El Centro de Kabbalah
En una época en la que las redes sociales y
la tecnología nos permiten conectarnos con personas de todo el mundo, también
se ha convertido en un tiempo de mucho aislamiento. Muchos de nosotros pasamos
todo el día interactuando mediante nuestros dispositivos y, aún así, sentimos
que nos hacen falta relaciones significativas. Se ha vuelto tan fácil
aprender
desde casa, trabajar desde casa, enviar mensajes de texto y correos
electrónicos, que se ha vuelto difícil conectarse cara a cara y aún más
sentirse parte de una comunidad. Puede que incluso esto nos haga creer que
tener una comunidad no es tan importante en realidad.
“TENER UNA COMUNIDAD ES ESENCIAL PARA NUESTRO
DESARROLLO ESPIRITUAL”.
Aunque la vida sin lugar a dudas sea un viaje
personal, tener una comunidad espiritual no solo es importante para nuestro
crecimiento personal, sino que es esencial para nuestro desarrollo espiritual.
He aquí algunas de las poderosas maneras en
las que una comunidad espiritual puede asistirnos en nuestro camino:
1. Nos motivamos a ser las mejores versiones
de nuestro ser.
A veces necesitamos un poco de motivación que
nos ayude a crecer. Al igual que los jugadores en un equipo deportivo se
motivan entre sí para jugar mejor, los miembros de una comunidad espiritual nos
inspiramos a trabajar duro y perseverar. No es fácil hacer esto solos; quizá
nos volvamos perezosos o perdamos la determinación. Una comunidad fuerte nos
ayuda a mantenernos en el camino de la mejora personal y, en consecuencia, de
la mejora mundial.
2. Nos damos un hombro para apoyarnos en los
momentos difíciles.
Una comunidad espiritual puede proporcionar
un increíble sistema de apoyo en tiempos de conflictos. Nuestra comunidad se
convierte en nuestra familia, nos dan amor y compasión cuando lo necesitamos.
Una comunidad está compuesta de muchas personas diferentes que comparten una
pasión similar. Con tantas perspectivas diferentes, siempre hay alguien que se
pueda relacionar con lo que estamos pasando o que pueda ofrecer consejos. A su
vez, podemos hacer lo mismo por otras personas que estén pasando por
dificultades.
3. Aprendemos a trabajar juntos para lograr
grandes cosas.
Se dice que una persona que ora es como una
vela que brilla en la oscuridad. Cuando muchas personas oran juntas, es como
una habitación llena de velas; el poder se intensifica. Hacer cosas como
comunidad significa reunirse para lograr algo que nunca podríamos hacer solos.
Aprendemos a superar nuestras diferencias y a usar las fortalezas de cada uno
para construir algo significativo juntos.
4. Aprendemos sobre nosotros mismos y el
mundo.
Todos aportan sus experiencias y puntos de
vista únicos a una comunidad. Quizá no siempre estemos de acuerdo o congeniemos
con todos, pero siempre podemos aprender algo de cada uno si estamos abiertos a
ello. Otras personas pueden ayudarnos a mirar al mundo de una nueva manera y
cuestionar nuestra propia perspectiva. Así es cómo crecemos. La belleza de
tener una comunidad espiritual es tener la capacidad para ver más allá de
nuestras diferencias y encontrar la unidad subyacente.
5. Nos dan una oportunidad para compartir.
Solemos escuchar sobre la importancia de
contribuir, ya sea con voluntariado o donar a una causa noble. Compartir con
los demás de forma desinteresada es una parte vital de nuestro crecimiento espiritual.
Tener una comunidad nos ofrece un gran número de oportunidades para participar
y compartir.
* * *
Hay tantas herramientas valiosas para usar en
nuestro trabajo espiritual —escritos, oraciones, clases— que es fácil olvidar
lo útil y necesario que es tener una comunidad positiva.
Mediante el trabajo en equipo, la compasión y
el apoyo, juntos podemos ayudarnos unos a otros a ser mejores personas y
construir un mundo mejor.
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