Por Karen Berg
Todos conocemos
bien la manera en la que termina la mayoría de los cuentos de hadas. Y vivieron
felices para siempre. Al final de innumerables cuentos e historias, vemos que
todos terminan felices y, aún más importante, enamorados. ¿Por qué tantos
cuentos de hadas terminan así? Creo que es porque todos sabemos, en el fondo de
nuestro corazón, que el amor es todo lo que realmente tenemos. Sabemos que el
amor es la respuesta a todos nuestros problemas. El amor es la última palabra,
es la razón por la que vinimos a esta Tierra y es lo único que dejamos cuando
nos vamos de ella.
Nuestra Torá
nos deja entrever este secreto. La Torá termina con la letra Lámed y comienza
con la letra Bet, lo cual forma la palabra “lev”. “Lev” en hebreo significa
corazón. Una vez un estudiante le pidió a su maestro que le describiera toda la
Biblia, en el tiempo que él durara parado en un solo pie. El maestro dijo: “Ama a tu prójimo como a ti
mismo. El resto es comentario”.
Nuestro
propósito de vida es muy simple, pero no es fácil. Todo lo que tenemos que
hacer es amarnos unos a otros.
Este es el tipo
de energía que el mundo necesita ahora más que nunca. Este es el tipo de
energía que provoca la paz, la alegría y la plenitud que necesitamos y deseamos
desesperadamente.
Esta semana
llegamos a las porciones finales del mes de Piscis, Vayakehel y Pekudei.
También son las porciones finales del libro de Éxodo. Llegamos al final de una
historia. Para sorpresa de nadie, lo que
también encontramos aquí es amor. En Vayakehel y Pekudei leemos sobre la
conclusión y la construcción del Tabernáculo, la casa en la que el Creador
moraría. Después de varias porciones de preparación en las que los israelitas
contribuyeron para su construcción, al final del capítulo de Pekudei está
escrito: “Entonces la nube cubrió la Tienda de Reunión, y la gloria del Eterno
llenó el Tabernáculo”. Una vez que la vasija —el Tabernáculo mismo— estaba
preparada, la Luz del Creador pudo entrar y llenarla. Esta fue la primera vez
en la que un lugar así existió en el mundo físico. La totalidad del asombroso
amor del Creador finalmente pudo manifestarse en su máximo esplendor en el
plano físico. Cada vez que creamos un espacio para que el Creador entre en
nuestra vida, reconstruimos el Tabernáculo en nuestra propia vida. Cuando el
Creador mora con nosotros, lo que encontramos es la hermosa energía del amor.
Nos cubrimos por completo de amor.
Cuando leemos
sobre el trabajo de la construcción del Tabernáculo, en realidad leemos sobre
el trabajo de aprender a amarnos los unos a los otros y a eliminar la apatía y
frialdad de nuestro corazón. Es entonces cuando el Creador y Su amor pueden
morar con nosotros y podemos estar unidos a Él.
Increíblemente,
además de esta gran finalidad, también leemos sobre la Vaca Roja. La Vaca Roja
purificó la negatividad del Becerro de Oro. El Becerro de Oro fue el ídolo que
los israelitas crearon para reemplazar a Moshé en el capítulo anterior. La
lectura sobre la Vaca Roja nos purifica de toda negatividad, odio y miedo. Ya
que donde hay amor, el miedo y el odio no pueden existir.
Esta semana
somos bendecidos con el apoyo del universo debido a que tenemos la energía de
la vasija completa del Tabernáculo y la purificación de la Vaca Roja. Ambas
energías crean un espacio santificado para que el amor divino del Creador entre
en nuestra vida y para que compartamos ese amor con los demás.
Cuando pensamos
en la historia de nuestra propia vida, pareciera que la suma total de nuestras
vivencias han consistido principalmente en el amor. Cuando somos niños,
buscamos el amor de nuestros padres. Mientras crecemos, comenzamos a buscar a
quien amar. A menudo nos hieren y nuestro corazón se cierra para protegerse del
dolor futuro. Luego, con el paso del tiempo, aprendemos a amar nuevamente. Le
damos una segunda y hasta una tercera oportunidad al amor. Si vemos que nuestro
corazón se ha cerrado, intentamos de nuevo revelar esa chispa del Creador que
está en nuestro interior; una chispa que anhela dar amor y cariño a los demás.
Aunque veamos que podríamos terminar heridos, con el tiempo, el amor que
compone nuestras células, huesos y cada fibra de nuestro ser atraviesa las
grietas y las heridas para brillar una vez más. Nuestra historia, como muchas
otras, está compuesta por pruebas y desafíos. Pero todas nuestras experiencias
de vida están diseñadas para llevarnos al objetivo final de despertar esa
chispa divina que está dentro de cada uno de nosotros. Esa chispa divina es
amor puro.
Al igual que un
diamante enterrado en el centro de la Tierra, el amor interior debe ser
cultivado, explorado y recuperado. Es entonces cuando descubrimos la joya más
preciosa de todas: un corazón que brilla con la intensidad del amor.
Esta semana en tus
meditaciones, siéntate en silencio y pon tu mano en el pecho. Respira. Siente
los latidos de tu corazón. Comienza a ver tu vida como la hermosa historia que
es. Respeta cada momento. Aprecia cada ocasión. Ya que todos los personajes y
experiencias de tu vida se han presentado para enseñarte qué es el amor y cómo
amar. Tus experiencias de vida sólo se presentan para que despiertes al Creador
dentro de ti. Ve tu vida como un hermoso viaje que un día terminará en paz y
amor.
Considero que
el propósito principal de la experiencia humana es aprender a amar. Lograr esa
simple pero grandiosa tarea de amar a tu prójimo como a ti mismo es la clave
para activar la paz en la Tierra y eliminar todo el dolor y el caos de ella.
Sé que, si
estamos dispuestos a recibirla y a hacer el trabajo, cada uno de nosotros podrá
alcanzar un espacio en el que conocerá la verdadera alegría, paz y plenitud.
Todos podremos ganar nuestro lugar en el mundo por venir y un lugar en este
mundo. Podremos vivir felices para siempre. Tener la vida que siempre estuvimos
destinados a vivir.
Esta semana, la
historia continúa, amigos míos. Permítanle que continúe con amor.
Con todo mi
amor,
Karen
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