Por Karen Berg
¿Acaso
no es una sensación maravillosa salir y respirar aire fresco? Llenar tus
pulmones con oxígeno te hace sentir más despejado y energizado. El aire lleva
consigo energía de Divinidad y le permite a todo el mundo y sus habitantes tomar
sin prejuicio. Ha tenido muchos nombres que cambian según la cultura. A veces
es llamado prana o chi, pero es el aliento de vida. Está en todas partes y
siempre abundante. Esta fuerza de vida que no discrimina llega a toda persona,
animal y árbol por igual. No tiene precio ni límite. Esta energía de vida
invisible
representa la abundancia del amor del Creador por nosotros y, sin
embargo, de algún modo aún hay momentos en los que sentimos carencia. No
reconocemos la abundancia que tenemos, por eso nos sentimos consumidos y
carentes o sentimos que otra persona tiene algo más. No obstante, tales
pensamientos son ilusorios. Cuando las nubes grises cubren el sol, ¿el sol deja
de brillar y nutrir a los seres vivientes? Las sensaciones de carencia son sólo
nubes grises que cubren la verdad de la abundancia infinita que existe para
cada uno de nosotros en este universo. Tal y como la inagotable cantidad de
aire que se expande por el mundo, el universo es abundante en Luz de Divinidad.
Esta semana enfrentamos nuestras ilusiones. El cosmos nos ayuda a ver más allá
de estas nubes grises para percibir la Luz brillante que nos espera. Si tan
sólo pudiésemos detenernos por un momento y respirar profundamente, de seguro
veríamos que el universo nunca tiene carencias, sino que, al contrario,
desborda energía, ideas, prosperidad y, más importante aún, amor infinito.
La
guía y el antídoto de esta semana es la porción de Kóraj. Kóraj era el nombre
de uno de los israelitas. Incluso después del amor y los milagros que Kóraj presenció,
comenzó a sentir carencia y duda en su vida. Sintió que Moshé y Aharón, los
líderes designados por el Creador, no eran dignos de tener el liderazgo. Él
quería tener el control. Sintió miedo y no confió más en su proceso ni en el de
los israelitas. Kóraj, junto a otros israelitas, comenzó una revuelta, una
rebelión contra Moshé y Aharón e, indirectamente, contra el mismísimo Creador.
No sentían ni confiaban en el plan ni en el amor del Creador. Querían meterse
en el proceso e involucrarse en él en lugar de confiar y permitirle al Creador,
a Moshé y a Aharón guiarlos. La revuelta causó que el Creador hiciera que la
tierra se tragara a Kóraj y sus seguidores, y que todos ellos murieran. Aunque
Moshé y Aharón fuesen mensajeros del Creador, Kóraj y su gente, consumidos por
el miedo y una sensación de pobreza, sólo vieron negatividad en ellos. Al día
siguiente los israelitas, todos ellos esta vez, acusaron a Moshé y Aharón de
haber asesinado a Kóraj y a sus seguidores. A pesar de que la integridad de Moshé
y Aharón ya se había constatado antes, el Creador le dio al pueblo otra señal
para garantizarle que Moshé y Aharón eran en efecto sus verdaderos líderes y
podían confiar en ellos. El amor y el plan del Creador siempre estuvo allí y se
les demostró muchas veces a los israelitas, pero de todas formas a veces se
llenaban de miedo y duda. Tal y como el aire que los rodeaba, invisible y
omnipresente, así era el amor del Creador, pero no podían conectarse con él.
Cayeron en las nubes grises de carencia y miedo.
Como
en cada porción de la Biblia, leemos sobre un pueblo que vivió hace miles de
años, pero en realidad estamos leyendo sobre nosotros hoy en día. Esta es la
magia de la Torá. Es la guía y el bálsamo que se nos da en momentos precisos
del año para combatir las fuerzas celestiales que se presentan. Muchas veces en
nuestra vida también dudamos del proceso. Vemos que los demás están en
posiciones que queremos o que tienen cosas que deseamos. Nos preguntamos si el
Creador nos olvidó o si aún nos ama. Del mismo modo que los israelitas en el
desierto, nos volvemos temerosos y podemos llegar a olvidar en un segundo el
plan y el amor del Creador. En lugar de “pasar la página y dejar actuar a
Dios”, terminamos en pánico y queriendo involucrarnos, manipular y controlar.
Esta es nuestra lección esta semana y la lección de Kóraj. En momentos o
períodos de miedo y duda, nos conviene detenernos y respirar profundamente,
recordar que el Creador nos ama, quiere lo mejor para nosotros y tiene un plan.
En los momentos en los que queremos rendirnos y tirar la toalla, podemos
restablecer la conexión con la Divinidad que llevamos por dentro y, una vez
más, sentir la abundancia y el amor que el universo tiene preparado para
nosotros.
Esta
semana en tu meditación, sal a recibir aire fresco —quizá a una playa o una
hermosa pradera— y respira. Respira profundamente. Mientras lo haces, permite
que los miedos, las preocupaciones y las carencias se esfumen. Recuerda
que no hay pobreza en el cosmos.El amor del Creador es como el aire:
omnipresente, siempre generoso y sustentador. Permite que el prana, el chi, el
aliento de vida llene tus pulmones y satisfaga tu espíritu. El aire es infinito
y también lo es el amor. El estrés, la ansiedad y las dudas son derrotados y tu
permaneces en calma. Permítete sentir paz en tu corazón al ser consciente del
amor infinito que llena tu ser y al mundo.
En
efecto, al igual que el aire, el Creador está en todas partes y forma parte de
todo. A veces lo que necesitamos para renovar nuestra conexión es respirar
profundamente y recordar que, ciertamente, el Creador está siempre con
nosotros.
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