By PHILEAS
Ver artículo anterior: Pasando a la acción (I) – Propósito y Metanoia
Pasar a la acción significa romper la inercia, dejar de
funcionar como autómatas y decidirnos a rectificar el rumbo. Darnos la vuelta y
hacer las cosas de modo diferente. Como dijo alguien: “Si
buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo” (1).
La Metanoia implica dar un giro, analizar con lupa
todos nuestros automatismos y preguntarnos “por qué” y “para qué” hacemos las
cosas como las hacemos.
La vida robotizada del hombre moderno ha sido resumida en Francia con la
frase “Métro, boulot, dodo” acuñada en los años 50 por Pierre
Béarn quien describía de este modo sarcástico el estilo de vida del parisino
medio. “Métro” hace referencia al viaje apurado hacia el trabajo todas las
mañanas, “Boulot” (trabajo) nos habla de la jornada laboral y “Dodo” (ir a la
cama) alude al final del día: llegar a casa, ver la tele, cenar y dormir.
Todos los días la misma rutina, bastante similar a la ruedita del
hámster, la famosa carrera de la rata. Hacer lo mismo, pensar lo
mismo, comer lo mismo, en piloto automático, en modo “zombie”, para finalmente
llegar el viernes y exclamar con las manos al cielo “¡Por fin es viernes!”,
como si el fin de semana fuera la puerta de escape a una vida
insatisfactoria.
Gurdjieff hablaba de “vidas automáticas, muertes automáticas”, es
decir de personas que dejan pasar toda su vida sin tener idea de por qué y para
qué están viviendo, y que permanecen encadenadas a la dualidad placer-dolor,
apegadas al razonamiento: “tengo placer-soy feliz, tengo dolor-soy
infeliz, por lo tanto debo buscar el mayor placer y el menor dolor”. En
fin, un pensamiento extremadamente simplista que no nos diferencia mucho de los
animalitos.
Vida profana en 8 pasos
No obstante, la Filosofía Iniciática dice que hay “algo
más”. No niega el placer ni tampoco el dolor (porque ambos son
fundamentales para nuestra subsistencia) pero concluye que no podemos supeditar
todas nuestras acciones a este pensamiento dicotómico de supervivencia porque
por encima del placer y del dolor está ese “algo más”: lo Bueno, lo
Bello, lo Justo y lo Verdadero.
No basta con aceptar todo esto ciegamente porque esto nos convertiría en
meros “creyentes” y lamentablemente el mundo está repleto de creyentes que
siguen haciendo lo mismo de siempre, pensando las mismas cosas, con los mismos
prejuicios y los vicios pero con una etiqueta que les hace creer que eso los
diferencia del resto. Como dijo Max Heindel: “No importa
tanto en lo que creemos sino en cómo vivimos”.
Siempre recuerdo la brillante frase de Ada Albrecht: “Creer
es un verbo débil, sin profundidad espiritual [y decir] “yo creo en Dios” es
estar inseguro de Su existencia”, y esto queda sumamente claro al consultar
las enormes cifras de “creyentes” en el mundo: 80% de las personas “creen” en
Dios. En concordancia con esto, el gran Ramakrishna sostenía
que “los hombres comunes hablan “a toneladas” de espiritualidad, pero
no practican ni un “gramo” de ella. El sabio, en cambio, habla poco, aunque su
vida entera es espiritualidad expresada en acción” (2).
Romper la inercia
El recto pensamiento debe conciliarse sí o sí con la recta acción. La semana
pasada hablé de Confucio y de su frase “Si sabes lo que tienes que
hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes”, que más que una sentencia
es un golpe a la boca del estómago para aquellos especulativos que intentan
avanzar en el camino espiritual a través de la razón, de la comprensión
intelectual de la letra muerta. En rigor de verdad, todos nosotros sabemos -en
lo profundo de nuestro corazón- que Confucio estaba completamente en lo
cierto: el conocimiento que no se aterriza como praxis se convierte más
en una carga que en una ayuda.
En otras palabras: las enseñanzas precisan de un doble proceso: deben
ser interiorizadas (es decir, necesitan de un soporte teórico
para evitar caer en la acción por la acción misma o simple activismo) pero
después necesitan ser exteriorizadas, llevadas a la cotidianidad,
expresadas.
Emerson decía: “Vive siempre un nuevo día”. En otras
palabras: no nos conformemos con lo mismo de siempre. Aunque nuestras vidas
también estén subordinadas al ritmo del “Métro, Boulot, Dodo” siempre tenemos
la posibilidad de convertir ese leit-motiv de la vida gris urbanita en un
trampolín para la trascendencia. ¿Cómo? Con conciencia. Es imperioso que
abandonemos la zona de confort y que rompamos la inercia a
través de pequeñas victorias, de cosas físicamente tangibles y que nos motiven
a seguir avanzando.
