante, la vida siempre nos da segundas oportunidades para hacer mejor las
cosas. Estamos en la tierra para equivocarnos y aprender de nuestros errores. Nuestro
corazón puede ser pequeño, pero con el tiempo se puede expandir para
experimentar todo el amor que nos espera. Nuestra voluntad para caminar con el
Creador y tomar el camino del amor es nuestra misión más importante en la
tierra, puesto que la Luz sólo puede darnos lo que nosotros compartimos con los
demás. Cuando abrimos las puertas del amor a los demás, se abren las puertas
del amor para nosotros.
Esta semana en tus meditaciones, ve a una colina en la que brille el sol
y haya una fresca brisa matutina. Imagina que caminas por un campo de flores
cuyos capullos están por florecer. Todo un campo por el que se esparcen
gloriosos colores. Caminas descalzo entre lo que parecen ser miles de las
flores más hermosas que jamás hayas visto. Mientras el sol continúa
levantándose y brilla con más intensidad en el cielo, ves cómo las flores
comienzan a abrir sus capullos. Al ver la apertura a vivir de estas flores,
sientes cómo también tu corazón se abre. Un deseo por estar más cerca del
Creador florece dentro de ti. Sientes que tu espíritu se vuelve ligero. Te
sientes dispuesto a recorrer el camino del Creador, amar a los demás y a ti
mismo. Deseas lo mejor de la vida y estás dispuesto a hacer lo que sea
necesario para alcanzarlo. Sólo cuando damos bondad a los demás, la bondad
puede venir a nosotros.
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