By PHILEAS
Los habitantes de Koksara siempre se estaban quejando por la suciedad de las calles cuando un ciudadano ejemplar fue elegido como gobernador. Su lema para triunfar había sido “Koksara limpia” y apenas tomó posesión del cargo se concentró en despejar de barro la principal avenida que verdaderamente era un asco.
Todos los ciudadanos esperaban que las nuevas autoridades contrataran
nuevos barrenderos y obreros para limpiar la ciudad, pero -sorpresivamente- el
gobernador publicó un edicto que obligaba a todos los ciudadanos a prestar servicio
comunitario una vez por semana para quitar la suciedad de la avenida.
De mala gana todos terminaron obedeciendo la nueva reglamentación y
después de varias semanas extrayendo baldes, carretillas y camiones enteros de
mugre, los vecinos descubrieron que -debajo de todas las capas de barro y
suciedad- existía una calle adoquinada que se había conservado en perfectas
condiciones. Al encontrar esta avenida oculta, los vecinos se entusiasmaron y
el trabajo empezó a acelerarse.
Sorprendidos por el singular hallazgo, los historiadores locales
acudieron a los viejos archivos de Koksara para descubrir que, quinientos años
atrás, la ciudad había contado con un gobernador ejemplar cuyo lema había sido
“Koksara limpia”.
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