Centro Holística Hayden

Escuela de Autoconocimiento personal y espiritual

Master Reiki Usui - Master Reiki Karuna - Master Reiki Egipcio Seichim - Terapeuta Holística - Facilitadora espiritual - Numeróloga Evolutiva Humanista.

A través de estas herramientas te encuentras con tu verdadero Ser...aqui estamos....esperando darte la mano.........

26 de agosto de 2019

El encanto de la conspiración


Alejandro Lodi
(Agosto 2019)

“Incluso un paranoico tiene algunos verdaderos enemigos…”.
Henry Kissinger.
Uno de los recursos más habituales para negar la realidad es la teoría de la conspiración.
Rinde el beneficio de un efectivo permiso para habitar fantasías, de encontrar un
modo eficiente de rechazar evidencias y replegarnos en nuestros paraísos encantados.
Gracias a la teoría de la conspiración nuestra incapacidad de responder a la incomodidad del mundo, a sus injusticias, a sus trances amargos, en definitiva, al lado oscuro de la existencia, se enmascara de virtud, de sagacidad para descubrir el truco que engaña a todos los que están fuera de nuestra burbuja fascinante.
Gracias a la teoría de la conspiración no debemos cuestionar nuestra imagen de la realidad. Si el mundo no es lo que necesitamos creer que es, es por obra del engaño sutil perpetrado por fuerzas malévolas. En la realidad que necesitamos habitar confluye el bien. Nada puede cuestionarla. Y si pruebas contundentes -perceptivas, racionales, sensibles- parecen contradecirla, es porque son una construcción deliberada de quienes quieren quitarnos la gracia de nuestra felicidad. Esas evidencias son sólo apariencias, perversos relatos representados -oscura y eficientemente- por las fuerzas del mal.
El recurso de la teoría de la conspiración delata nuestro infantil narcisismo, nuestra inmadurez para tomar responsabilidad de las cosas, nuestro miedo a cuestionar modelos heredados, credos dogmatizados, ideas congeladas en el pasado. Aferrados a teorías conspirativas, somos niños temiendo perder el favor de los padres, aterrados de asumir desengaños, incapaces de reconocer que la fidelidad con lo que percibimos acaso nos exija resignar lo que creemos. Los reyes magos existen (tal como dijeron nuestros padres y los padres de nuestros padres) y son sus enemigos, justamente, quienes pretenden velarlos a nuestra creencia.
La tierra será plana, el avance científico un retroceso enmascarado y las vacunas venenos. Ciertas tribus humanas serán demonizadas, ciertas tribus humanas santificadas y la guerra glorificada (la espada de la justicia y de la verdad). La corrupción de los líderes negada, como también la sombra de los ídolos, la venalidad de los funcionarios públicos, las huellas lunares de Armstrong, el espanto de Auschwitz o la existencia de Paul McCartney (que, como indica con claridad la tapa de “Abbey Road”, murió a mediados de los sesenta y, fruto de una conspiración de la discográfica junto con John, George y Ringo, fue reemplazado en secreto por otro).
La verdad está oculta por obra de una conspiración mundial desde hace siglos. O quizás desde siempre. La realidad no es la realidad, sino una perversa representación de aquellos que dominan oscuramente el orden del mundo. Y solo nosotros -los intelectuales sagaces, los elegidos por Dios, los dotados de exquisita sensibilidad a la verdad- nos damos cuenta del engaño y resistimos el sometimiento de los poderosos (y ya sabemos que el poder es satánico). Nadie podrá sacarnos de nuestro mundo idealizado y su universo de dioses, héroes y mártires. Todo aquel que lo intente pertenece a la conspiración.
La conspiración aparece como un deliberado recorte de datos de realidad al servicio de construir un imaginario de impecable lógica sostenido en un supuesto perceptivo delirante, azaroso y caprichoso que no puede ser cuestionado. Todos los órdenes de la realidad aparecen alineados para corroborar una ocurrencia subjetiva, narcisista y, en definitiva, absurda. Las religiones y las iglesias, los líderes mundiales, los grupos hegemónicos de poder económico y político, la ciencia académica, los laboratorios farmacéuticos, las universidades, los medios de comunicación y las usinas de información, las compañías aeronáuticas, las federaciones deportivas y seguramente la mayoría de las ONG, todos ellos en secreta confabulación, al servicio de crear y reproducir una realidad artificial que nos perjudica (y que los favorece). 
El encanto de la conspiración. Las alturas y los abismos de Neptuno. La sensibilidad perceptiva a dimensiones sutiles y transpersonales, a ordenes de misterio que desbordan las explicaciones de la razón, operadas en la conciencia humana y traducidas por ésta de modos expansivos o regresivos, que amplían el registro de la realidad o lo reducen, que abren campos perceptivos a favor del bienestar psíquico o los cierran a riesgo de psicosis. El símbolo de Neptuno. Las delicias y los peligros de una cuerda transpersonal. Otro filo de la navaja.
Acaso la verdad está velada. Pero no por conspiración externa, sino por un íntimo miedo. El sagrado misterio del viaje espiritual. Un desafío para la personalidad. Una aventura del alma.
Al fin y al cabo, en “La conversación”, Gene Hackman disfrutaba su saxofón, escuchaba a enemigos… y lo estaban escuchando. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario