“¡Mamá, estoy aburrido!”.
Ningún padre disfruta escuchar esto, pero
para mí es algo más que intolerable. En mi opinión, está muy arriba en la lista
de cosas molestas que un niño puede decir. Hay tanto por hacer, aprender, leer,
mirar y explorar. ¡¿Cómo alguien se puede aburrir?! De hecho, en nuestro hogar,
desde el momento que mis hijos
aprendieron la palabra “aburrido” también
aprendieron a no decirla. Tan pronto como la pronunciaban cuando eran muy
pequeños, mi respuesta era: “Es una muy mala palabra. Ahora, ve y juega en la
tierra”. Nuestras vidas son increíblemente breves, y pasar la tarde aburridos
me parece un gran desperdicio. Aunque, a pesar de nuestros mayores esfuerzos,
todos los niños se aburren de vez en cuando porque está dentro del rango de
emociones humanas; así como los niños sienten tristeza, felicidad y
frustración, también sentirán aburrimiento. En lugar de hacer esfuerzos para
evitar el aburrimiento, podemos darles herramientas para que sepan qué hacer
cuando surja esa emoción.
"PODEMOS
DARLES HERRAMIENTAS".
Yo soy curiosa por naturaleza y creo que esa
es otra razón por la que disfruto mucho ser madre. Vivo indirectamente a través
de sus momentos de asombro. ¿Acaso no se trata de eso la infancia? ¿Explorar y
tener una sensación de maravilla a diario? Genuinamente creo que de eso se
trata. Como padres, les ofrecemos a nuestros hijos tantas oportunidades como
sean posibles para ahondar en sus descubrimientos. Queremos que prueben cosas
nuevas, que vean al mundo desde múltiples perspectivas y que se sientan
maravillados con los resultados. A menudo cuando los padres ven que sus hijos
pierden el interés, asumen el papel del anfitrión para entretener, listos para
sacar de inmediato trucos bajo la manga para acabar con el aburrimiento. Es
fácil caer en este hábito, pero los niños tienen que tener iniciativa y cuanto
más temprano aprendan esta costumbre, mejor.
Mi esposo, Michael Berg, explica: “El tedio y
el aburrimiento provienen del potencial no alcanzado o abandonado”. El problema
con el aburrimiento es que los niños (y los adultos) suelen verlo como una
rutina en la que estamos estancados. Los kabbalistas enseñan que en realidad es
una invitación a acceder, descubrir o regresar a aquello que más nos apasiona.
Nuestra tarea es averiguar cómo disfrutar nuestro tiempo por cuenta propia (¡eso
incluye a los niños!). Janet Lansbury, escritora y profesora, dijo: “Lo que
parece ser aburrimiento usualmente es cansancio o la pizca de inercia sana que
los niños necesitan justo antes de que se materialice una buena idea. El
aburrimiento, la imaginación y la naturalidad con la que los niños alguna vez
jugaban independientemente son todas una, y se están extinguiendo juntas”. Creo
que muchos padres y guardianes son los responsables de esto. Los adultos ven a
un niño aburrido y entran en pánico, buscan en sus mochilas y bolsillos en
búsqueda de algo remotamente interesante que pueda entretener a un niño como
por arte de magia. Y cuando eso no funciona, siempre están los teléfonos
inteligentes que pueden mantener a los niños entretenidos por horas. En efecto,
la imaginación y el juego independiente se han hecho más difíciles de obtener.
Aprender a abordar la tranquilidad es tan importante como aprender a abordar la
aventura. Hay tanto para descubrir en una tarde tranquila dentro de casa como
lo hay en una hora saltando en charcos de agua. Todo es cuestión de conciencia.
“EL TEDIO Y EL
ABURRIMIENTO PROVIENEN DEL POTENCIAL NO ALCANZADO O ABANDONADO”. ~ MICHAEL BERG
Cuando tus hijos te bombardean con
comentarios de aburrimiento, trata de:
Compartir
La forma más rápida para salir del
aburrimiento es compartir. Enséñale a tu hijo a ser servicial y encontrar una
manera de ayudar cuando surge el aburrimiento. Los niños no piensan de forma
natural en maneras de compartir; hace falta una combinación de ejemplificar un
comportamiento generoso y altruista junto a un empujoncito amable. Impúlsalos
diciendo algo como: “¿Quién podría ayudarme hoy? Empaquemos el almuerzo para
papá, le espera un largo día” o “Tu hermana tiene un proyecto importante para
mañana; ayudémosla a terminar sus quehaceres”. Con el tiempo, los descubrirás
sosteniendo la puerta para alguien más, ayudando a compañeros de clases o
hermanos, y siendo amables dondequiera que van. Con el tiempo, estas acciones
de compartir transforman a los niños, no solo para que sean más atentos, sino
para que también salgan de la mentalidad de “sírvanme” o “entreténganme” y
entren en una de ser serviciales.
Ejemplificar la gratitud
Podemos comenzar a cultivar conciencia en los
jóvenes al compartir nuestra apreciación con ellos. Observa las pequeñeces y
expresa tu opinión: “Qué agradable se siente el sol en mi espalda. ¿También lo
sientes?” o “Mira qué bonitas las flores que están sobre la mesa; agradezco
mucho que la abuela las haya traído de su jardín” o “Me siento bendecida de
poder pasar tiempo juntos hoy”. Esta es la forma más segura de cambiar la
perspectiva. Cuando aprecias las cosas, no te conectas con la carencia.
Conectarte
Los niños necesitan conectarse con nosotros
con mayor frecuencia y profundidad de lo que pensamos. Deja lo que estás
haciendo y mira a tu hijo, ofrécele el 100 % de tu atención. Dale un abrazo o
algo más simple. Enséñale una canción que aprendiste hace años en el campamento
de verano. A veces todo lo que necesita es que lo mires, te conectes con él y
le recuerdes cuán importante es para ti. Si puedes, encuentra una manera de
involucrarlo en lo que sea que estés haciendo o solicita su ayuda.
Ofréceles un libro
Me apasionan los libros y constantemente
añado uno a la pila de libros de mi mesa de noche. Consecuentemente, mis hijos
también han adoptado fervor por los libros. Cada vez que paso por la Librería
Gratuita de mi vecindario, tomo cualquier cosa que me parece que podría
gustarles a mis hijos y lo guardo en mi armario. En los días lluviosos o
momentos de “aburrimiento”, saco uno. Los libros construyen un puente a
conceptos, culturas, historia e ideas que aún no hemos descubierto. También
escribimos historias juntos y creamos nuestros propios libros. Abigail, mi hija
menor, está trabajando en La tristeza no es una opción como continuación de mi
libro El miedo no es una opción. Ayuda a tus hijos a adoptar el hábito de
acudir a la palabra escrita cuando no sepan a dónde acudir.
El aburrimiento tiene poco que ver con lo que
sucede a tu alrededor y más que ver con lo que sucede en tu interior. Es un
empujoncito que te dice que es momento de animar las cosas. Haz una lista de
ideas con tus hijos y creen nuevos objetivos o cosas nuevas para probar.
Recuérdales que su propósito es mucho mayor que ellos mismos y el momento
presente. Enséñales a usar el aburrimiento como una herramienta para crear una
vida expansiva que valga la pena vivir.
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