SerMasYo
El hombre nace libre
y, sin embargo, en todas partes se encuentra encadenado.
Estas palabras de
Jean Jacques Rousseau, pensador del siglo XVIII, ilustran a la perfección lo
que muchos sentimos hoy en día, esa sensación de que, a pesar de los avances tecnológicos y científicos de los últimos
siglos, algo nos falta.
Vivimos,
supuestamente, en “el mejor de los mundos”, en una sociedad donde abundan la
libertad y los medios materiales para mejorar nuestra calidad de vida.
Y, sin embargo, vivimos
con miedo, con incertidumbre ante el futuro.
Miedos reales y
miedos ficticios, cercanos y lejanos. Inseguridad y ansiedad.
Basta con leer un
periódico para comprobar la magnitud del caos y el horror que nos rodea.
Guerras económicas,
sociales o políticas en medio mundo (con el consentimiento o patrocinio del
otro medio).
Personas que mueren
brutalmente a manos de sus parejas. Éxodos masivos. Erosión creciente del
tejido social, a pesar del auge de las llamadas “tecnologías de la
comunicación”.
Estados que espían a
otros estados, a sus propios ciudadanos, y a todo el mundo en nombre de la
“seguridad” (¿de quién?).
Y la lista sigue, y
sigue…
(voy a parar que me
deprimo y te deprimo, y no es el objetivo del post!)
En resumen:
desconfianza, desafecto, paranoia, control, incomunicación, manipulación y
mucha, mucha violencia…
¿Es esta la sociedad justa e igualitaria con
la que soñaban los pioneros de la Ilustración?
¿En qué nos hemos equivocado?
La conexión perdida
con el cosmos
En nuestro afán por
dominar el entorno para sobrevivir, hemos ido olvidando, paulatinamente, que
pertenecemos a un todo mucho más vasto que nosotros mismos y nuestro pequeño
mundo.
Hemos descuidado la conexión con el Universo, la conciencia de que todo está
interrelacionado.
A medida que la razón
ha aumentado su importancia como herramienta para dominar y modificar el mundo,
ha crecido la sensación de que somos entes separados, independientes.
Y es necesario que
sea así: la mente discrimina,
ésa es su función, y por extensión separa lo que está unido.
Cuanto más racionales
somos, más separados nos sentimos, hasta el punto de que caemos en la ilusión
de que no somos parte de la Naturaleza, que cada vez más tendemos a percibir
como a un enemigo a superar.
Ese fue el gran error
de la Ilustración: creer que mediante la pura razón (y la kantiana razón pura)
podíamos lograr una vida más feliz y plena.
Pero cuando la mente
trabaja en solitario, todo se relativiza, pierde su valor y, lo que es más
grave, pierde todo sentido.
Por eso es tan
importante recuperar la conexión con el cosmos. No es sólo una cuestión
filosófica o espiritual: tiene consecuencias muy tangibles en el mundo
material, en nuestro día a día.
El arriba y el abajo
“Como es arriba, es abajo; como es adentro,
es afuera”.
Este es el llamado
principio de correspondencia, que encierra la clave del pensamiento astrológico.
En él encontramos los
pilares de todo pensamiento filosófico y religioso, de todo aquello que aporta
sentido, fe y confianza en la Vida y en el cosmos.
En lenguaje astrológico,
el principio de correspondencia condensa lo simbolizado por Sagitario y
la casa 9, en oposición al racionalismo de Géminis y
la casa 3.
Nos conecta con lo
que trasciende la realidad cotidiana, aquello que no podemos analizar, sólo
intuir.
Y es el principio que
nos da ese impulso de crecer, de querer ser más, incluso de comprometerse en un
camino de Autorrealización.
El principio de correspondencia nos abre la
puerta hacia lo Transpersonal,
hacia un mundo perceptual donde hay síntesis en lugar de separación, y podemos,
entonces, superar los límites de la mente y dar el siguiente paso: descubrimos
que, en realidad, no hay un “arriba” y un “abajo”, un “adentro” o un “afuera”.
Porque no hay límites
en el Universo, salvo los que pone nuestra mente.
Si acaso, podemos
encontrar variaciones en la vibración y condensación de la energía. En otras
palabras, encontramos diferentes proporciones de los mismos elementos en todo
lo que existe, pero todo es lo mismo y forma parte de un “supersistema”
imposible de separar.
¿Acaso podemos dividir el Universo?
Bueno, quizá la mente
crea que eso es posible…
El ejemplo de la
Carta Natal
La Astrología recoge y muestra gráficamente,
a través de la Carta Natal, este principio de correspondencia.
Todos tenemos, en nuestra carta, a todos los
signos, planetas y casas.
Lo que varía es la proporción,
el peso de cada parte con respecto al todo.
Pero los materiales
de construcción son los mismos, y todos deben jugar un papel activo en nuestro
desarrollo personal.
Cada Carta Natal es
un mandala que resuena con todo el Universo, una meditación sobre la Vida y su
misterio, una invitación a abrir la puerta de lo desconocido y descubrir
quiénes y qué somos.
“Nada humano me es
ajeno”.
“Yo soy yo y mis
circunstancias”
“Eso eres Tú”
Y, por supuesto:
“como es arriba, es abajo”.
Todo esto, y una
infinidad de cosas más, puede decirte tu Carta Natal si la escuchas con
atención y ganas de aprender.
Explorarla es
explorarte.
Y el enfoque de la Astrología Transpersonal
es reconectarte con eso de “afuera” que tú también eres.
¿Sientes conexión con
el Universo?
¿Te has parado a
meditar qué te une a lo que llamamos “afuera”?
¿Has percibido alguna
vez cómo tu Carta Natal trasciende el pensamiento que tenías de ti mismo?
¡Un abrazo!
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