Por Michael Berg
Muchas de las personas en el desierto que crearon y construyeron el
Tabernáculo, el Mishkán, no tenían entrenamiento ni conocimiento en las áreas
en las que estaban trabajando (carpintería y orfebrería, por ejemplo). Sin
embargo, de algún modo, cuando comenzaron a trabajar descubrieron cómo hacerlo.
Hay una sección del Zóhar, en la porción Nóaj, que nos dice que cuando estas
personas que tenían el deseo único de cumplir con su trabajo comenzaron a
hacerlo, los objetos comenzaron a enseñarles qué hacer. Por ejemplo, el oro
comenzó a decirle cómo hacer un pectoral a la persona que debía hacerlo y la
madera comenzó a decirles cómo construir las paredes del Tabernáculo a quienes
debían construirlas.
Estas personas no estaban literalmente escuchando voces, sino que, de
repente, dentro de su mente y corazón, sabían qué hacer.
El entendimiento que recibimos de esto se relaciona con la porción de
Vayikrá, la cual comienza con: Vayikrá El Moshé, que quiere decir: “El Creador
llamó a Moshé”. La voz del Creador comenzó a hablarle a Moshé mientras nadie
más podía escucharla. Moshé está con todos y entonces, de repente, escucha el
llamado desde el Mishkán y el Creador le dice exactamente qué hacer. ¿Qué
significa esto? Y, aún más importante, ¿qué lección hay para nosotros?
Los kabbalistas enseñan que si la prioridad de un individuo en todo lo
que hace es revelar lo que la Luz del Creador quiere de esa situación, entonces
recibirá las instrucciones exactas sobre lo que debe hacer. No obstante, si
somos sinceros con nosotros mismos, la prioridad número uno de la mayoría de
nosotros es recibir Luz y bendiciones para nosotros mismos, aunque querer la
bienaventuranza o la Luz que éstas puedan traer al mundo esté muy cerca de ser
la número uno.
Pero hay un problema con eso, ese camino no facilita la revelación. No
permite que la esencia de las cosas nos hable. Todo lo que está en este mundo
nos habla… ¿te imaginas si pudiésemos escuchar lo que nos dice? Entonces,
siempre sabríamos cuáles son las palabras y acciones correctas. Por ejemplo,
cuando estemos en medio de un acuerdo comercial, éste nos dirá exactamente qué
hacer. Pero tenemos que ser capaces de escucharlo.
¿Cómo podemos comenzar a escuchar los mensajes que están en todas partes
para nosotros?
El Baal Shem Tov enseña que todo en nuestra vida —desde nuestro negocio,
familia, libros de conexión hasta los muros de nuestra casa— nos quiere decir
algo. Podemos recibir esos mensajes, pero sólo de un modo. A través de la
preparación personal antes de cada acción, por ejemplo, decir: “Tendré esta
importante conversación con mi hijo. ¿Qué quiero lograr? No que tenga una mejor
idea de mí ni que me escuche, quiero que ocurra lo que sea mejor para su alma”.
O cuando estemos en un trato de negocios, no debemos pensar en qué ocurrirá por
nuestras razones egoístas, más bien, sólo querer que se se revele la
bienaventuranza o la la Luz que puede traer a este mundo.
Cuando esa es nuestra prioridad, cuando lo que verdaderamente queremos
de una situación es lo que la Luz del Creador quiere y nos preparamos según
eso, entonces la parte interna de todo comienza a hablarnos; no al oído, sino
al alma. Y luego, descubriremos en cada situación, conversación y evento lo que
la Luz del Creador desea que hagamos.
Por lo tanto, cuando la porción Vayikrá comienza hablando sobre la voz
del Creador que sólo es escuchada por Moshé, también nos habla de la voz que
todos debemos escuchar. Estamos destinados a llegar a un estado en el que
seamos, como dice el Midrash, ángeles y mensajeros que tienen la fuerza de
hacer lo que la Luz del Creador quiere que hagamos en este mundo.
Cuando Moshé estuvo en este nivel, comenzó a escuchar los mensajes. Y si
nuestra verdadera prioridad número uno en una situación es revelar la
bienaventuranza y las bendiciones que la Luz del Creador desea revelar con esa
situación, entonces esa voz comenzará a hablarnos también a nosotros y podremos
escucharla en nuestra alma.
En el Zóhar dice que los carpinteros y los orfebres no tenían el deseo
de quedar bien por la realización de su trabajo. Sólo tenían una prioridad: que
el trabajo fuese exactamente como la Luz del Creador quería que fuese y que
revelase Luz y bendiciones en este mundo. Y luego, dice el Zóhar, la madera y
el oro comenzaron a hablarles, les dieron instrucciones para que terminaran su
trabajo.
Así se supone que debe ser nuestra vida hoy en día. Estamos destinados a
ser mensajeros de la Luz y la prioridad en todo lo que hacemos en nuestras
relaciones con las personas, nuestro trabajo, nuestro trabajo espiritual y
demás, a fin de cuentas, no debe ser la Luz ni las bendiciones que recibiremos
personalmente de ello, sino traer la Luz del Creador a este mundo para
beneficiar a los demás. Cuando verdaderamente hacemos de esto una prioridad,
comenzamos a escuchar y a ser guiados por los mensajes de todas las cosas;
sabremos exactamente qué hacer y qué decir.
Hay mensajes en todo y creo que esto es muy inspirador, porque si
entendemos esta enseñanza, entonces también entendemos que nunca tenemos que
saber qué hacer. Debido a que si nuestra conciencia cambia y nuestra prioridad
número uno en toda situación, relación, conversación y evento en nuestra vida
es revelar la Luz del Creador en este mundo, pedir que la consecuencia sólo sea
lo que la Luz del Creador quiere, entonces podremos comenzar a escuchar con
nuestra alma los mensajes y la orientación de las almas de las personas y las
cosas en dichas situaciones, mensajes que nos llevan a hacer lo correcto. Este
es un hermoso y poderoso regalo disponible para nosotros en Shabat Vayikrá.
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