Un viajero llegó ante el Maestro y le preguntó: “¿Dónde está
Dios?”
El viejo miró entre sus ropas, revisó los cajones, miró abajo de la
alfombra y le dijo al visitante:“¡Vaya asunto! Por más que mis ojos lo
buscan por doquier… no encuentro a Dios por aquí”.
– ¿Y eso que significa? Me temo que no lo entiendo.
– Nada, nada, pero te pido que me ayudes a buscarlo. Porque si no
encontramos a Dios aquí, no creo que logremos encontrarlo en otro lugar.
Todo es sagrado o todo es profano. No existe una zona gris. Y cuando
descubrimos esto, la percepción de la realidad cambia para siempre.
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