Cada día debería ser una oportunidad, no un calvario. Al final del día,
necesitamos hacer un repaso de los pequeños triunfos cotidianos
y si creemos que no los tuvimos, simplemente tenemos que prepararnos mejor para
el día siguiente planificando espacios para la introspección y haciendo cosas
nuevas.
Algunas recomendaciones
* Reserva cinco minutos al día para practicar ejercicios introspectivos,
para respirar, para concentrarte. Luego -del mismo modo que Holanda fue ganando
tierra al mar- deberás ir conquistando espacios diarios con el objetivo final
de establecer una “hora mágica” diaria, es decir 60 minutos dedicados a
trabajar interiormente. En la comparativa de horas de televisión versus tiempo
de introspección (esto es: trabajo interno + lectura de reflexión) siempre
debería ganar la partida este último tiempo. Si dedicamos más horas a la tele,
al móvil o a los videojuegos, algo va mal.
* Muévete más, cuida a tu cuerpo físico porque es la base del trabajo
con los otros vehículos. Sal a caminar, anda en bicicleta o cualquier otra
forma de ejercicio físico. El sedentarismo mata más que la obesidad, el tabaco,
la diabetes o el colesterol.
* Aprovecha las pausas para hacer respiraciones profundas y
completas, llenando de aire el abdomen y el tórax, inhalando por la nariz y
exhalando por la boca, preferentemente con los ojos cerrados. Convierte estas
pausas en un hábito, desperézate, estírate, haz ejercicios para relajar el
cuello y desconéctate por un rato del teléfono móvil.
* Limita las redes sociales, el WhatsApp y los correos
electrónicos. No necesitas eliminarlas, solamente controlarlas y evitar que
ellas te terminen controlando y alienando.
* Escucha música diferente y de forma consciente, disfrutando de
momentos de relax acompañado de composiciones inspiradoras. Si no sabes mucho
de música clásica, haz una lista de los grandes compositores y escúchalos uno a
uno. Yo mismo he confeccionado una lista con algunos de mis temas clásicos favoritos en
Spotify. Y, como dije antes, escúchalos de forma consciente.
* Si comes en un restaurante o cantina, pide lo más extraño de la carta,
aquello que nunca pediste. Cambia la rutina y -sobre todas las cosas- toma
conciencia de lo que estás comiendo. No metas en la boca todo lo que llega a
ti. Empieza a discriminar y establece una dieta más saludable y más consciente.
* Trata de estar atento al aquí y al ahora. Usa “despertadores” para
hacerte La pregunta: “¿Quién soy?”, la clave del Atma-Vichara de Ramana
Maharshi del que hablaré en otro artículo.
Pequeñas victorias y salamandras
¡Pequeñas victorias cotidianas! Nada más (y nada menos) que eso. De eso estoy
hablando en este artículo, de ganarle la pulseada a la inercia, a esa energía
centrífuga que nos aleja del centro. Recuerda siempre: no hay pasos
pequeños, todo esfuerzo cuenta.
La Filosofía Iniciática no es una simple afición intelectual, es
un estilo de vida diferente al estilo de vida profano y que tiene un
solo objetivo: recordar lo que somos. Por esto, debemos convertir
nuestra vida en un búnker, en un espacio descontaminado y recordar aquello de
“imitar a las salamandras”, esos seres fantásticos que pueden vivir en el más
abrasador fuego sin quemarse.
Como me dijo un amigo peregrino hace muchos años atrás en un albergue
del Bierzo: “Salirse del rebaño es empezar a despertar”. Sin juzgar
ni acusar a los demás, solamente haciendo nuestra parte, aportando nuestro
granito de arena para convertir a este mundo en algo nuevo y mejor.
Dos cortos animados de Steve Cutts
"Happiness" (felicidad) Cortometraje viral de Steve Cutts
https://youtu.be/eGh5T5IP9Jg
This is our world by Steve Cutts
https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=tdz4DvDG_gg
Notas del texto
(1) Esta frase se atribuye a Einstein, pero no hay información fidedigna
que lo compruebe. Al parecer, apareció por primera vez en una obra de Rita Mae
Brown titulada “Sudden Death” (1983)
(2) Vijoyananda, Swami: “La sagrada enseñanza de Ramakrishna”
(2) Vijoyananda, Swami: “La sagrada enseñanza de Ramakrishna”
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